EN LA MIRA: La necesidad de independientes en el Congreso de Chiapas

El jalón de orejas presidencial a Manuel Velasco

 

 

Por Héctor Estrada

 

El tiempo se agota para que los aspirantes a candidatos independientes en Chiapas consigan las firmas de apoyo a fin de lograr su registro, y la colecta no parece tan nutrida como se esperaba. Las campañas y el apoyo ciudadano lucen muy distantes e indiferentes, pese a su importancia como alternativa democrática para una entidad donde el control gubernamental no deja espacio a las voces disidentes en los espacios de poder.

El último corte emitido por el Instituto de Elecciones y Participación Ciudadana (IEPC) no es nada alentador. Sólo dos de los 13 aspirantes a una candidatura independiente por el Congreso de Chiapas han logrado el mínimo de las firmas recabadas, y sólo uno de los aspirantes al gobierno de Chiapas ha alcanzado la meta, esperado aún el cotejo con la lista nominal para validar los apoyos.

En lo que respecta a las presidencias municipales prácticamente los 12 registrados han conseguido rebasar el umbral de apoyos mínimos; sin embargo en la lista no figura candidatos a la alcaldía de alguna de las ciudades más importantes de la entidad. En su mayoría se trata de municipios pequeños sin peso político y económico donde se requería no más de mil 100 firmas de apoyo para alcanzar el registro como candidatos.

Aunque cada una de las instancias tiene su mérito, son justo en las candidaturas independientes al Congreso de Chiapas donde la mayor preocupación recae. Y es que el legislativo estatal es pieza fundamental para limitar el control del Ejecutivo. Su adecuada función como representación popular es la más importante herramienta constitucional para hacer frente a administraciones estatales autoritarias que durante años han mantenido al Congreso como simple instancia de trámite a sus caprichos legislativos.

Las dolorosas historias de legislaturas cómplices del abuso y la corrupción gubernamental sobran en Chiapas. Lo sucedido durante las últimas administraciones sexenales han dejado muestra lasciva de eso. Fueron las diputados y diputadas quienes autorizaron y permitieron el endeudamiento y saqueo rapaz de Juan Sabines Guerrero. Las voces opositoras, fuera del yugo sabinista, eran tan pocas que no representaron mayor freno para el resto de los diputados colocados y manipulados por el propio ejecutivo estatal.

Lo sucedido durante la administración vigente de Manuel Velasco es historia fresca del dominio público. El Congreso de Chiapas fue convertido durante toda la administración en el centro de financiamiento operativo del partido en el poder. Los alfiles de Velasco se apropiaron del legislativo e hicieron de este un descarado brazo partidista, desde donde ha operado el actual aspirante “rebelde” Eduardo Ramírez. El mismo al que se le ha acusado de legitimar el desvío de recursos estatales para menesteres electorales, como el controversial caso del fondo para la atención de desastres naturales.

Por eso la importancia que tiene la participación de candidatos independientes dentro de las justas para la conformación de Congreso estatal. Porque, aunque no sean garantía de honestidad inquebrantable, al menos abren una nueva puerta a la ciudadanía para acceder a espacios que si requieren de representación popular. De espacios que exigen a gritos rostros y voces distintas a los mismos políticos de siempre tan desinteresados en las verdaderas necesidades ciudadanas.

Resulta importante que se tome usted un tiempo para conocer quiénes son y que representan en la sociedad civil, ajenos a los partidos políticos. Ahí están personas como José Humberto Reyes Gómez, Karen Dianne Limón Padilla, Martha Verónica Gómez Gómez, Manuel de Jesús Cruz Espinosa, Benjamín Hernández Pérez, Juan Moctezuma García Gordillo, Víctor Alfonso Camacho Alfaro, Gabriel Landero Pérez, Juan Manuel López Mateo, Raymundo de Jesús Zenteno Mijangos, Melquisidec Zavala Salinas, Carlos Torres Godínez y Julio César Moreno Méndez.

Todos ellos aspiran a representar voces distintas a los intereses partidistas. Requieren del apoyo ciudadano para al menos competir como una opción en la boleta electoral. Se trata de una posibilidad sana para la desacreditada democracia mexicana y está en manos de la misma ciudadanía hacerla posible.

