HOSPITAL DEL ALMA

Por El Duque de Santo Ton

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Desde que nos casamos porque yo estaba embarazada, mi esposo y yo hemos tenido muchos problemas. Pienso que se casó conmigo sólo por compromiso y aunque nos queríamos mucho y la pasábamos bien, tú sabes que a la mera hora muchas cosas pueden cambiar y lo estoy comprobando. Teníamos 19 años en aquel entonces, ahora tenemos 28 y las cosas siguen iguales o peores que antes. Nos gritamos, nos insultamos y nos hemos llegado a golpear. Para que le diera coraje, para hacerlo sufrir, en una ocasión le pegué a mi hijo con el cinturón, lo dejé llorando mucho rato para que su papá fuera a buscarlo y lo cargara. Logré fastidiar a mi esposo, pero ahora me siento culpable, este sentimiento no me deja y lloro mucho con mi hijo, lo abrazo y me arrepiento por haberlo hecho sufrir. Día a día me esfuerzo por ser una mejor madre, ya no quiero volver a reaccionar de la misma manera, pero no estoy convencida, no sé qué necesito hacer para quitarme esta culpa que a diario me atormenta.

Maribel

San Cristóbal

Querida Maribel:

Hacer sufrir a otra persona lastimando lo que más quiere es una actitud de lo más ruin. Se nota que no tienes principios y aunque la culpabilidad sea para ti un cruel castigo, no te queda más que sufrirla porque al fin de cuentas es eso: un castigo, un castigo para que no vuelvas a ser tan imbécil.

 

Duque de Santo Ton:

Desde que tenía como 12 años, mi hermano menor empezó a fumar, bajó mucho las calificaciones; y su vida se reducía los videojuegos y andar en la calle con sus amigos. A los 16 años embarazó a su novia, que en realidad solo era su amiga. Ella se vino a vivir con él a casa de mis papás porque los suyos nunca la apoyaron y la corrieron de su casa. Ahora que los dos tienen menos de 20 ya tienen dos niños. Ella estudia y trabaja medio tiempo, se le notan las ganas de superarse, pero mi hermano de plano no avanza, se salió de estudiar y sigue sin oficio ni beneficio. Mis papás no están bien económicamente y con mucho esfuerzo les alcanza para sus gastos y además mantienen a mi hermano, su “novia” y sus dos niños. Esa casa ahora es un caos, los mayores que ya todos estamos casados, a veces no queremos ir a verlos, pues es muy difícil ver la situación, nos da mucha impotencia que mi hermano siga abusando así de mis papás. El señorito sigue bebiendo, fumando y no dudo que hasta drogándose, claro está, con el dinero que mis papás le dan para que compre pañales y leche para los niños. Ya hemos hablado con ellos, sobre todo con él, le queremos hacer entender que es momento que se haga responsable de los niños y que deje de andar en los vicios, pero no entiende y se enoja. También hemos hablado con mis papás, pero ellos responden enojados también, justifican lo que hacen preguntándonos si nosotros no haríamos lo mismo por un hijo en problemas, por un hijo que necesita ayuda.

Selene

Tuxtla Gutiérrez

 

Querida Selene:

Tu hermano necesita ayuda pero de otro tipo, pues llegará el momento en el que tus padres no puedan hacerse cargo ni de sí mismos. Así que te aconsejo que todos los hermanos se reúnan y pongan las cartas sobre la mesa. Esa casa es una bomba de tiempo que no tardará en estallar.

 

Duque:

Tengo casi 30 años y estoy muy atormentado una serie de pensamientos obsesivos, que deterioran mi relación de pareja y también me perjudican. El caso es que mi novia tuvo una relación esporádica con otro hombre, pero no funcionó. Según ella, él no la satisfacía a ningún nivel, de hecho ella misma dice que si pudiera volver atrás el tiempo, jamás hubiera se hubiera acostado con un tipo tan imbécil. El problema fue que debido a mis inseguridades, me atreví y le pregunté por el tamaño de los genitales del tipo con el que me traicionó y me confesó que él estaba mejor dotado; me dejó claro que no disfrutaba en las relaciones íntimas que mantuvo con él, pero que conmigo ni siquiera llega al orgasmo.

Alan

Tuxtla Gutiérrez

 

Querido Alan:

Me asombra que además de ser pito chico, tengas la sangre tan fría. Las infidelidades conyugales no deben perdonarse, pues siempre te quedará la duda sobre la superioridad de tu rival; y por más que tu esposa te hable y te diga, jamás estarás seguro de si te dice la verdad. Es por ello que me asombra el que no solamente perdones a esa mujer, sino que también toleres que te diga que tienes un pene tan pequeño que no puedes llevarla al orgasmo.

 

Querido Duque de Santo Ton:

Todos los días al verme frente al espejo compruebo que soy guapísima y aunque parezca que soy muy presumida, no es así, pues a diario me lo dicen, hombres y mujeres por igual. Cuando subo una foto al Facebook, es lo primero que me comentan, mis fotos de perfil que generalmente son “selfies” y tienen muchísimos “likes”. Pero llegó un momento en que toda esta situación está resultando un tanto problemática. Soy joven, tengo apenas 22, me gusta mucho arreglarme cuando voy a salir, no solo cuando voy a alguna fiesta o antro sino cuando voy a la universidad también. En la calle todo el mundo se me queda viendo y los hombres y a veces algunas mujeres me dicen un montón de frases y piropos que me hacen sentir incómoda, por lo que salir sola se está convirtiendo en algo terrible. Los chavos se quedan embobados cuando camino por algún pasillo de la universidad y las chavas me ven con celos y envidia, pues la realidad es que me sé vestir muy bien y me maquillo como una profesional. Tengo muchos amigos y amigas y me enteré que le gusto a un par de ellos y a una amiga.  Me siento como un bicho raro que no encaja en ningún lado ni con nadie. Gracias por leer mi mensaje, espero que pueda publicar mi caso, por si alguien está en la misma situación que la mía.

Nerea

Tuxtla Gutiérrez

 

Querida Nerea:

Tú no tienes la culpa de ser bonita, así te hizo Dios y debes darle las gracias. Solamente te quiero recordar que todas, pero todas las bonitas, después de cierta edad, se echan a perder, así que aprovecha para hacer ahora  lo que solamente las bonitas pueden hacer.

 

Querido Duque:

Me casé hace un año y mi esposa era señorita, es decir, que me tocó estrenar, pero no me lo vas a creer, Duque: desde la primera vez que le metí el miembro a mi señora, ella se engolosinó tanto, pero tanto, tanto, que todavía quiere hacerlo diario y si es posible varias veces mejor. Yo soy un hombre joven pero no rindo tanto, hasta terminó irritado y con rozaduras, pero eso a ella no le importa, quiere seguir trepada en el guayabo.

Néstor

Tuxtla Gutiérrez

 

Querido Néstor:

La expresión “trepada en el guayabo” me parece de muy mal gusto, pues es normal que existan ciertas personas con apetito sexual desenfrenado. Te sugiero que hables con ella, que le compres unos consoladores y le digas que se entretenga con ellos, mientras tú te repones para darle las faenas que le gustan, porque, de otra manera, tú terminas por no poder y ella no dejará de querer.