HOSPITAL DEL ALMA 091118

Por El Duque de Santo Son

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Duque de Santo Ton:

Desde hace años he seguido tu columna, ya que me gusta todo lo que recuerda el pasado fastuoso de la gente de sociedad, ya que crecí en San Cristóbal y, créeme, añoro toda esa buena época de candilejas, los bailes en el Club de Leones, el Blanco y Negro, el Baile de Embajadoras, el De la Rosa, etc. Ojalá vuelvas a escribir esas historias ya que ha dejado de gustarme tu columna porque se ha vuelto muy vulgar y yo sé que tú no lo eres. Un respetuoso saludo.

 

Euge

San Cristóbal

Querida Euge:

Por supuesto que no soy vulgar, al contrario, desbordo refinamiento, no sólo por haber nacido en noble cuna, sino porque he vivido en el gran mundo y he conocido otro tipo de gente, otras costumbres, por no mencionar mi cultura general, muy superior a la media de estas tierras. A mí también me gusta mucho escribir textos nostálgicos, evocadores de la gente decente que aquí existió y que se va acabando. Sin embargo, mis lectores van mucho más allá de las personas sensibles para ese tipo de temas, por lo que tengo que escribir para el montón. Piérdele el asco a mi nuevo estilo y vas a ver que también te vas a divertir, tanto como yo ¿total? No pienso encasillarme y sé que, como siempre, no tardo en cambiar.

Querido Duque:

Tengo 29 años y vengo de una familia en la que las mujeres a mi edad ya van por su segundo o tercer hijo; en la que a las mujeres sólo les importa casarse. De hecho, yo soy la única que terminó una carrera y todos me ven como la rara porque yo lo que quiero es trabajar, viajar y divertirme y en mis planes no está casarme ni tener hijos, por lo menos no pronto ¿Estaré mal por ser diferente a casi todas las mujeres que por lo general sólo sueñan con casarse y jugar a la casita?

Dolores

Tuxtla Gutiérrez

Querida Dolores:

No podría decir que estás mal, estás en la mejor edad para divertirte, pero si no te apuras y abres bien los ojos te vas a quedar sin marido, y no hay nada más patético que una cuarentona soltera, por mucho éxito profesional que tenga, porque en una sociedad como ésta los hombres sólo la voltean a ver para follársela y las mujeres ni la voltean a ver. Ya no eres una pollita mi reina.

Querido Duque:

Mi nombre es Paulina y soy originaria de la Ciudad de México. Tengo 24 años y me vine a vivir a Chiapas porque conseguí aquí un buen trabajo y porque mantengo una sana distancia con mis padres, a los que visito cada vez que puedo. Lo único que me falta para ser completamente feliz, es tener una pareja y formar mi propia familia. Lo malo es que estoy enamorada de un hombre casado y con hijos. Él dice que a su esposa ya no la toca, pero que sigue con ella para no deshacer la familia, que con la única mujer que tiene sexo es conmigo y que a quien verdaderamente ama es a mí. Yo lo adoro, pero pienso ponerle un ultimátum: o deja a su familia y se divorcia de su vieja o que mejor se olvide de mí y que no me haga perder el tiempo.

Paulina

Tuxtla Gutiérrez

Querida Paulina:

Para la mayoría de los chiapanecos, por muy miserable y desesperada, por dolorosa e insoportable que sea la situación conyugal y la convivencia familiar, sus miembros están obligados ideológicamente a justificarla tanto hacia dentro como hacia fuera. Por necesidad social se coloca una máscara en el rostro del sufrimiento, para idealizar la familia y el matrimonio. Se saca de la manga el sentimentalismo familiar omnipresente con su careta de hogar feliz y protector, de puerto tranquilo que, según dicen, es la familia para los niños. Se afirma como si fuera cierto, sí, cómo no, que la familia es una institución natural y biológica. El juego de engañarse a sí mismo es psicológicamente indispensable, ya que contribuye a poder sobrellevar la intolerable situación de los padres, los hijos y los hermanos, atados por un vínculo que la mayor parte de las veces es nefasto y autodestructivo. Desde mi punto de vista, tu situación de amante es mejor que la de esposa porque ¿total? ni siquiera eres de aquí, nunca serás aceptada por la sociedad, ya que con toda seguridad ya tienes fama de “quita marido” y por mucho que legalices las cosas, ese lastre te perseguirá de por vida. Mejor deja de lado la hipocresía de nuestra sociedad, asegura tu porvenir económico y si quieres tener un hijo, búscate mejor a un soltero, no te metas en camisa de once varas, porque los tuxtlecos le sonríen con facilidad al dinero, pero jamás olvidan un devaneo o un origen oscuro.

Duque:

Yo no sé por qué dicen que los viejos no tenemos deseos sexuales. Yo pasé por la menopausia hace varios años, mis hijos ya están casados, tengo nietos, soy viuda y me muero de ganas de ser tocada, besada y penetrada por un hombre. Sin embargo, tengo que adoptar el papel de la abuela, para la que el sexo sólo existió cuando se trató de concebir, pero que ahora tiene que ocultar su cuerpo fofo y desvencijado, pero sobre todo, sus ganas de hacer el amor.

Lilia

Tuxtla Gutiérrez

Querida Lilia:

Dicen que los seres humanos somos sexuales desde que nacemos hasta que morimos. Según me contaron, los bebés recién nacidos disfrutan tocando sus genitales, lo mismo que los niños, y que los viejos, e inclusive los moribundos, frecuentemente se masturban. Yo no sé de quién fue la idea de negar la existencia de la sexualidad infantil o de la sexualidad senil, pero es algo idiota. Entiendo perfectamente tus ganas de retozar y espero que consigas con quien. Mientras tanto, enciende un par de veladoras rojas de San Judas Tadeo, él es especialista en casos como el tuyo.

Querido Duque:

Mi hijita va a cumplir seis años de edad y pienso gastarme una lanota en su fiesta. Ya le mandé a hacer unos vestidos de princesa bien chingones, con corona y todo. Lo malo es que no consigo a un buen payaso, porque al único que conozco es rete malcriado, se pone a jugar con lumbre y maltrata a los animales, lo cual va en contra de la idea del festejo de una princesa como mi chamaquita. Mis amigas dicen que me vista yo de payaso y haga el performance, pero se me hace too much.

Joel

Tuxtla Gutiérrez

Querido Joel:

No te quiebres la cabeza: contrata a “Tomatito” es muy profesional, no dice leperadas, no se encuera, no hace juegos peligrosos, no maltrata a los animales y sí divierte a los niños con sus payasadas. Por cierto, ya que te gusta que los niños tengan buenos ejemplos, modera tu lenguaje de carretonero.