HOSPITAL DEL ALMA 220224

Por El Duque de Santo Ton

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Querido Duque:

Una de mis mejores amigas es hija de una costeña y de un aristócrata francés. Ella nació en Tuxtla Gutiérrez, pero se siente muy parisina. Siempre incluye en su conversación palabras en francés y es muy amanerada, pero, la verdad, ni así se le quita lo india, lo autóctona. Del francés no heredó ni los ojos azules, tiene toda la carota de tamalera de su mamá.

Ana

Tuxtla Gutiérrez 

Querida Ana:

No tiene nada de malo parecer tamalera ni autóctona ni, mucho menos, india, pero tú usas esas características para denostar a “tu mejor amiga”. Estamos en pleno siglo XXI, no seas retrógrada. 

Duque de Santo Ton:

Dime de dónde te sale a ti tanta autoridad para criticar a los demás como si fueras la gran cosa ¿qué no hay espejos en tu casa? Me parece que no eres más que un resentido social, al que alguien le hizo el favor de darle una pluma editorial para vomitar mil y una estupideces.

Patricia

Tuxtla Gutiérrez 

Querida Patricia:

Claro que hay espejos en mi casa, algunos de ellos muy bonitos, verdaderas antigüedades, recuerdos de familia, tú sabes. A diario me miro en ellos y agradezco a Dios el haberme hecho como me hizo, aunque también rezo una oración por los demás, pues, al fin y al cabo, todos somos hijos de Dios. Además, también me siento complacido con el hecho de que tú leas las mil y una estupideces que “vomito”. Si no tuviera lectores ¿qué caso tendría desperdiciar mi tiempo? Por último, te hago notar que la autoridad para decir las cosas que digo me la dan el público y, desde luego, esos espejos a los tú con tanto tino te refieres. 

Querido Duque:

Soy soltera, tengo cuarenta y cinco años, algún día fui la niña más bonita de mi escuela, pero ahora simplemente soy una solterona amargada. Te suplico, si es posible, que a través de tu columna me hagas el favor de contactar señores decentes, solteros o viudos (no casados ni divorciados) que estén interesados en conocer a una señorita católica como yo que, aunque ya no es una jovencita, no es nada fea y tiene un gran corazón para amar. Mis fines son matrimoniales, pero no quiero que publiques mi correo, porque estoy segura de que me escribirían para burlarse de mí o para decirme leperadas. Por eso quiero que primero los interesados se comuniquen contigo y sí tú consideras que valen la pena, los pongas en contacto conmigo.

Maye

Tuxtla Gutiérrez 

Querida Maye:

Espero que me escriban algunos galanes interesados en ti, pero ya te voy a comunicar con otros que me buscaron antes para que los contactara con señoritas maduritas como tú. 

Duque de Santo Ton:

¿Por qué será que a partir de que cumplí los cuarenta años de edad yo me siento muy caliente y quiero abrazar a todos los hombres que se me ponen enfrente? ¿serán cosas de la madurez?

Lucía

Tuxtla Gutiérrez 

Querida Lucía:

Yo más bien creo que ya eras, eres y seguirás siendo piruja toda tu vida.  

Querido Duque:

Yo estoy segura de que existe vida en otros planetas, pero me pregunto si al morir ¿los marcianos también se irán al Cielo?

Maricruz

Tuxtla Gutiérrez 

Querida Maricruz:

Si realmente existen los marcianos, entonces lógicamente tienen tanto derecho como tú de ir al Cielo, si se portan bien. 

Duque:

Mi hermano mayor se fue a estudiar a la Universidad de Morelia, y después de titularse regresó casado con una gata que con sus puros bigotes y los pelos parados te espanta. Yo sé que mi cuñada tiene familia en Michoacán, y que mi hermano estaba trabajando muy bien allá ¿para qué habrán venido a vivir a Tuxtla? Aquí nos dan vergüenza. Al menos yo me afrento de haber emparentado con una prieta tan fea.

