HOSPITAL DEL ALMA 260424

Por EL Duque de Santo Ton 

Duque de Santo Ton:

Hace como un mes me sentía muy mal de todo el cuerpo, y fui a ver a una doctora. Yo trabajo como vigilante en una empresa de seguridad, y el jefe de personal me mandó con esa doctora, la que me preguntó mi edad, que si era casado, que si cuantos hijos tenía y así. Después me pidió que me desvistiera y que me quedara solo con calzoncillos y calcetines.

Sentí mucha vergüenza, pero no me quedó más remedio que hacerlo, y cuando estaba ya en trusa, la doctora me dijo que me tendiera en una plancha que había ahí en su consultorio. Me estuvo apretando la panza y me preguntaba que dónde me dolía, hasta que metió la mano debajo del calzón y me agarró el instrumento masculino y me preguntó que si también me dolía. Le contesté que no, pero me lo estuvo jugando tanto que se me puso tieso, tieso, y entonces la doctora terminó de desnudarme y se puso mi miembro en la boca. Yo no sabía qué hacer, pero la doctora se levantó, se quitó la blusa y el brasier, y me pidió que le besara los senos. Después, yo le bajé los calzones y la penetré y la penetré hasta que terminé haciéndolo con ritmo. Entonces, cuando más concentrado estaba, sentí que un dedo de la doctora, untado con una grasa o con un aceite, buscaba meterse en mi ano. Traté de protestar, pero fue inútil, la doctora me metió el dedo y yo pensé que después de todo era doctora y que los médicos, según sé, hacen ese tipo de cosas. Cuando terminamos me dio un rollo de papel de baño para que me limpiara y ella se retiró para hacer lo mismo, supongo. Después regresó, me pidió que me vistiera, me recetó unas medicinas, y me pidió que volviera a consulta en un mes. La verdad es que después de pensarlo, tengo la idea de que ella abusó de mí, pero me gustó y yo me dejé hacer lo que ella quiso. De hecho, sí quiero regresar a consulta otra vez pero no quisiera que me volviera a meter el dedo. 

Fidel

Tuxtla Gutiérrez 

Querido Fidel:

En esta vida todo tiene su precio, sobre todo la salud.   

Duque:

Soy una señora con 25 años de casada, y después de toda una vida feliz y sin sobresaltos, empiezo a sospechar que mi esposo me engaña. De hecho, varias de mis mejores amigas ya me han venido a contar que lo han visto muy bien acompañado, de muchachas más jóvenes que yo. En contra de lo que pudieras pensar, Duque, mi reacción ha sido la de buscar mi propia satisfacción, porque a mí, mi marido ya me aburrió como hombre. Quisiera que me pusieras en contacto con algún señor o con algún muchacho que esté interesado en tener sexo sin compromisos emocionales, porque ya me considero muy madura para pensar en tener otro amor, pero mi cuerpo está lleno de deseos insatisfechos. 

Ana Lilia

San Cristóbal 

Querida Ana Lilia:

Suena muy interesante tu ofrecimiento, pero eres una mujer casada y eso me detiene, pues cuando una relación no está finiquitada puede dar lugar a muchos conflictos y no me gustaría ser quien pague, sin deberla ni temerla. 

Querido Duque:

Mi esposo está casado conmigo en segundas nupcias, pero se ocupa de pagar los gastos de los hijos de su primer matrimonio. Yo le tengo prohibido que frecuente a esos muchachos, aunque les pague sus cosas, porque me da miedo que se vuelva a involucrar con su anterior esposa, una zorra ofrecida de lo peor. Sin embargo, hace unos días, vino a visitarnos su hija, la mayor, para traernos la invitación de su boda. Se me hizo buen detalle el hecho de que no le pidió dinero a su padre para pagar la boda, y sí incluyó su nombre en las invitaciones. Ella y su novio se portaron muy monos, pero lo que estropeó todo, fue que la muchacha le pidió a mi marido que la entregara en el altar, y que después fuésemos los dos a la fiesta ¿qué te puedo decir? Esa muchacha está loca. En primer lugar, no pienso permitir que sea mi marido el que protagonice la fiesta de otra familia que no es la nuestra, y en segundo lugar yo no pienso pararme en una fiesta en la que sé que no soy bien recibida, ni exponerme a una grosería o a un desaire. Mi esposo, sin embargo, ya estaba muy dispuesto para llevar del brazo a la muchacha en la ceremonia y a ir al baile. Cuando le dije que no iba a tolerar que hiciera ni una cosa ni la otra, me pegó bien feo, pero ya me pidió perdón. 

Noelia

Tuxtla Gutiérrez 

Querida Noelia:

Eres una mujer llena de complejos y de conflictos. El compromiso que tiene tu marido con sus hijos lo adquirió antes de conocerte y debes sentirte lo suficientemente segura para permitir que los cumpla sin crear problemas. La actitud de la hija se me hace mucho más madura que la tuya. Es que tu reacción es casi la de una salvaje, Noelia, por el amor de Dios.