CRUENTA E INSÓLITA REALIDAD DE MÉXICO

Por Julio César Cué Busto 

Si quiere pensar el lector que se trata de otro país, está en pleno derecho, o que sea el guion de una película extranjera, igual. En cuanto a que sea cierto o falso lo que se expone, cabría duda en los porcentajes o cálculos, pero la verdad absoluta como tal, no hay duda alguna la tiene cada uno de los millones de mexicanos que ha tenido y tiene que vivir con el miedo como compañero permanente.

 

Para poder pretender con algún grado de certeza la posibilidad de iniciar lo que ha llamado el presidente electo Andrés Manuel López Obrador, la Cuarta Transformación Nacional, se debe reconocer primeramente la cruenta e insólita realidad que vive el Estado Mexicano; o sea,  el contexto real de los principales actores e instituciones que componen nuestra nación.

Sólo se analizarán tres áreas que se pudieran considerar insalvables para implementar y consolidar esa Cuarta Transformación, que son: Poder Judicial en México; Medios de Comunicación; e instrumentos de procuración de justicia y seguridad pública. Los gremios nacionales, se componen de protagonistas buenos, malos y regulares. Los bandidos y sinvergüenzas hay en todos lados, y en cualquiera de los niveles de mando sustancial, administrativo u operativo. Las instituciones no se corrompen, son los individuos en lo particular.

Empezaremos por los jueces federales o de las entidades federativas, enfrentemos realidades, la separación de poderes en nuestro país, es una falacia nunca ha existido, no existe ni existirá con el actual Sistema Político Nacional. Poner ejemplos, hay miles, pero recurramos a uno de los últimos acontecimientos, lo que pasó en Veracruz con el Tribunal Superior de Justicia; ya que, prácticamente fue renovado en su totalidad para que quedara al gusto del gobernante en turno.

¿Existe la separación de poderes? No, no existe, por consiguiente tampoco el equilibrio de poderes, luego entonces, decir que hay un prestigio que cuidar de la Suprema Corte de Justicia de la Nación y, de todos y cada uno de los tribunales superiores de las entidades federativas, es una vacilada.

Se debe concluir que la actual impartición de justicia no resulta: adecuada, retributiva, reparadora, razonada, recta, imparcial, procedente, lógica, pero sobre todo adolece de una correcta fundamentación y motivación, simple y sencillamente es un fracaso. No hay que buscar responsables, los resultados están a la vista, todo lo que está implementado como estructura y actividades jurisdiccionales antiguas o modernas de los juzgadores, federales y locales, no funciona.

El grado de descomposición de los juzgadores de ambos fueros es muy alto, hay que recordar que el poder judicial es el único poder que somete por principio de legalidad, entre otros, a una sumisión absoluta entre el máximo órgano de impartición de justicia, o sea, la Suprema Corte de Justicia de la Nación y el resto de los juzgadores en el país,  lo cual no permite ninguna emancipación de un juzgador local o municipal, nadie por encima de designios dados por los llamados hacedores del derecho, nuestros muy vapuleados Ministras o Ministros de la corte.

Es necesario tener un poder judicial diferente al actual, todo esfuerzo y sacrificio para implementar y consolidar una Cuarta Transformación de la República Mexicana, no servirá de nada ante el anclaje que significaría el actual poder judicial; ya que, impediría por completo ese cambio que necesita nuestra patria, y en ese caso sería un homenaje fiel al gatopardismo.

¿Cómo lograrlo? fácil siendo vanguardistas, innovadores, por ejemplo, instaurar un Tribunal Constitucional y de Asuntos Relevantes de Corrupción, que vea todo lo relativo a controversias constitucionales y lo que arroje una efectiva Comisión de la Verdad, que se traduzca en servidores públicos a la cárcel. No a las comisiones de la verdad para enterarnos solamente de lo qué pasó, sino que signifique castigo para los miembros de la delincuencia uniformada, o delincuentes de cuello blanco de alto impacto, o lo que más pulula, políticos sinvergüenzas y rateros.

Instaurando Juzgados Comunitario para aplicar la justicia cotidiana. Transformando el rol del Juez y del Ministerio público, se necesita un juez que realice pesquisas para encontrar la verdad legal, que no se mantenga estático, solamente observando el trabajo de las partes en conflicto o controversia. Justificando su actuar en una inservible imparcialidad mal entendida.

El rol del Ministerio Público en los procesos penales como simple parte no funciona ni con la implementación del método acusatorio garantista, prácticamente su actividad empeoró. El representante social debe seguir envestido como una autoridad durante los procesos penales, y a la par del juez competente, los dos de forma paralela seguir en busca de la verdad jurídica. Con lo anterior se pudiera abatir el alto porcentaje de impunidad que actualmente padecemos.