HOSPITAL DEL ALMA 061118

Por El Duque de Santo Ton

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Duque:

Siempre he tenido curiosidad de saber a qué te dedicas ¿se podría saber? bueno si no te molesta.

 

Perla

Tuxtla Gutiérrez

Querida Perla:

No me molesta hablar de mí, al contrario, es uno de mis temas favoritos. Sin embargo en esta ocasión la respuesta es lacónica: soy periodista.

Querido Julio:

No inventes, casi lloro de la risa con tu Hospital del Alma. Bueno, ya me imagino la de cartas que has de recibir y admiro la inventiva que tienes para contestarlas. Yo haciendo reseñas chiquititas para una fundación me quemo el coco. Te mando un beso enorme y me encanta haberte encontrado en el periódico “Oye Chiapas”.

Daisy

Tuxtla Gutiérrez

Querida Daisy:

Adoro tu nombre.

Duque:

Admiro tu capacidad de respuesta, eres sumamente directo, lo que es bueno para todos. Yo tengo dos hijas, una de 18 y otra de 20, que están en edad ya de andar en antros y fiestas, pero cada vez que les damos permiso mi mujer y yo, la que no duerme es mi mujer, a cada rato las está llamando por celular para preguntarles qué hacen. Se les da permiso hasta las 2 de la mañana, pero a las 1:30 ya empieza a llamarlas, que ya es hora, y cuando se pasan de las 2 de la mañana, les da su regañada bien fea, que hasta yo me siento mal ¿es sano?

Andy

Tuxtla Gutiérrez

Querido Andy:

Aunque en estos tiempos una niña de 16 años ya podría darles clases de educación sexual y de posturas en la cama a tus hijas, las circunstancias en las que vive México son tan difíciles, que es natural que tu señora canalice su angustia telefoneando por celular a las nenas, lo cual no va a impedir ni que se las cojan ni que las violen ni que las manoseen ni que las estrangulen, pero tu mujer puede sentirse menos angustiada si por lo menos las oye hablar aunque tengan la lengua de un tipo hurgando entre sus piernas.

Querido Duque:

Quiero conocer señores mayores de cuarenta años deseosos de tratar bien a una niña de quince años casi cumplidos. Me porto muy bien y me termino todo lo que me sirven en el plato.

Elena

Tuxtla Gutiérrez

Querida Elena:

Ten mucho cuidado. Te voy a recetar que leas un libro que se llama “Caperucita Roja” para que veas las consecuencias de que una niña aprenda a jugar con lobos.

Duque:

Soy una señora muy normal. No soy chiapaneca pero adoro a este estado y a Tuxtla Gutiérrez, después de todo mi marido y yo aquí nos volvimos ricos. Lo que me choca Duque son las mujeres y los hombres que sin ser de aquí, viven aquí y ganan dinero como jamás lo harían en otro lugar del mundo, además de que los chiapanecos los tratan como si fueran señores feudales, y encima tienen el descaro de quejarse de todo. Bueno, una señora del Club Campestre me salió con la estupidez de que aquí ella no toma agua sola porque la de Monterrey es mucho más sabrosa ¿lo puedes creer?

Aurora

Tuxtla Gutiérrez

Querida Aurora:

Te entiendo perfectamente. A mí una vez una fulana con tipo de criada me dijo que pertenecía a la “aristocracia” de Monterrey, como si yo no conociera Monterrey y no la estuviera viendo a ella. Hay chuchos a los que no tienes que jalarles el pellejo para saber si son finos o no.

 

Duque:

Hace unos días descubrí a mi chofer tocando los senos de mi esposa y frotando su miembro contra el trasero de ella, con el pretexto de que la estaba ayudando a sembrar unas plantas en el jardín. Iba yo a ponerles una golpiza a los dos;  mi señora ponía tal cara de satisfacción, que casi rayaba en el éxtasis, cuando descubrí que yo mismo tenía una erección y que disfrutaba viendo la escena, lo cual seguí haciendo hasta que fingieron que habían terminado. Ahora no sé qué hacer porque en lugar de buscar arreglo a tan insana situación, me la paso espiando para tratar de sorprenderlos en otro jueguito erótico y poder masturbarme.

Serafín

Tuxtla Gutiérrez

Querido Serafín:

Puedes estar seguro de que esos “jueguitos”, como tú los llamas, ya se han convertido en verdaderas batallas de cama. Yo te recomiendo que, siendo la vida tan corta, en lugar de buscar ayuda psiquiátrica o jurídica, mejor intentes convencerlos de formar un trío o, si lo prefieres, que te permitan ver lo que hacen cuando se encuentran sexualmente. Después de todo, los prejuicios son sólo un estorbo cuando se trata de encontrar la felicidad. Claro que si te mueres sin haberte arrepentido y sin confesión, no es mi culpa si te vas derechito al Infierno, Cruz, Cruz.

Duque:

Quiero conocer muchachos o señores de todas las edades que quieran probar algo diferente. Estoy segura de que no se van a arrepentir.

Dacia

Tuxtla Gutiérrez

Querido Dacia:

Eso de que “no se van a arrepentir” también lo decía una mi comadre y vaya que se arrepintieron.

Duque:

No me gustan tus comentarios racistas ni que te sientas la gran cosa porque no lo eres. Más bien eres un muerto de hambre que quiere sentirse la gran cosa tratando de apantallar.

Jenny

Tuxtla Gutiérrez

Querida Jenny:

Tanta confianza de tu parte, aunque sea en el E Mail, me da asco.

Querido Duque de Santo Ton:

Soy una mujer ya pasada de años, y trabajo en una oficina de gobierno, pero mi jefe es demasiado regañón. Yo no puedo agacharme para revisar el mobiliario, ya que mi trabajo consiste en levantar inventario en las oficinas, ya le dije a mi jefe que no puedo trabajar y la verdad ya no quiero trabajar, pero no se qué hacer en mi casa, porque con lo que  gana el inútil de mi marido no nos alcanza ni para pagar la renta.

Lulis

Tuxtla Gutiérrez

Querida Lulis:

Trata de hacer un esfuerzo pues en la situación en la que vivimos, estar en una nómina nómina ya es una bendición.

Querido Duque de Santo Ton:

Me fui de viaje a Europa, y en un crucero por el mar Adriático conocí a una mujer china, muy elegante y con ademanes de ser muy rica. Después de una cena la saqué a bailar, y después de bebernos algunas copas le pregunté que si quería conocer mi camarote. Por toda respuesta me dio una cachetada y me dijo en inglés que ella no era ninguna puta ¡no que las chinas se han vuelto muy liberadas?

Rubén

Comitán

Querido Rubén:

Las chinas se han vuelto liberadas, no pendejas.

Querido Duque:

Con horror leí que al último zar de Rusia lo fusilaron junto a su mujer, sus cuatro hijas y su único hijo. Dime qué culpa tenían esa pobre mujer y sus hijos.

Araceli

San Cristóbal

Querida Araceli:

Al Saber.

Duque de Santo Ton:

Últimamente he notado que escribes con angustia, como si algo te preocupara mucho y no encontraras consuelo, dime en qué puedo ayudarte.

Alejandro

Tuxtla Gutiérrez

Querido Alejandro:

La verdad, en nada. No te conozco y no acostumbro a intimar con desconocidos. Sin embargo, me encanta lograr ese tipo de efecto en mis lectores.