ARDIÓ PARÍS

 

-Llora el Mundo- 

Por Manuel Zepeda Ramos 

El fuego arrasa todo a su paso. Veracruz y Chiapas hoy padecen sus efectos.

 

Como el agua, el viento y el magma que brota del fondo de la tierra, las cuatro fuerzas de la naturaleza han puesto a prueba al hombre y a su todavía muy poco tiempo de permanencia en el Planeta.

El lunes 15 de abril, pasadas las 6.30 PM hora europea, le tocó a la Ciudad Luz. Le tocó a Paris.

La casi milenaria catedral de Francia, el símbolo parisino que la identifica ante el Mundo de la fe: Notre Dame, la Catedral de nuestra Señora, representante indiscutible de la arquitectura gótica, baluarte de la cultura universal, cayó doblegada por el fuego ante la impotencia, incredulidad y dolor profundo de una población capitalina y miles de visitantes de la Tierra que todos los días del año se congregan en la hermosísima capital francesa.

Las primeras indagatorias y especulaciones del motivo, se refieren a trabajos de remodelación y a una infausta chispa de soldadura que cayó sobre vigas centenarias, secas y resistentes pero muy inflamables, dando origen al siniestro.

Atrás quedó el  esfuerzo del general Dietich Von Choltitz, gobernador de la dominación alemana durante la Segunda Guerra Mundial, representante del Führer en la Ciudad Luz, y del diplomático Sueco Raúl Nording cuyas acciones han sido multi divulgadas y multi interpretadas en novelas, obras de teatro y películas -¿Arde París?, El libro de Larry Collins y Dominique Lapiere y la película basada en él del cineasta René Clement; “Diplomacia”, la obra de teatro de Cyril Gety y el filme de esa misma obra del cineasta Volker Schlöndorff en donde llevó a los actores Niels Arestrup como el general Von Choltitz y André Dussollier como el diplomático sueco Raúl Nording, entre otras muchas.

Simplemente, el gobernador nazi se negó a cumplir la instrucción de Adolf Hitler -bajo la asesoría y petición cotidiana y mordaz del cónsul sueco en sus múltiples citas en el hotel Meurice, en la Rue de Rivoli, todavía vigente y ubicado a un costado del museo del Louvre, sede del gobierno de dominación-, de destruir París antes que entregársela intacta a los aliados que avanzaban inexorablemente sobre la capital francesa. Al no poder hacerla suya, dicen los biógrafos, el Führer prefería destruirla sin clemencia con el gran baño de sangre incluido. Entre los puntos inmediatos y principales de destrucción, sobresalían la Catedral de Notre Dame y la Torre Eiffel.

Atrás quedó la construcción de la Sainte Chapelle por el Rey de Francia, el Santo Luis, la que está también en la Cité enfrente de Notre Dame y adentro de la hoy Conciergerie, ese edificio que sirvió de calabozo para los sentenciados a morir decapitados durante la Revolución Francesa. Allí pasó su última noche María Antonieta. La Sainte Chapelle, ese maravilloso joyero que no tiene muros y sí grandes vitrales que la iluminan impresionantemente, que hoy es considerada como Patrimonio de la Humanidad y que San Luis en ese tiempo mandatario supremo de Francia mandó construir en los mismos tiempos de construcción de Notre Dame para depositar las reliquias de Cristo que comprara a Constantinopla, reliquias que hoy están depositadas en Notre Dame y que esperamos no hayan sufrido deterioro alguno.

Atrás quedaron todas las agresiones a lo largo de varios siglos sobre estatuas y monumentos de Notre Dame que poco a poco fueron rescatados y trasladados a otros sitios de Paris.

Atrás quedó el drama de Antonieta Rivas Mercado y su suicidio en la misma catedral de Notre Dame.

El lunes pasado, el mundo entero pudo ver como la aguja principal de la impresionante catedral gótica, aguja hecha con maderas preciosas, se desplomaba ante sus ojos y el estupor de todo el pueblo francés que sigue llorando inconsolablemente.

Varias preguntas me han surgido en estas horas:

¿Qué le habrá pasado a la Piedad, de Miguel Ángel, que ocupa el principal lugar del altar mayor?

¿Qué le habrán pasado a las reliquias de Cristo, hoy depositadas en la Catedral?

¿Qué pasó con todas las obras de arte allí exhibidas?

¿Qué pasó con los vitrales rojos, azules y amarillos que llenan de luz a la catedral?

¿Qué le habrá pasado a la Morenita del Tepeyac que lucía su grandiosidad rodeada de cientos de veladoras en uno de sus altares?

¿Qué pasó con las gárgolas, el gran símbolo exterior de esta obra de arte impresionante de la arquitectura gótica?

¿Qué pasa con la estructura y súper estructura de la catedral?

Son preguntas inevitables que habrán de tener, seguro estoy, una feliz respuesta para su reconstrucción.

400 bomberos de prestigio mundial -uno resultó herido de gravedad-, trabajaron heroica e incansablemente para conservar la casi milenaria Catedral de Notre Dame, Patrimonio de la Humanidad, testigo perenne del paso del hombre en la construcción de su historia.

Como en otras ocasiones, habremos de tener buenas noticias para que en los próximos años, espero estar presente, apreciemos nuevamente su majestuosidad inmortal.

El pueblo francés es muy grande para la derrota.