Editorial (19/ene)

Francia y el terrorismo

El mundo entero, a través de la televisión en vivo, pudo ver lo que significa la violencia aplicada a la sociedad civil. Fueron horas de angustia y de desesperación, con desenlace sangriento.

La convocatoria para la protesta en la ciudad Luz, no se hizo esperar. Fue una gran concentración de millones de europeos, con mandatarios de las naciones presentes. Lo que vimos impactó al mundo.

¿Alguien vio algún anarquista vandalizando en la Torre Eiffel, pintando o destruyendo cristales en las Galerías Lafayette u orinándose en la lámpara votiva del Arco del Triunfo, no obstante ser los marchantes casi cinco millones de franceses tristes y muy molestos por lo que sucedió?

Es la diferencia de no tener que padecer 4 décadas de educación básica tirada a la mierda.

Y llegó Gurría

José Ángel Gurría es tamaulipeco, unamita formado por Ceseña, Martínez Domínguez, Ifigenia Martínez y otros más profesionales mexicanos importantes, los economistas principales formadores de generaciones en la UNAM durante la segunda parte del siglo pasado y que han sabido servirle muy bien a México. Hombre serio, de larga carrera en la economía nacional. También es priista y políglota. Fue Secretario de Relaciones Exteriores y Secretario de Hacienda, ambos encargos desarrollados con singular calidad y resultados importantes. Baste decir que dejó a México creciendo al 6.7% anual, tasa que se mantuvo durante la transición presidencial. Pocos recuerdan que José Ángel Gurría fue pieza importante durante la creación del Tratado de Libre Comercio que firmaran Salinas de Gortari, George Bush y Brian Mulroney, los mandatarios de aquella época de México, Estados Unidos y el Primer Ministro del Canadá, respectivamente. Actualmente es el Secretario General de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, la OCDE, organismo al servicio del desarrollo económico del mundo.

Pues el tamaulipeco famoso y a mucha honra vino a México a firmar una serie de acuerdos, entre ellos el que habrá de regir en la construcción del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México. Su importancia y calidad de conceptos y conocimiento de la economía del Planeta, de México en particular así como su visión madura del México actual, fue motivo suficiente y necesario para que fuera entrevistado en Televisa por Leo Zuckerman, ese politólogo formado en Inglaterra que se ha caracterizado por ser acérrimo crítico del presidente Peña Nieto y del Ejército Mexicano. 

La presencia de Gurría en ese foro político del consorcio televisivo fue muy importante para acabar de dilucidar, de una buena vez, las dudas que han surgido, deliberadamente, aprovechando el problemón por el caso Iguala y su repercusión en el mundo, en torno a las Reformas Estructurales del Presidente Enrique Peña Nieto.

Gurría fue muy claro. No hay otro ejemplo en el mundo, hoy día, que se compare al enorme esfuerzo que ha hecho nuestra nación y sus estructuras republicanas y democráticas, en torno a unas reformas que habrán de poner en sintonía a nuestro país con el futuro del Globo para las próximas décadas. La cantidad de reformas estructurales es realmente abrumadora, pero necesaria, que habrá de ver sus resultados positivos en los próximos años, no obstante que habrán de irse viendo reflejadas en el crecimiento de México en los próximos años.

El esfuerzo es de todos, es un esfuerzo de Estado en donde las fuerzas políticas deberán de caminar de la mano con la ciudadanía. Habrá de ser un cambio de mediano plazo, en donde el gobierno por un lado habrá de dar satisfactores de mejoría de vida de los mexicanos con respecto al transporte, a los consumos domésticos, a los precios del transporte y de la gasolina, al costo de la salud y a la mejoría en la educación de las futuras generaciones que serán todos reflejos de los resultados de las reformas. Será todo en los próximos años, tantos, que el presidente que las trabajó con toda la estructura democrática del país durante dos años no las habrá de ver siendo el Presidente de la República. Es pues, un asunto de todos, dice Gurría, en donde todos debemos trabajar para su consecución. Gurría le ve al país un futuro promisorio, creciendo a tasas nunca vistas por el resultado de la decisión estructural tomada.

El estado de derecho y el combate a la impunidad y a la corrupción habrá de ser un asunto que se deberá de trabajar con un gran interés para el futuro nacional. Somos todos los mexicanos los encargados de que esto avance para bien del futuro nacional.

Mientras se escribe este editorial, el Banco Mundial habla del crecimiento económico de México superior al resto del crecimiento de todos los países de América Latina, por si a alguien le importa.

El Ejército Mexicano.

Lo vimos en San Andrés Larráinzar. La foto de Pedro Valtierra, que le valiera el Príncipe de Asturias en Artes Visuales, describe a un soldado indígena conteniendo con pudor a otra indígena, esta tzotzil, para no lastimarla ni con el pétalo de una rosa en una manifestación.

El Ejército Mexicano es un ejército surgido del pueblo. A él se debe. El Plan DN III lo ha convertido en el gran auxilio de los mexicanos. El ejército es el héroe que acude en defensa de sus hermanos en desgracia. No se confundan. Quien quiere presentarlo de otra manera, es enemigo de la buena marcha de la nación.

Lo sucedido en Iguala hace unos días, muestra a un ejército sensible y sensato, capaz de resultar herido antes que responder a una provocación de los enemigos de México. 

De ese tamaño es nuestro glorioso Ejército Mexicano.

La Comisión Nacional de Derechos Humanos debe acudir a la invitación para visitar el batallón de Iguala. Para acabar con entuertos perversos que dañan a México.

Al Ejército Mexicano se le respeta. Es nuestro asidero de paz.