SIN LÍMITE 240619

La desgracia de Tuxtla Chico.

Por Alberto González Martínez 

En las últimas semanas, el desbarajuste prevaleciente en la frontera sur de México se ha manifestado por doquier. Como si de un día para otro todos los dioses estuvieran muy enojados con nosotros.

 

A la grave crisis migratoria –que al parecer llegó para quedarse– agréguele los problemas políticos y sociales que menudean en todos los pueblos fronterizos.

La inesperada irrupción de migrantes nos explotó como un cohete chino entre las manos. Mientras, los conflictos políticos se fueron multiplicando por la escasa visión de los ayuntamientos, en donde los principales ingredientes son la soberbia, la ineptitud y el cinismo.

En los días recientes, un grave escándalo surgió en el ayuntamiento de Tuxtla Chico, apacible pueblo fronterizo donde el grueso de sus pobladores solo aspira a vivir en paz.

La alcaldesa de aquel municipio, Deysi Lisbeth González Aguilar, fue acusada por el Síndico Municipal, Romeo de la Cruz Chávez, de haber falsificado cerca de 200 firmas de igual número de beneficiarios de los programas sociales que promueve, afanosamente, el Presidente López Obrador.

Y en un afán perverso de culpar de todos nuestros males al Movimiento de Regeneración Nacional, para ir abollando el innegable arrastre de Andrés Manuel López Obrador, en los diversos medios de comunicación se ha dicho que Deysi González es militante de dicho instituto político y, por tanto, la corrupción que allá campea es culpa de Morena.

No es cierto. Deysi González no es militante del Movimiento de Regeneración Nacional ni piensa serlo. Luego entonces, los coléricos ataques no deben apuntar hacia Morena sino hacia la verdadera filiación política de la todavía alcaldesa de Tuxtla Chico.

Para clarificar la problemática que allá existe, nada mejor que echar un vistazo retrospectivo hacia los factores que influyeron para que Deysi González llegara a la presidencia municipal:

El 25 de enero de 2018, el ahora Presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, visitó la cabecera municipal de Tuxtla Chico. Participó en un acto de proselitismo político en el Estadio “San Miguel” de aquella pintoresca villa.

Justamente ese día, el autor de estas letras compartió una breve crónica de lo que allá ocurrió. Vale la pena recordar algunos fragmentos de ese texto:

“… como los gandallas nunca faltan, Tuxtla Chico tuvo que abrir sus puertas de par en par y su campo de fútbol pronto se inundó de matraqueros de la Central Campesina Cardenista, la triple “C” que históricamente se ha mantenido al servicio de gobiernos priístas.

“No faltó quien metiera a jóvenes de una batucada, más familiarizada con los tricolores que con los de Morena que se asumen como la esperanza de México.

“Los que de plano se descuadraron fueron los veinte petistas que se metieron hasta la cocina con sus enormes banderas del PT. Pronto el respetable se percataría que, con pocas nueces, esa franquicia familiar intentaba aturdir a los asistentes con mucho ruido.

“Antes de la llegada de Andrés Manuel, el público pudo disfrutar esos forcejeos aldeanos para agandallarse los espacios, las banderitas, las lonas, las pancartas…”.

Por esta razón, los operadores políticos del Comité Nacional de Morena cometieron un error de cálculo: el ensordecedor ruido que hicieron los matraqueros de la Central Campesina Cardenista (CCC) y el sinnúmero de banderitas y estandartes que ese 25 de enero de 2018 portaban y agitaban sin cesar, atarantó tanto a los visores morenos que se fueron con la finta.

Y cuando la Comisión de Candidaturas deliberó en torno a la propuesta que la coalición “Juntos haremos historia” debía formular para el ayuntamiento de Tuxtla Chico, la mayoría estuvo de acuerdo en que la Central Campesina Cardenista contaba con los méritos suficientes para encabezar la planilla.

No es ocioso recordar que René González, el dueño de esa ruidosa agrupación denominada “Triple C”, ambicionaba ser el candidato de la coalición para la diputación local por el distrito XXIV con cabecera en Cacahoatán. No lo dejaron patalear tanto; pero le dieron a su hija Deysi González la candidatura a la alcaldía tuxtlachiquense.

De ahí que es absolutamente falso que Deysi González sea militante de Morena.

Tan no lo es que el Síndico de aquel ayuntamiento, Romeo de la Cruz, que sí es militante de hueso colorado del Movimiento de Regeneración Nacional, la está denunciando porque ha visto infinidad de irregularidades y muy mal uso de los recursos económicos en aquel municipio.

Los detalles de este sainete se los compartiré en los días por venir para que usted, agudo y respetable lector, pueda contar con el panorama real del escándalo que sacude a la otrora tranquila población tuxtlachiquense.

Por hoy, puedo adelantarle que la Central Campesina Cardenista sigue siendo fiel a su vocación mercenaria: olvidándose que fue Morena quien le dio oportunidad de hacer alcaldesa a su hija, René González está haciendo el trabajo sucio para resucitar al PES (Partido Encuentro Social), que a nivel nacional ya le dieron cristiana sepultura por no alcanzar el porcentaje mínimo de votos.

Es decir, René González, el papá de Deysi, la alcaldesa de Tuxtla Chico, está traicionando a Morena y ahora pretende engordarle el caldo al partidito enclenque de los hermanos De León Villard y que en aquellos rumbos fronterizos mangonea Sergio Rivas, el sedicente diputado local por el XXIV distrito electoral.

Tan es así que, para hoy, sábado 22 de junio, están convocando a una reunión amplia en Cacahoatán para afiliar a todos los integrantes de la “Triple C” al extinto PES, quizá con la peregrina esperanza de resucitarlo.

Deysi González y su papá enseñan su verdadero rostro y demuestran –a propios y extraños– que no saben respetar acuerdos ni honrar la palabra empeñada antes de postular la planilla por la coalición “Juntos haremos historia”.

Los hermanitos De León Villard y el peón que tienen comisionado en el distrito XXIV presidirán hoy, en Cacahoatán, este hilarante acto en que los engañifas se quitan las máscaras.