HOSPITAL DEL ALMA 070923

Por El Duque de Santo Ton

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Duque de Santo Ton:

Una de mis primas se casó con un gringo, y se fue a vivir con él al sur de California desde hace como veinte años.

Nunca volvió a venir a Chiapas hasta hace una semana que se dignó regresar a su tierra para despedirse de mi abuelita, porque según la muy pendeja ya se va a morir. Quiero aclararte que, aunque mi abuela ya está vieja, no está enferma ni mucho menos, pero según mi prima si no se despide de ella ahora ya no lo volverá a hacer. La muy alzada viene muy transformada, ya hasta tiene acento de gringa, pero la cara de chiapaneca no se la quita ni un cirujano plástico, y por si fuera poco no se quiso quedar a dormir en casa de mi tía, sino que se fue a un hotel de lujo con todo y sus hijos y sus dos sirvientas que son de origen centroamericano. La verdad es que mi prima es una mujer odiosa, yo prefiero vivir en Tuxtla que en Orange County pero seguir siendo auténtica ¿no te parece?

Candelaria

Tuxtla Gutiérrez

Querida Candelaria:

Aunque sea tu pariente, esa mujer no tiene tanta cercanía contigo para que te sientas con derecho a juzgarla. Así como seguramente tú le vales un pito a ella, deberías tomar la misma actitud y hacer tu vida como mejor te parezca.

Querido Duque de Santo Ton:

La crisis de la pandemia me pegó muy duro, y los intereses de mis tarjetas de crédito me estaban dejando en la calle. Entonces recordé que mi primer marido me regaló muchas joyas, que por respeto al segundo y al tercero no había vuelto a usar. Después de pensarlo mucho, y muerta de la vergüenza, saqué las alhajas del banco y las llevé al empeño, en donde me prestaron 200 mil pesos por ellas, y ahora ya puedo respirar más tranquila. Me sentí miserable pero no me quedó de otra.

Olga

Tuxtla Gutiérrez 

Querida Olga:

Las joyas y todas las cosas materiales que poseemos nos sirven para sacarnos de apuros cuando lo necesitamos, así que no tienes que sentirte mal o avergonzada. Lo que sí te sugiero es que trates de recuperarlas lo más pronto posible porque si haces concha o te descuidas las puedes perder y ya ves que útiles son para momentos de necesidad. 

Duque de Santo Ton:

Soy un hombre maduro, tengo 65 años, me casé hace 40 y tengo tres hijos universitarios. Mi vida había sido aparentemente convencional, hasta que un sobrino de mi esposa, que es de Tonalá, me pidió alojamiento para vivir con nosotros en nuestra casa de Tuxtla, ya que quería estudiar la carrera de medicina. Como nuestros hijos ya no viven con nosotros yo dije que sí, y el chico se instaló en uno de los cuartos. Al principio quise tratarlo como a un nuevo hijo, pero su cercanía, su juventud y su vitalidad despertaron en mí sentimientos que no sabía que tenía. No te quiero mentir, sentía excitación al tenerlo cerca y él como que se daba cuenta y no protestaba, al contrario, creo que me provocaba hasta que un día ¿para qué lo voy a negar? me lo cogí y me lo sigo cogiendo hasta ahora, ya que decidió quedarse en Tuxtla. Yo me retuerzo de la culpabilidad por haber traicionado a mi mujer con un hombre que, para colmo es casi un niño y pertenece a su familia. Al muchacho no le causa ningún conflicto la situación, pero a mí sí, pago el placer con culpa, pero no puedo terminar con esos encuentros íntimos.

Humberto

Tuxtla Gutiérrez

Querido Humberto:

Cálmate, tienes 65 años, habías cumplido como hombre decente y recto durante la mayor parte de tu vida y ahora que el final se vislumbra, has descubierto en ti apetitos que tenías escondidos y que puedes saciar a tu antojo. No te niegues la oportunidad de disfrutar el sexo desviado que, por lo visto, tanto te gusta. No volverás a tener oportunidad, casi te lo aseguro, pero, por favor, sé discreto, porque a tu edad tampoco estás en condiciones de vivir un escándalo como el que se armaría si saliera a relucir tu romance secreto.

