HOSPITAL DEL ALMA 010324

Por El Duque de Santo Ton

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Querido Duque:

Tengo casi cincuenta años, y hace poco creí que estaba entrando en la menopausia, pero lo que en realidad pasaba es que sin imaginármelo quedé embarazada.

El ginecólogo me dijo que se trataba de un embarazo de alto riesgo, y que lo mejor sería interrumpirlo porque no me garantizaba que todo saliera bien. Mi esposo estuvo de acuerdo y aborté, pero ahora estoy arrepentida porque nunca más tendré de nuevo otra oportunidad para ser madre.

Dolores

Tuxtla Gutiérrez 

Querida Dolores:

Hay decisiones que no pueden quedar en manos de los seres humanos, ni para bien ni para mal, por eso te sientes mal, pero con el tiempo se te pasará. A lo hecho, pecho. 

Querido Duque:

Yo no sé por qué hacen mejores las cosas en Estados Unidos que en México. La ropa de nuestro país es de tan mala calidad, que las tallas no se amoldan al cuerpo de nadie, se destiñen con la primera lavada y al mes de haberla comprado ya parece un andrajo. Yo por eso voy dos veces por año a Houston, en donde vive mi abuela, a comprar todo de todo: desde pantalones, faldas, blusas, pantalones vaqueros, tenis y trajes de noche, hasta champú, pasta de dientes, desodorantes y productos de limpieza ¿cómo quieren que México progrese si se fabrican puras porquerías?

Malú

Tuxtla Gutiérrez 

Querida Malú:

Eres una exagerada de lo peor. La ropa mexicana es tan buena (no toda, claro), que hasta se exporta. Por otra parte, quiero decirte que ropa fina y ropa corriente hay en todas partes del mundo. Claro que lo bueno sale caro, pero en Estados Unidos también venden verdaderas prendas de mala calidad, que se enjareta a los extranjeros que se van con la finta, pues si de veras tienes dinero, en nuestro país puedes encontrar cosas muy buenas, sin tener que ir a Houston para conseguirlas. Por otra parte, dejar de consumir lo hecho en México para comprar en el extranjero se me hace una traición a nuestra economía, y en ese tipo de acciones está la clave para determinar el por qué estamos como estamos y porque nunca progresamos. 

Querido Duque de Santo Ton:

Mis primas no son bonitas, pero se arreglan bien y dan el gatazo, lo cual estaría perfecto, si no fuera porque cuando ya están borrachas, les da por sentirse las reinas del espectáculo, y se ponen a cantar y a bailar en cualquier fiesta. A sus papás les hacía mucha gracia y se llenaban de orgullo, hasta que, a una de ellas, que estaba bailando en minifalda en una fiesta, un malandrín le bajó los calzones y se le vio todo, incluyendo el mono. A mí me dio mucha risa, pero mi pobre prima no sale de su depresión y no sé cómo ayudarla.

Paty

Tuxtla Gutiérrez 

Querida Paty:

Se me hace que el problema de tu prima no es la excentricidad sino el alcoholismo. Haber mostrado sus partes nobles en público no es nada grave, pero la afición al trago puede volver a hacerla dar show, trata de convencerla de que asista a algún grupo de Alcohólicos Anónimos o busque otro tipo de ayuda. 

Duque de Santo Ton:

Siento miedo, instantáneo e intenso, ansiedad o pánico, cuando veo o hombres desnudos, y por eso ya voy a cumplir cuarenta años y sigo siendo virgen. Tengo conciencia de que ese miedo es irracional, pero siento que no puedo controlarlo, por más que trato de hacerme pendeja, la ansiedad empeora en la medida de que un hombre se acerca físicamente a mí, y si está desnudo o semidesnudo, puede ponerme histérica. Por lo general evito acercarme a los hombres o a las situaciones en las que podría encontrarme con hombres, y por eso no tengo ni chamba ¿qué podría yo hacer? ¿tendrá cura mi enfermedad?

Bertha

San Cristóbal 

Querida Bertha:

Creo que si te dejas coger una o dos veces se te quitará el miedo. Si no encuentras candidato para hacerte el amor, vuélveme a escribir para darte una recomendación. 

Duque de Santo Ton:

Creo que mi papá, que murió hace diez años, era gay porque le gustaban también los hombres, pero no tengo ninguna prueba. Mi sospecha apenas se basa en su forma de mirar a los muchachos, algunas suscripciones a revistas y una conversación. En la década de los 90, en una visita a nuestra casa de Tuxtla, cuando yo estaba en la universidad, les confesé a mis papás que yo era homosexual. Esa noche mi papá me reveló que antes de casarse había tenido una relación con un hombre, pero que había buscado ayuda psicológica y “se había curado”. Esperaba que yo hiciera lo mismo. Me dijo: “prométeme que no le vas a decir nada a tu mamá; se le rompería el corazón” y acepté. Poco después le pedí que me contara más sobre ese hombre, pero él lo negó todo, me dijo que yo estaba pendejo y que si seguía levantándole falsos iba a partirme la madre. Me sentí traicionado y aunque ya pasó mucho tiempo pienso contarle todo a mi mamá para que se entere de la clase de pervertido con el que estaba casada.

Gabriel

Tuxtla Gutiérrez 

Querido Gabriel:

Perdona que lo diga, pero me parece que más imbécil no podrías estar. En primer lugar, la vida sexual de tus padres era de tus padres y tú no tienes el menor derecho de recriminarles nada ni de pedirles cuentas. En segundo lugar, estoy seguro de que tu madre sabía perfectamente con quien estaba casada y conocía sus perversiones; y en tercero no me explico cómo pretendes denostar la memoria de tu difunto padre acusándolo de homosexual si tú también lo eres. Trata de moderar tu mala vibra. 

Señor Duque:

Mi novia dice que le gustaría mucho estar en la intimidad conmigo, pero a mí desde pequeño me han enseñado a respetar a las mujeres, sobre todo cuando se les ama. Ya le dije que seré completamente suyo después de casarnos, pero ella insiste en que sea ya ¿qué hago?

Pepe

Tuxtla Gutiérrez 

Querido Pepe:

Tener sexo con una novia no es faltarle el respeto, sobre todo, si ella misma te lo está pidiendo. Lo único que debes cuidar es que la nena sea mayor de edad para no meterte en problemas. Espero que tú también tengas por lo menos 18 años. Si alguno de los dos, o los dos, son menores, entonces espérate no a la boda, sino a tener la edad legal para lo que tú ya sabes. 

Querido Duque:

A mi esposo le están ofreciendo un crédito para comprar una casita con jardín que está monísima, aunque un poco encaramada en un cerro. Tiene tres recamaritas sin clóset, sala-comedor, cocineta, espacio para guardar un coche, una terracita con tejas preciosa y, lo mejor, mi marido contará con un plazo de 30 años para liquidarla con todo e intereses. Yo ya le dije que no sea bruto, que deje de tirar el dinero pagando renta, cuando Dios nos ofrece la oportunidad de hacernos de un patrimonio y de vivir en una casita con jardín.

Zulema

Tuxtla Gutiérrez 

Querida Zulema:

Sí yo fuera tu esposo, estaría aterrorizado de irme a meter a un cajón en la punta de un cerro, amontonado de vecinos que también padecerán por el transporte y por los servicios, esclavizado durante 30 años, sin poder salirme de ahí y teniendo que pagar mes con mes para desamortizar el crédito.