HOSPITAL DEL ALMA 060619

 

Por El Duque de Santo Ton

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Querido Duque:

Siempre te he leído y me gusta mucho tu sección, así como los consejos que das, pero en especial me gusto y me llamó mucho la atención uno en particular.

Es por eso que me atrevo a pedir tu ayuda para ver si existe una posibilidad de que me ayudes a contactar con una persona de nombre Claudia, cuyo mensaje  publicaste el día viernes 13 de Mayo, ya que se me hace muy interesante su caso y en lo personal me llamó mucho la atención lo que ha publicado, tal parece que tenemos cosas en común, y además siento como si la conociera de años como un alma gemela sin haber estado junto a ella. Sin más me despido de ti, deseándote mucho éxito como el que hasta ahora hasta tenido. Espero  puedas ayudarme.

Manuel

Tuxtla Gutiérrez 

Querido Manuel:

El día 13 de mayo fue lunes, no viernes, por lo que me ha sido imposible identificar a la persona de la que me hablas. Mi columna no aparece los lunes en este diario, me es muy difícil ayudarte, ya que la información no es compatible con los datos archivados. 

Duque de Santo Ton:

Tengo una hermana que es médica y vieras como se ha vuelto de chucha. Parece que estudiar esa carrera de medicina fue el final de sus principios morales, y ahora la gran dama se aprovecha de gente moribunda y necesitada para hacer su agosto y esquilmar lo poco que tengan los familiares de sus pacientes. Nadie me lo contó, yo la he visto aprovecharse de gente que está a punto de morir, cuyos parientes tienen una deuda acumulada terrible encima y, por si fuera poco, llega ella a clavarles el colmillo como si fuera una hiena o un zopilote con colmillos. Yo ya le hablé y me contestó que ella estudió para volverse rica, que nadie le pagó la escuela porque ella estudió en la UNACH, y que la vida es así, que no sea yo ingenua ¿te das cuenta del monstruo en el que se convirtió?

Aremi

Tuxtla Gutiérrez 

Querida Aremi:

Tu hermana no es un monstruo sino una vulgar delincuente. Para empezar, la UNACH se sostiene con dinero del pueblo, así que no venga con que nadie le pagó la carrera; para seguir, cometer rapiña con gente pobre, necesitada y condenada a muerte solamente sabía que lo hacían los nazis en los años 1940, pero no eres la única persona que acusa a los médicos de lucrar con las necesidades de los pobres, condenados a muerte. Si entras en confianza, dile a tu hermana que no se lo deseo, pero que ya pagará en carne propia todo el mal que ha hecho, y que de nada le servirán los miles de pesos de los que se ha hecho indebidamente, porque de esta vida nadie se va sin pagar todo lo que debe. 

Duque de Santo Ton:

Estaba yo en un bar en el que me dejaron unos amigos bebiendo solo, cuando de pronto me hizo la conversación un muchacho como de 18 años, y me pidió que le invitara unas cervezas. Con tal de tener con quien platicar no tuve inconveniente, pero el problema es que en lugar de solamente platicar, terminamos cogiendo ¿seré gay?

Beto

Tuxtla Gutiérrez 

Querido Beto:

Dicen que una golondrina no hace un verano, pero en tu caso particular algo me dice que sí, que sí eres puto.

Querido Duque de Santo Ton:

Tengo una prima que se fue a vivir a Guadalajara desde que era niña, pero que jamás perdió el contacto con sus amiguitas “decentes” de Tuxtla. Hace unas semanas esa prima me llamó por teléfono para decirme que una de sus amigas tuxtlecas iba a casarse, que iba a venir a la boda y me preguntó que si podría quedarse en mi casa unos días. “Mi casa es tu casa”, le respondí y hasta le pregunté los datos de su vuelo para ir a recogerla al aeropuerto. Para no hacerte el cuento largo, te diré que ya estando en Tuxtla, mi amiga me dijo que como venía sola y le habían dado dos, le sobraba un boleto para la boda. Me invitó a ir con ella y yo acepté. Nunca lo hubiera hecho. En la boda todas las personas sentían que estaban en una terraza veneciana y no en un salón de fiestas de un pueblo rabón como Tuxtla Gutiérrez. Todo el mundo hablaba de dinero, de casas, de joyas, de viajes, de su amistad con artistas y políticos, incluso mi prima, y yo me aburría como un ostión. Llegó un momento en que todos se cambiaron de mesa y mi prima no tuvo la atención de invitarme a seguirla, me dejó sola hecha una imbécil, lo cual me dio mucho coraje, por lo que me levanté, tomé un taxi y me fui a mi casa. Pensaba dormirme y no abrirle a mi prima cuando regresara, pero no tuve el valor para hacerlo, pero sí le puse una carota de malos amigos y casi no le hablé hasta que pasó a recogerla el taxi que la llevó al aeropuerto. Ya que se fue me sentí mal, pero no iba a permitir que me despreciara alguien que estaba durmiendo y tragando en mi propia casa.

Lorena

Tuxtla Gutiérrez 

Querida Lorena:

Eres una lépera de lo peor. Esa mujer era tu huésped y como tal debiste soportar sus majaderías sin protestar ¿total? con no volverla a invitar era suficiente; pero hacer sentir mal a una persona a la que previamente se le abrieron las puertas es típico de gente ordinaria y vulgar como tú. 

Duque:

¿Sabes lo que es el “beso del payaso”?

Sergio

San Cristóbal 

Querido Sergio:

Es muy temprano para dar ese tipo de explicaciones. Confórmate con saber que es una perversión sexual que, espero, nunca hayas hecho. 

Duque:

Cuando yo era joven tenía un amigo por el que se derretían todas las mujeres de Tuxtla Gutiérrez y hasta las que venían de fuera. Yo le tenía envidia, porque a mí casi nadie me hacía caso y hasta las más feas me despreciaban. Mi amigo se sentía tan guapo, que se fue a México para tratar de entrar al medio artístico. Yo me quedé aquí, terminé mi carrera, me casé con la única novia que tuve en la vida y que ahora es la fodonga madre de mis tres hijos. Hace poco supe que mi amigo el guapo estaba de visita en Tuxtla y lo busqué para platicar. Lo invité a tomar unos tragos y me asombró ver que se conserva en estupenda línea, tiene la misma cabellera abundante de 1974, y tan sólo unas cuantas arrugas denotan en su físico el paso del tiempo. Sin embargo, Duque, me partió el alma saber que jamás consiguió hacer nada ni en la radio ni en el cine ni en la televisión. El tiempo se le fue pasando y todas las mujeres e hijos que tuvo lo abandonaron porque él no les daba ni cinco centavos para sobrevivir. Me confesó que no tenía dinero, que vivía al día y hasta me pidió dinero prestado. Miles de recuerdos se me atragantaron en el cerebro, pero mi ídolo no se resquebrajó. Pagué la cuenta del restaurante y le di cuatro billetes de quinientos pesos a él, diciéndole que me hubiera gustado darle más pero que yo también estoy algo apretado de dinero. Nos despedimos como si la reunión hubiera sido hace cuarenta años y prometimos volver a vernos lo cual yo dudo.

Florián

Tuxtla Gutiérrez 

Querido Florián:

A veces hace falta que transcurra la vida para poder entenderla. Me alegra que hayas disfrutado, aunque fuese por un momento, de tu amigo de juventud.