ENTRELÍNEAS 240723

No sirve el lloriqueo 

Por Jorge Ceballos 

Desde hace cinco años, cuando Eduardo Ramírez Aguilar surgió como candidato al Senado de la República abanderando a la coalición “Juntos Haremos Historia” encabezada por Morena-PT-PES, muchos no daban crédito a que ese personaje multiseñalado por la presunción de actos de corrupción diera el salto del oficialista PVEM a la cuadra que encabezaba Andrés Manuel López Obrador.

Su nominación desde el principio fue vista como un acto de pragmatismo y negociación política. Apenas y estaba llegando a ser parte de esa alianza y el comiteco daba rienda suelta de su voracidad política, al exigir candidaturas para sus allegados, además, de intentar obtener -cuando menos- tres secretarías de despacho en el gobierno que encabezaría Rutilio Escandón Cadenas.

En aquel no tan lejano 2018, Eduardo Ramírez Aguilar comenzó a financiar a varios candidatos a presidentes municipales, esto a cambio de posiciones y, además, de una futura lealtad con miras a la obtención de la candidatura al gobierno de Chiapas en 2024.

La misma tónica siguió en 2021, su oficina del Senado de la República se convirtió en un besamanos al que arribaban muchos que aspiraban a buscar un cargo, desde allí Ramírez Aguilar ordenaba el color de partido por el competirían y sobre todo, decidía si inyectaría recursos o no a esas aventuras electorales.

El resultado ya se conoce, Ramírez Aguilar inundado de soberbia vocifera tener mayor peso político que Manuel Velasco, incidir más que cualquier dirigente tanto de Morena como de otros institutos, porque él tiene más del 60 por ciento de alcaldes de su lado.

Ahora bien ¿de dónde han surgido los recursos económicos con los que Eduardo Ramírez Aguilar ha financiado campañas electorales? ¿Cuál ha sido el origen lícito de esos dineros que se ha gastado tan solo en aventuras electorales?

Todo esto surge porque la semana pasada se dio a conocer por parte de un diario de circulación nacional que el hoy presidente de la Junta de Coordinación Política del Senado de la República, habita un penthouses de lujo en la exclusiva zona de Polanco en la Ciudad de México y por el cual se habría triangulado la compra en 18.5 millones de pesos, utilizando a una empresa fantasma y el nombre de un humilde campesino del municipio de La Trinitaria.

Tras darse a conocer dicha información, Eduardo Ramírez Aguilar salió a tratar de desmentir que el departamento de la calle de Arquímedes sea de su propiedad, en un vídeo anclado en sus redes sociales y reproducido en el de la mayoría de sus seguidores el político que aspira gobernar Chiapas se aventó la puntada que el vive en la capital del país como simple “arrendatario”.

Pisotea ideología

Acusando guerra sucia en su contra por -según él- encabezar todas las preferencias de cara a la designación del candidato de Morena al gobierno de Chiapas, a Eduardo Ramírez se le olvidó conectar con la realidad. Decir que vive como arrendatario en una zona tan exclusiva como Polanco es una soberana burla a la inteligencia de los ciudadanos.

El senador por Chiapas se olvidó que existen registros catastrales y que esos mismos detallan que la renta de un Penthouses en Arquímedes de la colonia Polanco, está valuada en más de 120 mil pesos mensuales, y supuestamente él percibe un salario como Senador de la República de 105 mil pesos en el mismo periodo de tiempo.

Por supuesto que no tiene nada de malo que a cualquier persona le guste vivir con todas las comodidades. No es un delito que Eduardo Ramírez viva en Polanco, lo único malo de todo esto es que el político chiapaneco no tiene manera de justificar el costo de vivir en un sitio como ese cuando su salario es menor a la renta.

Lo más importante y que raya en la burla e incongruencia, es en el sentido que Ramírez Aguilar vaya en contra de todos los preceptos y la ideología que defiende Morena ¿dónde queda la austeridad republicana que tanto ha defendido e impulsado el presidente Andrés Manuel López Obrador y que ha llamado a los políticos de su partido a respetar?

Señalar como guerra sucia las denuncias que se hacen por sus excesos no es más que desnudar la soberbia de un personaje que cree que puede seguir pasando como salvador de los chiapanecos y que actúa contrario a lo que según debe defenderse.

Eduardo Ramírez Aguilar encarna a la perfección a esa clase política que tanto se combatió y que en estos cinco años han sido erradicados. Esos políticos que viven a costa de los impuestos en grandes mansiones y que gozan de gruesos cuerpos de seguridad. Esto es lo que ya no debe de regresar a Chiapas ni a México.

Ramírez Aguilar le debe una amplia explicación a la ciudadanía e incluso a las autoridades para transparentar su fortuna personal, porque debe ser un tema más que importante enterarnos ¿Cuál es el origen de los recursos que ha invertido durante casi 10 años para crear una candidatura gubernamental que cada día se le aleja más?

Réquiem tricolor

Mientras el PRI transita hacia la extinción su dirigente estatal Rubén Zuarth Esquinca sigue inmerso en una actitud boba. El líder del tricolor en Chiapas simplemente no quiere aceptar que se ha convertido en el enterrador de lo que un día fue el partido hegemónico.

La salida de Leticia Méndez Intzin deja al PRI con un solo representante popular, lo que prácticamente genera la disolución del grupo parlamentario.

En el PRI únicamente se queda Rubén Zuarth Esquinca quien además de diputado local, hace el papel de presidente estatal del partido, administrador y dador de candidaturas, pese a ese más que sombrío panorama, el legislador local solito se da ánimo, y es que a través de sus redes sociales crea panoramas favorables para esa fuerza política, panoramas que simplemente existen en su imaginación… Hasta la próxima.