PERSPECTIVAS DE UN POSIBLE FRAUDE ELECTORAL

Por Julio César Cué Busto 

Cada vez que se habla de un fraude electoral, se vuelve al viejo discurso que no es posible por el presupuesto altísimo que tienen las autoridades responsables de garantizar que eso no suceda, como si con eso se pudiera controlar la fuerza brutal de la administración federal y gobiernos de las entidades federativas afines, para evitar pierdan la próxima elección presidencial.

 

No le quieran llamar el “fantasma del fraude electoral” a la última oportunidad de los representantes del actual y anacrónico sistema político para continuar en el poder, no hay otro chance, enfilarán todas sus baterías, humanas, institucionales y económicas, para impedir la llegada del candidato puntero, y con eso extender la sobrevivencia de un gobierno que sólo consolida, la impunidad, la pobreza y la inseguridad pública.

Los ciudadanos tienen una desconfianza natural que el gobierno federal junto con sus cómplices, lleven a cabo una andanada de acciones indebidas, irregulares y hasta ilegales, para conjurar el increíble milagro que sería remontar el lejano tercer lugar e incluso ganar la elección presidencial por parte del candidato Meade, y eso como remota posibilidad es una realidad. No van a ahorrar ningún esfuerzo para lograr ese cometido, sólo eso los va a librar de una muy probable investigación, enjuiciamiento y condena, junto con el decomiso de sus inconmensurables fortunas económicas, creadas bajo el amparo de ostentar cargos públicos y gracias a la corrupción.

Todo está claro, la maquinaria del fraude electoral está en pleno funcionamiento, el régimen de gobierno junto con su aparato represor, instituciones de justicia y autoridades complementarias incluyendo las electorales, están listas para legalizar lo imposible, que pierda el Lic. Andrés Manuel López Obrador.

La pregunta es, ¿se puede evitar el fraude electoral? La respuesta es sí, está en manos de todos los ciudadanos lograrlo, con una serie de estrategias preventivas, entre otras, no caer en la tentación de la venta del voto, o denunciar los acarreos de votantes, no se supone que la ubicación de las casillas siempre es para la cercanía del votante. Además, estas dos conductas están catalogadas como delitos electorales.

Por más que quieran catalogar al INE como una institución blindada para evitar la manipulación de los votantes, es muy difícil resistir el ofrecimiento de una cantidad económica cuando se tienen muchas necesidades. La vigilancia no es tanto en las casillas electorales, es en la calle, supervisando que no circulen las clásicas cajas de cartón, llenas de dinero en efectivo para repartir entre los más necesitados, los cuales no resisten la tentación de una cantidad económica para cambiar su decisión electoral.

El fraude electoral se da también, cuando en la zona que les es adversa la preferencia, “alquilan”, o sea, recolectan credenciales de elector para evitar voten en contra. Insisto hay que evitar el acarreo de votantes, que ya los llevan “cautivos” con una primera parte del pago por el voto.

Prácticamente las otras jugarretas para manipular una votación, se contrarrestan teniendo seguidores y simpatizantes en cada una de las casillas, pues al estar presentes en el recuento de votos y levantamiento de actas, se evita cualquier triquiñuela. Caso contrario cuando no hay representantes de candidatos o partidos políticos opositores, se dan las llamadas “casillas zapato”, que es cuando todos los votos son para un solo partido o candidato.

Con todo el respeto para el INE, pero cómo quedar satisfechos del resultado de una votación de la magnitud del 1° de julio, si ha quedado claramente probado que no le tiene ningún respeto el partido político que reina en el gobierno federal, al organizar públicamente uno de los repartos de dinero en su propia sede nacional a la vista de todos, o sea, a la luz pública, lo que sin lugar a dudas constituye también un delito electoral.

Si manipula el gobierno la elección, y la avala el Instituto Nacional Electoral, va a ser un esfuerzo extraordinario en balde, nadie va a creer que gane el candidato del PRI, aunque estos últimos días lo estén pregonando a gritos, compren decenas de encuestas, o lo publiciten algunos medios de comunicación convencidos del milagro.

Por consiguiente si cometen esa tontería, se podría catalogar como la segunda “Estafa Maestra”, pero sin ningún beneficio, pues el grupo mayoritario del Hartazgo, junto con la representación de los observadores internacionales, no lo permitirían.

Es necesario que todo mexicano salga a votar por el partido o candidato de su predilección, la sola presencia de casillas atiborradas de votantes inhibirá algunas de las clásicas maniobras irregulares del partido en el poder. Recordemos que el primero de julio se realizará el principal ejercicio de un estado democrático, votar de manera libre, secreta, directa, personal e intransferible.