PALABRA DE DUQUE 131018

La Prensa dio cuenta de todo lo ocurrido en relación con el homicidio.

Crimen imprudencial ¡el arma estaba cargada! 

La vida no podía ser mejor para el actor Enrique Aguilar, un joven, elegante y atractivo actor mexicano, a quien la muerte le llegó de sorpresa a cargo de una quinceañera 

Por Julio Domínguez Balboa 

Solicitado con frecuencia para hacer programas de cine, radio y televisión, Enrique Aguilar era uno de los “niños mimados” del productor argentino Raúl Astor y de su esposa Chela Castro (famosos por su elevada exigencia al momento de seleccionar su elenco). En 1971, Enrique Aguilar era uno de los conductores estrella del programa “La Cosquilla”, dirigido por el mencionado Raúl, cuando fue contratado para protagonizar el piloto del programa “Reportero de turno”.

 

Era 1971, 31 de enero, cuando impecablemente ataviado, el actor, soltero y de 36 años de edad, se presentó, a las cuatro de la tarde, en las calles de Concepción Béistegui 1562, en la Colonia Del Valle, de la Ciudad de México, en donde se ubicaba una residencia que había sido alquilada a la señora  Ana María Muro, para servir de locación.  La casa estaba llena de otros artistas que participarían en el rodaje, y entre ellos deambulaba Ana Luisa Benítez Muro, de 15 años, a quien por ser hija de la propietaria del inmueble, se le permitía presenciar de cerca aquella experiencia fílmica. Ella estaba cerca cuando un compañero bromeó al actor Enrique Aguilar, en relación con un arma de utilería, y ése fue el momento aprovechado por la jovencita para abordar a su ídolo, transfigurada, sin saberlo, en su ángel verdugo.

“Se nota que esas pistolas son de juguete, lo sé porque mis hermanos tienen una gran colección de armas, antiguas y modernas…”, observó Ana Luisa, para después invitar al galán a conocerlas, en el salón en el que sus hermanos guardaban su colección. Amante de las antigüedades, Enrique Aguilar Bretón aceptó, y ambos se trasladaron a la sala de armas. Fingiéndose experta, la chica empuñó un viejo revólver marca Colt, calibre 38, que se encontraba colgado en la pared. Sin temor alguno, a menos de un metro de distancia, estaba el actor.

Sin querer, con el afán de impresionar su ídolo cinematográfico, Ana Luisa realizó un movimiento brusco y sin querer jaló el gatillo. El arma estaba cargada y disparó un balazo que atravesó el cuello del artista, para salir a la altura de la nuca del lado derecho. La lesión fue mortal, aunque Enrique todavía permaneció parado con expresión de sorpresa durante unos instantes, para luego desplomarse muerto. Quienes se dieron cuenta de lo ocurrido quisieron auxiliarlo, pero el hombre era ya un cadáver.

La señora Ana Luisa Muro viuda de Benítez, madre de la homicida, estaba ausente, y la niña fue sacada de la residencia por cuatro agentes judiciales, quienes la llevaron a rendir declaraciones a la Octava Delegación del Ministerio Público.

La quinceañera, asesina imprudencial, fue recluida en el entonces Tribunal para Menores, del que salió muy pronto, gracias a los beneficios tutelares para inimputables que alegaron sus abogados defensores. Además, los familiares de Enrique no pidieron ninguna acción penal contra la joven Ana Luisa. Estaban convencidos de que ella no había tenido ninguna culpa, al actor le había llegado su hora. C’EST LA VIE!

 

Ana Luisa Benítez Muro, la quinceañera asesina, durante una diligencia.

Momento en que los agentes judiciales revisan el cuerpo inherte.

Enrique Aguilar se encontraba en la cúspide de su carrera artística.

La autopsia reveló que la muerte se produjo a causa de un solo disparo.