Grecia significa esperanza  

Por Juan Rivero Valls

 

Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros.

 

Declaración Universal de los Derechos Humanos (Art. I)

 

 

Quiero escribir sobre lo que está sucediendo en Grecia y que tiene de cabeza a todo el mundo, pero es tanta la información que es difícil entrarle al toro y como no sé si hacerlo sobre el apoteósico ingreso del joven primer ministro griego Alexis Tsipras al parlamento europeo este jueves, donde fue recibido por los legisladores de todos los países miembro (a excepción de Alemania y Francia) con un aplauso de pie de varios minutos, o sobre el referéndum que dio el no a las pretensiones de la Unión Europea a seguir sangrando al pueblo creador de la democracia, o sobre el legislador Dracón, organizador de las leyes en la antigua Grecia cuya dureza e inflexibilidad lo obligaron a huir a la vecina Egina, o sobre la insensibilidad alemana, así que haré una serie de artículos que iré publicando en las siguientes entregas, como para ver qué decisión toma Grecia finalmente.

Al concluir la II Guerra Mundial, Europa estaba prácticamente destruida y no sólo físicamente, sino económica y políticamente. Los países ganadores del conflicto bélico tomaban posiciones y dominio sobre los derrotados, especialmente en Alemania; dividida en dos naciones, una bajo el dominio soviético y la otra sobre el norteamericano

Estados Unidos estaba lejos geográficamente y la Unión Soviética, que había sufrido en carne propia los estragos de la Guerra, se recuperaba a velocidad sorprendente y comenzaba a extender su dominio sobre Europa Oriental, mientras que los fieles aliados de los norteamericanos, los ingleses, se habían convertido en un país débil que había perdido sus posiciones en oriente, por lo que los norteamericanos necesitaban actuar con rapidez, si no querían perder la batalla ante su ahora gran enemigo, los soviéticos.

A partir de 1948, se comenzaron a ver por toda la Alemania Occidental mantas y letreros que decían: “Hier hilft der Marshallplan”, que en cristiano quiere decir “Aquí ayuda el Plan Marshall” y es que este Plan, ideado por el ministro de economía de los Estados Unidos, que no era precisamente un plan bondadoso, urgía a los países aliados a una recuperación económica que les permitiera hacer frente a la expansión soviética; así, todos los países europeos, con excepción de Finlandia y España, que se habían pronunciado a favor de los nazis, recibieron grandes cantidades de ayuda norteamericana, tanto en productos como en préstamos a largo plazo y mínimas tasas de interés, además de la quita de deuda; para ello fundó el “European Recovery Program”, mejor conocido como “Plan Marshall”.

El Tratado de la Unión Europea de 1993, plantea la necesidad de formar una zona económica común, con una moneda única y con fines de integración, pero no fue sino hasta 2009 cuando se crea lo que hoy conocemos como Unión Europea y la moneda única comenzó a circular en el año 2002, pero no todos los países integrantes la han aceptado, pues el Euro solo es la moneda oficial en 19 de los 28 estados que conforman la Unión.

Cuando se decide compartir una moneda, los países que lo hacen, para evitar graves problemas financieros, deben tener una economía competitiva y, especialmente, una productividad similar si no quieren volverse dependientes de los países más fuertes y que gobiernan la eurozona: Alemania, Francia, Italia y España (Inglaterra se ha negado a usar el Euro como moneda de curso), de los que ampliamente domina Alemania que es quien marca, realmente, las políticas económicas de la eurozona.

Estos cuatro países tienen una economía, si bien no igual, si competitiva y un sistema bancario sólido y altos niveles de exportación industrial y financiera, lo que les ha permitido sortear la crisis del 2008 de manera más o menos sencilla, sin necesidad de escandalosos “rescates” por parte de la Banca Europea que comprometan su futuro, pero el caso de Grecia es bien distinto; se trata de un país de baja productividad, cuya principal fuente de ingresos lo constituye el turismo y con un sistema financiero poco rentable, por lo que los errores cometidos en administraciones anteriores, como la adquisición innecesaria de armamento, (Tsipras tomó posesión del cargo apenas este año) durante un tiempo prolongado han obligado al país a la adquisición de una deuda impagable e inmanejable.

 

Desde hace ya un par de años, el pueblo griego ha sido sometido a un sufrimiento inhumano por parte del FMI y de la Banca Europea y ahora, de nuevo, la Unión Europea y en especial Alemania, pretende que las restricciones que ya sufren los griegos aumenten aún más, a lo que el pueblo, de la mano de Alexis Tsipiras dijo no, dando ejemplo al mundo de que es posible enfrentarse a los poderosos con la frente en alto, aunque la presión alemana será furibunda pues el gobierno teutón no se ha mostrado nunca como solidario, sino como dominante y querrá, a toda costa, salirse con la suya olvidándose de que, en su momento y toda proporción guardada, ellos pudieron sortear la crisis gracias a la ayuda internacional. Eso de tener memoria, de repente, puede ser un acto de justicia.