Querido Duque:

Soy una mujer vieja, nunca me casé y sigo viviendo en casa de mi mamá, la que ya es una anciana que, además de alcohólica, padece demencia senil. La vida es curiosa, ahora ella se ha convertido en la hija que nunca tuve y tengo que estar pendiente de ella en todo. Desde vestirla. Alimentarla, llevarla al doctor, darle sus medicinas, distraerla y todas esas cosas. No me quejo, pero mi vida persona se ha extinguido, ya no tengo amigos ni amigas y a lo único que me dedico es a cuidar a mi madre.

Anita

Tuxtla Gutiérrez

Querida Anita:

Disfruta el tiempo que tengas a tu mamá junto a ti y puedas sentir su cariño y tú prodigarle el tuyo. De todas maneras, la soledad es algo inherente a la vida de las solteronas como tú y algún día tendrás que enfrentarla. Parece mentira, pero cuidar a un viejo puede ser tan gratificante como cuidar a un niño. Solamente Dios lo sabe, pero ponte a pensar quien o quienes se harán cargo de ti cuando llegues a la edad que tiene tu madre. 

Querido Duque de Santo Ton:

Cuando era niña, mi papá compró un rancho cerca de Comitán y le puso “Los Ángeles” en honor a mí, porque yo me llamo María de los Ángeles, lo cual molestó a mi mamá y a mis hermanos porque se notó que yo era la preferida de mi padre. La cosa parecía no tener importancia hasta que hace un año murió mi papacito y me heredó a mí la propiedad, con la casa amueblada, maquinaria agrícola, ganado, caballos y muchas cosas más. El resto de sus propiedades las repartió en partes iguales entre mi mamá y nosotros, y ahora resulta que nadie de mi familia me habla ni quiere saber más de mí. Hablé con una hermana para preguntarle cómo podrá remediar la situación, y me contestó que ponga mi rancho a nombre de mi mamá, que eso es lo más justo. La verdad es que no quiero perder mi propiedad, pero tampoco deseo quedarme sin familia. Mi marido me dice que no haga caso y que mande a todos a la chingada, empezando por mi mamá ¿qué hago, Duque?

María de los Ángeles

Tuxtla Gutiérrez 

Querida María de los Ángeles:

Hazle caso a tu marido, no hay peor cosa que no respetar la voluntad de un muerto, es como traicionarlo después de fallecido. Si tu mamá y tus hermanos no están de acuerdo con la forma en que tu padre dispuso de sus cosas, que le reclamen a su memoria y que a ti te dejen en paz. El cariño no se compra.

Querido Duque de Santo Ton:

Mi hijita quiere que la inscriba en clases de ballet, pero ya le expliqué que por ser gordita, ella no se vería bien bailando de puntitas. Ella no lo entiende y no deja de llorar, no sé cómo contentarla.

Inés

San Cristóbal

Querida Inés:

El aprender a tolerar la realidad es parte del crecimiento, y la malcriada de tu hija deberá aprender a que hay cosas que no pueden hacerse porque, aunque nos hagan ilusión también nos hacen daño. Hazle saber que no por darle gusto vas a permitir que se burlen de ella por ser una gorda vestida de bailarina. 

Querido Duque de Santo Ton:

Soy periodista y quisiera saber de alguien que requiera de mis servicios, me quedé sin trabajo y me urge.

Violeta

Tuxtla Gutiérrez 

Querida Violeta:

A mí también. 

Duque de Santo Ton:

Mi novio pertenece a una de las familias más ricas y aristocráticas de todo Chiapas, y me dijo que si aceptaba tener sexo con él, se casaría conmigo. A mí me ilusiona subir en la escala social, pero me da miedo que después no me cumpla.

Montserrat

Tuxtla Gutiérrez

Querida Montserrat:

Es obvio que, si le entregas tu “tesoro”, tu novio jamás te va a cumplir. Aunque la virginidad se ha devaluado como objeto de cambio, si tú la valoras de esa manera, consérvala y dile a tu novio que pida tu mano, que se case contigo y que luego ya cogen ¿me entiendes?