Gustavo

Tuxtla Gutiérrez 

Querido Gustavo:

Tu hermano tiene todo el derecho del mundo a que le gusten las prietas, y él y su esposa también pueden vivir en donde mejor les plazca. Acuérdate de que a la familia no se le escoge y en un país en el que hay tanto naco, algún día, el que no cae, resbala. 

Duque de Santo Ton:

La crisis económica me tiene hecho un guiñapo, me quedé sin empleo, sin negocios y con muchas deudas. Mi esposa y mis hijos estaban acostumbrados a tener solamente lo mejor, pero ahora ya nada puedo darles. No sé qué hacer.

Humberto

Tapachula 

Querido Humberto:

No pierdas la calma, las cosas están muy mal, al parecer se pondrán peores, pero lo importante para nosotros es resistir y poner buena cara al mal tiempo. Sigue mi consejo y encomiéndate a Dios, todo pasará. 

Hola mi estimado señor Duque:

Soy un hombre gay, entré a trabajar en un lugar, y ahí conocí a un señor del cual me he enamorado, y no he podido de dejar pensar en él, en ocasiones hemos cruzado palabras e inclusive nos han mandado juntos de comisión, pero no me he atrevido a decirle que me gusta, aunque estoy bien enterado de que yo también le atraigo, pero siento que él es un gay de clóset. Por favor ayúdame, ¿qué me aconsejas hacer?

Mil gracias. Besos.

Marlon

Tuxtla Gutiérrez 

Querido Marlon:

Por tu forma de escribir se nota que tú sí que estás afuera del clóset. Si piensas que el hombre que te gusta sí es un gay de clóset, mejor déjalo en paz, pues ese tipo de homosexuales suelen ser intolerantes con “las locas”, y tienden a comportarse violentos con quienes creen que los acosan o los incitan a liberar sus preferencias. 

Duque de Santo Ton:

Desde que dejé de ser adolescente he puesto todo mi empeño para ser un hombre sin apuros económicos, y desde antes de cumplir los dieciocho años empecé a trabajar y estudiar. Terminé la licenciatura, tuve buenos empleos, pero jamás tuve la paciencia para permanecer en ellos el tiempo suficiente para progresar. Jamás hice huesos viejos en ningún lado y ahora que me aproximo a la vejez me aterra el no tener ni en que caerme muerto.

Rafael

Tuxtla Gutiérrez 

Querido Rafael:

No te angusties, el pasado ya es pasado, y estoy seguro de que no te faltará la forma de subsistir. Nadie tiene la vida asegurada así que no te quejes, mejor agradece a Dios que te permita llegar a viejo, pero eso sí, cuídate lo más que puedas. 

Duque de Santo Ton:

A mi mamá le gusta que todos sus hijos nos reunamos para comer en su casa los domingos, y todos hacemos hasta lo imposible por no fallarle a la jefa, pero la insensible de mi esposa dice que ya está harta de hacer siempre lo mismo, que quiere que la lleve a conocer lugares bonitos y no sé qué tanto. Además, se queja de que a ella, a mis cuñadas y a mis hermanas les toca servir y levantar los platos, mientras mi madrecita disfruta tomando café y un traguito con sus hijos. Ya le dije que no sea egoísta, que mi mamá ya va de salida, que nuestra obligación es procurar que pase contenta sus últimos momentos, y la muy descarada me respondió que ella no tiene por qué estar atada a esa costumbre porque ella tiene su propia madre a la que también quiere ir a ver. Estoy asombrado de su egoísmo pues bien sabe que mi jefa nos ha ayudado mucho a tener lo poquito que tenemos ¿qué podré hacer?

Francisco

Chiapa de Corzo 

Querido Francisco:

Lo que puedes hacer es comprender a tu esposa y darle el aire que te está pidiendo. Para que una relación funcione debe haber reciprocidad.