El jalón de orejas presidencial a Manuel Velasco

Los rumores emanados desde el centro del país son cada vez más intensos. Enrique Peña Nieto no está nada contento con la “rebelión verde” gestada en Chiapas en contra de las decisiones de la cúpula priista y la opacidad cómplice del gobernador chiapaneco. Esa fue la razón real que motivó la reunión sostenida este martes entre Manuel Velasco Coello y Alfonso Navarrete Prida, actual Secretario de Gobernación, en la Ciudad de México.

Ni el tenso encuentro, ni la repentina exposición del gobernador verde ante los medios nacionales para aclarar el asunto fueron fortuitos. A Velasco Coello lo mandaron citar para hacerle un enérgico llamado de atención, por decirlo de manera coloquial. Los informes emitidos por Enrique Miranda Nava, delegado especial del PRI en Chiapas, han sido poco favorables para la desgastada imagen de Manuel ante el “Grupo Atlacomulco”.

La traición y desobediencia pública de algunos liderazgos verdes, encabezados por Eduardo Ramírez Aguilar, han rebasado los límites tolerables. Las movilizaciones y acusaciones de Ramírez contra las dirigencias del Partido Verde Ecologista de México (PVEM) y el Partido Revolucionario Institucional (PRI) señalándolos de autoritarios, traidores, antidemocráticos y orquestadores de imposiciones centralistas ha desatado el enfado de la Presidencia de la República.

Las medidas utilizadas por Ramírez han pasado de la presión política a la traición flagrante. Este mismo martes desde el interior de la maquinaria operativa de la “rebelión verde” se distribuyó información a medios nacionales y locales en contra del propio Enrique Miranda. La nota lo señalaba como un riesgo para el uso indebido de programas sociales en Chiapas, por sus antecedentes en la función pública. Mediante una cuenta de correo de dudosa procedencia y la falta de periodistas firmantes, el asunto se trató de un evidente golpe bajo contra el delegado priista.

La tolerancia de Nuño, Videgaray, Meade y el mismísimo Peña Nieto en el caso Chiapas se está agotando. La negativa de Eduardo Ramírez para acatar decisiones cupulares que no lo favorecieron está rebasando los límites del Grupo Atlacomulco, y la permisividad de Manuel Velasco ya generó serias ámpulas en el grupo cercano al Presidente de la República. La rebelión de Eduardo Ramírez Aguilar se ha convertido en un asunto estrictamente personal que nada tiene que ver con la dignidad partidista, sino con la propia, la del mismo Ramírez y su padrino político.

Y es que no se trata de una insurgencia absoluta. Hay liderazgos verdes que incluso se encuentran sentados desde hace muchos meses atrás con las cúpulas del PRI y el PVEM, negociando los repartos electorales sin empacho alguno. Este mismo miércoles circularon versiones (no oficiales aún) sobre la inscripción de personajes muy cercanos a Manuel Velasco como Fernando Castellanos y Roberto Rubio como cabezas de fórmula al Senado de la República por la coalición rojiverde. Algo que honestamente no suena tan lejano.

La indicación dada a Roberto Albores Gleason es seguir el proceso de precampaña con plena normalidad sin caer en confrontaciones, mientras las cúpulas han observado el comportamiento de Ramírez y las complicidades omisas de Velasco. Pero las tensas cuerdas se están debilitando. Por eso el repentino llamado a Manuel Velasco para presentarse en la Secretaría de Gobernación y advertirle el descontento y los riesgo que implican semejantes traiciones.

Por eso la incómoda declaración a medios, flanqueado por el propio Secretario de Gobernación, para ser él mismo (Manuel Velasco) quien desacreditara las versiones de un rompimiento entre el PRI y el Verde en Chiapas, al tiempo de deslindarse de la campaña de Andrés Manuel López Obrador y la cercanía sospechosa de su abuelo con el tabasqueño. No es gratuito que ni siquiera haya sido recibido por Enrique Peña Nieto para quien el gobierno verde ya no es causa de “tanta gracia”… así las cosas.