'Nuestras abuelas', la fuerza que antecede

El escritor Javier Peñalosa y el ilustrador Gerardo Vargas rinden en su libro un homenaje a la poeta Dolores Castro y a la artista plástica Susana Nevé

Agencia Excélsior

CIUDAD DE MÉXICO.

Una historia donde el tiempo es relativo y las hormigas hablan, donde los personajes pueden sobrevolar lo mismo Zacatecas que Francia y la alegría es el principal combustible, donde todos los seres queridos se reencuentran en la Fiesta Mundial del Aquí y del Ahora.

Este es el mundo que el poeta y narrador Javier Peñalosa y el artista gráfico Gerardo Vargas crean en su libro Nuestras abuelas, la edición de autor con la que rinden homenaje a Dolores Castro Varela (1923) y Susana Nevé Mercado (1921-2022), las madres de uno de sus progenitores, respectivamente.

A través de palabras e ilustraciones, Javier y Gerardo “buscan” a sus abuelas y desmitifican creencias como que estos seres singulares “vienen al mundo transportadas por una cigüeña”, “salen del interior de una canasta que flota en una galaxia” o “viajan en el lomo de una cucaracha que poliniza las flores que crecen en todo el planeta”. Y descubren que, en realidad, “siempre puedes encontrarlas en tus recuerdos”.

Para Peñalosa, su abuela paterna, la poeta Dolores Castro, que cumplirá 99 años el próximo 12 de abril, “es una fuerza que te antecede y de la que uno es como una inercia”. Y Susana Nevé, pionera en el campo de la educación artística infantil en México, representa para Vargas “un referente de amor a la vida, de libertad de pensamiento y de honestidad”.

En entrevista con Excélsior, el escritor y el ilustrador detallan lo que más admiran de sus respectivas abuelas. 

Tiene una memoria prodigiosa, es inteligentísima y es una mujer de su época, es decir, del 2022; está enterada de todo. Admiro su vitalidad, la mirada que tiene del mundo; que siempre tiene algo positivo y bondadoso que decir de toda la gente; que cree y profesa que la poesía, además de escribirse, es lo que uno es como persona”, comenta Javier.

Siempre admiré sus ganas de vivir al máximo, eso se podía percibir en una chispa que tenía en la mirada. Hasta sus últimos días, manifestó un gran gusto por vivir, decía que se sentía una joven prisionera en un cuerpo de anciana. Admiro su entereza, no le tenía temor a la muerte; nunca voy a olvidar la naturalidad con que abordaba este tema, incluso al final de su vida”, agrega Gerardo.

Peñalosa confiesa que “la comunicación con mis abuelas fue clave para entender un poco mi lugar en el mundo, para entender de dónde venían mis padres, pero también cierto pasado inmediato. Recuerdo a mis abuelas contándome anécdotas de su infancia y estar asombrado de cómo el mundo que yo conocía era distinto, y al mismo tiempo el mismo, del que ellas habían transitado.

Tuve la suerte de convivir con mis dos abuelas. Claudina Delgado Pimentel, mi abuela materna, era una mujer educada, culta y con un gran sentido del humor, y a quien quise siempre. Mi abuela paterna, Dolores Castro, que aparece en este libro, está por cumplir 99 años y que, además de ser mi abuelita, es una gran poeta. El cariño y la conexión que tengo con ella pasa por las palabras, pero va más allá de ellas”.

Dice que la mayor enseñanza de Dolores, quien perteneció al grupo Ocho Poetas Mexicanos, junto con Rosario Castellanos, es “que existir es un regalo asombroso y sagrado”.

Vargas añade que su relación con Susana Nevé –pintora y grabadora, una de las primeras egresadas de la Academia de San Carlos–, quien cumplió cien años el 17 de noviembre pasado y falleció en enero de 2022, fue de amistad y complicidad.

Tomábamos vino juntos, platicábamos mucho; conocía a la mayoría de mis amigxs y asistió hasta sus 98 años a cualquier evento que yo la invitara. Fue un gran pilar y apoyo en mi formación, tanto en lo humano como en lo profesional”, indica.

Considera que el mayor legado que le deja es “el que me conforma como artista y como persona: la capacidad de sorpresa ante eventos que pudieran parecer insignificantes; afrontar la adversidad con calma, no preocuparse más de lo necesario; ser recíproco, cultivar y cuidar a las amistades; ser bromista, hacer uso de la alegría y de la sonrisa como recurso para interactuar y vivir mejor; y la solidaridad y la ayuda al prójimo”, finaliza el artista gráfico.