HOSPITAL DEL ALMA 110719

Por El Duque de Santo Ton

([email protected]

Duque de Santo Ton:

Yo soy de Sinaloa y hace algunos años vivía muy tranquila con mi familia en Culiacán, hasta que un amigo de mi esposo le ofreció un trabajo aquí en Chiapas porque, según él, su hermano jugaba en las grandes ligas de la política local, lo cual resultó cierto porque desde que llegamos fuimos recibidos como reyes.

En menos de dos años mi marido hizo una gran fiesta para celebrar sus primeros quinientos millones de pesos depositados en Suiza, y tanto mis hijas como nosotros nos convertimos en figuras indispensables en la alta sociedad de Tuxtla. Lo malo fue que con el dinero también llegaron las zorras, y mi susodicho esposo se divorció de mí y me dejó en la ruina, lo mismo que a mis hijas, para casarse con una pelandusca pintada de güera. Quise defenderme pero me encontré que en este estado no existe la justicia, pues todas las autoridades y los notarios públicos se han comportado como verdaderos delincuentes y se tapan unos a otros como si fuera lo más normal. Quiero justicia.

Araceli

Chiapa de Corzo 

Querida Araceli:

¡Bienvenida al Cielo! 

Querido Duque:

No me lo vas a creer pero hace algunos años a mi esposo le dieron un nombramiento muy importante y nuestra vida cambió por completo. Tuvimos la suerte de que nuestros hijos estudiaran en buenos colegios; yo no volví a dedicarme a los quehaceres domésticos y mi esposo hasta aprendió a jugar golf. Todas nuestras amistades cambiaron, y no había fiesta de gente conocida a la que no estuviéramos invitados. No me lo vas a creer, Duque, pero hace unos meses que mi esposo se quedó sin chamba, y de la noche a la mañana nos quedamos sin amigos, ya no nos invitan a las fiestas y la gente evita saludarnos, hace como si no nos viera.

Clarita

Tuxtla Gutiérrez 

Querida Clarita:

¿Cómo no te voy a creer? Claro que te creo y espérate a que se les acaben los ahorros y tengan que volver al nivel de vida que tenían antes de que el pueblo pagara por todos sus fastos, ni pingpong va a querer jugar nadie con tu marido. 

Duque:

No sé si soy gay pero me siento atraído por los hombres sin ropa. Jamás he tenido relaciones homosexuales con otros hombres, soy casado con hijos y llevo una vida normal pero uso mi computadora para visitar sitos Web de hombres desnudos. La bronca está en que el otro día mi esposa revisó mi “historial” y encontró todas las páginas porno gay que había visitado ese día. Me reclamó furiosa y yo tuve que decirle que lo que pasaba es que le había prestado mi lap top a mi mejor amigo y que seguramente él era gay de clóset. Ni tarda ni perezosa, mi linda mujer le llamó por teléfono a la esposa de mi mejor amigo para decirle que su marido era gay y se ha armado un embrollo del que ya no sé cómo salir.

Roberto

Tuxtla Gutiérrez 

Querido Roberto:

Hay cosas que no pueden esconderse eternamente, ni siquiera las preferencias sexuales diferentes. Es por ello que me parece que debes reconocer que te gustan los hombres, que el no haberlo dicho a tu esposa antes del matrimonio fue un engaño, y que esos deseos eróticos inexplicables que luchan por salir de ti, simple y sencillamente, existen. Para remediar la situación debes hablar con todos los afectados, confesar tu falta y atenerte a las consecuencias. Si tu esposa te ama y tus amigos te quieren, comprenderán y si no, enfrenta los efectos de vivir una doble vida. Tarde o temprano lo ibas a tener que hacer porque, como te dije, tarde o temprano aflora la verdad. 

Querido Duque de Santo Ton:

Yo era muy guapa de joven, además de que me arreglaba muy bien. Siempre salía con los mejores partidos de Chiapas pero no me casé con ninguno de ellos porque aunque era guapa, mi familia era pobre y los ricos rara vez se casan con las pobres. El caso es que después de varios años de tomar píldoras anticonceptivas y uno que otro aborto, mi ginecólogo me dejó bien claro que yo jamás podría ser madre, aunque me casé con un hombre joven, guapo y saludable, que me adora, por lo que decidimos adoptar a una niña indígena que se quedó huerfanita al nacer. Era nuestra adoración la chamaquita pero, por desgracia, una mañana se nos cayó de un columpio cuando tenía cinco años y falleció instantáneamente. La tragedia me dejó destrozada, se puede decir que ya soy una vieja amargada, pero mi esposo me sigue queriendo como soy y me insiste en que volvamos a adoptar, aunque yo no sé si sería capaz de pasar nuevamente por el mismo sufrimiento ¿tú qué opinas?

Marilú

Tuxtla Gutiérrez 

Querida Marilú:

Yo estoy de acuerdo con tu ginecólogo: jamás podrás ser madre, acepta la voluntad de Dios. 

Querido Duque de Santo Ton:

Mi jefe de la oficina me dijo que si no quería que me hiciera la vida imposible, que iba a tener que portarme cariñosa con él. Yo lo haría, Duque, porque en el fondo el muchacho me gusta, pero se me hace muy prepotente su actitud. Le dije que no lo iba a hacer y desde entonces él en persona se ha encargado de hostigarme, de hacer que el tiempo que paso en el trabajo me parezca un infierno, no sé qué hacer.

Maripaz

San Cristóbal 

Querida Maripaz:

En todos los empleos burocráticos existe la prepotencia, así que si ya estás en ese empleo y aceptaste que “lo harías”, pues hazlo. Capaz y hasta terminas como jefa de departamento y pasas a tus subordinados “al pizarrón”. 

Querido Duque:

Tengo una hija de 25 años que se fue a estudiar un posgrado a Barcelona desde hace como cinco años, y anoche nos habló para decirnos que no va a volver por el momento porque ya consiguió un buen trabajo allá y que se va a casar con un español. Al principio pensé que nos iba a mejorar la raza pero después me hizo notar que el hombre es español pero negro ¿te imaginas? ¿Mi hija casada con un negro? Estoy muy mortificada.

Amparo

San Cristóbal 

Querida Amparo:

Debes dejar que tu hija decida sobre su futuro libremente pues ya está en edad de hacerlo. De todas maneras puedes estar segura de que ya vive con el hombre y que no dará marcha atrás. Apóyala y acostúmbrate a la idea. Acuérdate de que San Martín de Porres también era de color y ahora es un santito muy bueno. Ni se te vaya a ocurrir hacer el feo a tus nietos, cuando los tengas.