HOSPITAL DEL ALMA 070619

El Duque de Santo Ton

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Duque de Santo Ton:

Tengo 42 años de edad, con un negocio propio en el que me va bastante bien, por fortuna. Estuve casado con mi esposa durante 13 años, pero nos divorciamos hace cinco y no tuvimos hijos.

Mi ex esposa es estilista y siempre me cortaba el cabello y lo hacía muy bien. Obviamente desde nuestro divorcio eso se terminó. Y desde entonces me he acostumbrado a traer el cabello un poco largo y me lo peino con una cola de caballo. Me siento a gusto así y a veces hasta yo me lo corto, aunque casi siempre voy a cortármelo con un peluquero que es amigo mío. El problema de esto es que a mi madre le disgusta que traiga el pelo largo. Siempre que nos vemos me critíca y me dice que me lo corte. Dice que un hombre no debe de traer el pelo largo, pero yo siempre lo traigo limpio, me lo lavo todos los días con un buen champú y no lo traigo suelto y está muy sano. ¿Crees que me lo debo cortar?

Belisario

Tuxtla Gutiérrez 

Querido Belisario:

Hay cosas de los hijos que jamás aceptarán los padres, pero cada quien es libre de usar el cabello como mejor le acomode. Es mejor que te guste usar cola de caballo y no cola de caballero. 

Duque:

Estoy enamorada del novio de mi mejor amiga y haría lo que fuera para que él termine con ella y se enamore de mí ¿me podrías recomendar algún encantamiento? 

Maruca

Tuxtla Gutiérrez 

Querida Maruca:

A las doce de la noche, en luna llena, enciendes una vela morada, y tomas dos limones, uno muy grande y otro muy pequeño. Al grande le escribes con plumón rojo el nombre del novio de tu mejor amiga, y al pequeño le escribes el nombre de ella. Luego pones el limón pequeño en el suelo y lo pisoteas con mucho coraje hasta que le exprimas todo el jugo y lo dejes seco. Así como se secará el jugo del limón pequeño, así se secará el amor que el novio de tu amiga siente por ella. Después de eso, introduce el limón aplastado en un frasco de vidrio, tápalo y ponlo un minuto al calor de la vela mirándolo con odio. Guárdalo en un lugar oscuro. Al segundo limón, al grande, lo pones al calor de la vela, sin quemarte, y repites: “fuego que todo lo purificas, destruye el amor que mi hombre siente por esa perra”. Apagas la vela y le clavas alfileres al limón en toda la piel, repitiendo el nombre del muchacho que te gusta. Hecho esto, lo guardas en una cajita durante seis días y después lo sacas y lo tiras a la basura. Para entonces ya se habrán secado tanto el limón como el amor que el novio de tu amiga sentía por ella. Al limón del frasco aviéntalo a un caño, al río Sabinal o a algún otro lugar del que sepas que está contaminado con materia fecal. No falla. 

Querido Duque de Santo Ton:

Aunque soy rubia y tengo bonito tipo, toda mi vida he sido pobre. Tanto, que jamás había ido a un restaurante caro. Por eso me sentí contenta la otra tarde, cuando unas primas, cuyo papá es político, me invitaron a comer a un restaurante de esos muy elegantes. Ellas llegaron muy seguras de sí mismas, se sentaron y llamaron al mesero por su nombre y le pidieron que les llevara unos cosmopolitan. Yo no sabía qué era eso y como nadie me explicó, pedí una coca cola. A la hora de ordenar me quedé sorprendida con los precios. Los platillos estaban carísimos. Todo costaba más de trescientos pesos y a mí me dio mucha vergüenza con mis primas. Ellas ordenaron mariscos, sopas y cortes de carne y yo no sabía qué pedir, hasta que me decidí por un pollo a la suriana con papas fritas, que era lo más barato. Mis primas comieron tanto que ya no pidieron postre y yo me quedé con ganas de probar un pastel muy rico con salsa de frutos rojos. Sin embargo, mis primas pidieron la cuenta y nos fuimos. Me pasaron a dejar a mi casa y yo me quedé con la sensación de haber ido a un restaurante caro sin haber ido.

Nerea

Tuxtla Gutiérrez 

Querida Nerea:

Realmente no sólo eres pobre, sino que piensas como pobre, que es lo peor. En primer lugar, si tus primas te invitaron, las preocupadas por la cuenta deberían haber sido ellas, no tú. Si no conocías los tragos cosmopolitan, hubieras pedido uno y si no te hubiera gustado podrías haber pedido que lo retiraran sin ningún problema. Por otra parte, era tu oportunidad para ordenar lo mejor de la casa que, por lo general, es lo más caro. El hecho de que tus primas no hayan querido comer postre no debió ser impedimento para que pidieras tu pastel aunque las nenas hubieran tenido que esperar a que te lo terminaras. 

Querido Duque de Santo Ton:

De todos los hermanos de mi mamá, solamente uno se quedó soltero y vive con mi abuelita, que es viuda. Bueno, Duque, te escribo porque confirmé lo que ya todo mundo pensaba: mi tío es gay y tiene novio. Nunca lo ha dicho y atribuye su soltería al destino, pero la verdad es que le gusta el arroz con popote: yo me lo encontré en un antro y él no me vio, pero yo lo miré bien trincado con un muchacho. Pienso contárselo a toda la familia, especialmente a mi abuelita, porque se me hace injusto que ella ignore que vive con un sodomita ¿qué tal que le pega el SIDA?

Sonia

Tuxtla Gutiérrez 

Querida Sonia:

La vida de sexual de las personas es un asunto privado que no atañe más que a los involucrados y que los demás deben respetar. Tu deseo de proteger a tu abuela se me hace idiota porque nadie conoce mejor a sus hijos que sus padres, así que no creo que le salgas con ninguna novedad a la vieja. Por último, déjame decirte que el ser gay no significa estar enfermo de SIDA, ni siquiera ser seropositivo. Vaya que eres ignorante ¿eh, Sonia? 

Querido Duque:

Mi esposo compró hace tres años un departamento en la zona más exclusiva de Cancún, y allá hemos ido los dos últimos veranos, y aun fuera de temporada, eventualmente nos vamos a pasar algunos días por allá. Nosotros ya no tenemos hijos adolescentes. Nuestros dos hijos, un hombre y una mujer, están casados. Mi hija tiene un bebito de cinco meses y mi hijo aún no tiene niños. Sin embargo, han ido muy pocas veces, no les interesa vacacionar con nosotros, que sí lo hemos disfrutado mucho, y a veces invitamos a parientes y amigos. Pensamos que debemos compartir esa felicidad, que no todos tienen  la posibilidad de disfrutar un sitio así, pero eso molesta mucho a mis hijos pues opinan que nuestros invitados son unos parásitos que se aprovechan de nuestra soledad para vacacionar como ricos.

Carmen

Tuxtla Gutiérrez 

Querida Carmen:

Tanto tu marido como tú tienen todo el derecho de disfrutar de esa propiedad como les venga en gana y de invitar a quienes se les antoje. Si tus hijos no quieren vacacionar en Cancún, que se lo pierdan. Además, Carmen, perdona que te lo diga, pero debiste haber inculcado la generosidad en los valores que infundiste a tus hijos, pues se trata de una cualidad que denota refinamiento.