PALABRA DE DUQUE 020319

Yolanda Vargas Dulché 

¡Mataron a Rarotonga! 

“Yo la vi morir…” Café Tacva 

El 2 de diciembre de 2005, Gloriella, famosa vedette que interpretó al personaje de “Rarotonga” en el cine, fue brutalmente asesinada en Colima 

Por Julio Domínguez Balboa 

“Rarotonga” fue un personaje creado por la escritora Yolanda Vargas Dulché y su marido, el argumentista Guillermo De la Parra, que retrataba la imagen de una joven reina-bruja de los Mares del Sur, que se pasaba la vida seduciendo a los turistas que tenían la suerte de verla bailar en las noches de luna llena.

La historia fue difundida en la revista de dibujos dramatizados “Lágrimas y risas” y tuvo tal éxito, que en 1977 fue adaptada al cine, logrando tal golpe en la taquilla, que en 1980 se grabó una secuela. Muchos años después, en 1992, la banda de Rock mexicana Café Tacvba interpretó una canción con el nombre de la historieta para incluirla en su álbum debut “Café Tacvba”.

Lo anterior viene a cuento porque la vedette Gloriella, quien fue Rarotonga en el cine, realmente murió acribillada por un desconocido, en el interior de su negocio, en la ciudad de Colima, en el año 2005, en circunstancias tan trágicas que superaban cualquier ficción de “Lágrimas y Risas”. 

El nombre verdadero de la difunta era Gloria Cárdenas Sandoval, nacida en 1953, en Ixtlahuacán, Colima. Desde que era casi una niña, Gloria adoptó el nombre de Gloriella y empezó a trabajar como bailarina en teatros y cabarets. Probó suerte en Norteamérica y en Tijuana, con regular aceptación, hasta que a fines de los años 1960 empezó a presentarse en la Ciudad de México, el teatro Esperanza Iris (después Teatro de la Ciudad),  en el cuerpo de baile de una compañía de burlesque, destacando por la gracia y facilidad con la que se quitaba la ropa.

Se dice que Gloriella fue la primera bailarina en quedarse completamente desnuda en el escenario, mostrando todos sus encantos, para continuar el espectáculo brindando al espectador verdaderas lecciones de ginecología y proctología al ejecutar sus movimientos y dejar al descubierto sus partes más íntimas. 

Antes de ser tan famosa, Gloriella compartía protagonismos con otras desnudistas como Lyn May y Cleopatra. Ella iba a ser parte del elenco de la famosa película Tívoli (1974), de Alberto Isaac, pero en su lugar quedaron Lyn May y Gina Morett.

Golriella también incursionó en televisión, en el programa “Variedades de Medianoche”, conducido que Manuel "El Loco" Valdés, en el canal 2 de Televisa, como parte del atractivo visual que complementaban Rossy Mendoza y la Princesa Yamal. En cine, Gloriella debutó en el filme “Capulina contra los Monstruos” (1973).

Como se mencionó, uno de sus papeles más memorables fue “Rarotonga” (1977), dirigida por Raúl Ramírez; en ella desplegó sus dotes dancísticas, aunque su voz fue doblada. Por no llegar a un acuerdo con la producción, no se le incluyó en la siguiente cinta sobre el personaje, “La Isla de Rarotonga” (1980), en la que fue sustituida por la Princesa Lea. Decepcionada, la vedette se retiró del medio y contrajo matrimonio con un empresario regiomontano.

Años después regresó al medio y trabajó en cabarets, teatros y películas, así como en numerosas obras de teatro. Como modelo, fue retratada por fotógrafas como Paulina Lavista y Nadine Markova. Uno de sus últimos trabajos lo desempeñó en el Teatro Blanquita, en un espectáculo donde participaron vedettes como Grace Renat, Rossy Mendoza y Amira Cruzat.

Con la edad, el retiro de Gloriella del mundo de la farándula casi fue obligatorio, y volvió a Colima para instalar una agencia de bienes raíces, a cuyo despacho, el 2 de diciembre de 2005, cuando la guapa mujer tenía 52 años, un desconocido penetró sin pedir permiso con una pistola de alto calibre en mano y, sin pronunciar palabra, le metió un tiro en el pecho. Al caer al piso la otoñal mujer, el asesino la remató reventándole el cráneo con un segundo balazo.

El verdugo de “Rarotonga” fue un hombre, al decir de los testigos, de entre 52 y 57 años de edad. Los motivos del crimen nunca fueron aclarados a la opinión pública, la que, a pesar de sus glorias como Gloriella o como Rarotonga, ha sepultado a la danzarina en el olvido.