HOSPITAL DEL ALMA 200723

Por El Duque de Santo Ton

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Duque de Santo Ton:

Acabo de regresar de mi luna de miel para instalarme en mi nueva casa con mi esposo, pero la verdad es que no me siento tan bien como se supone que debería estarlo.

Resulta que, aunque mi suegra nos acompañó a mi mamá y a mí a comprar mi vestido de novia a Laredo, Texas, la señora se presentó a la ceremonia de mi boda con un vestido blanco de gasa, bordado con lentejuelas y pedrería, corte princesa y escote barco, muy parecido al mío, pero más caro, mucho más fino. La señora está bien conservada y todo el mundo la estuvo chuleando, alabando su belleza mientras yo me moría de coraje. Me fui a llorar al baño y ya no quería salir a la fiesta, pero mis hermanas me convencieron y no me quedó más remedio. Ese simple hecho me impidió disfrutar de mi boda y muchos invitados lo notaron. Yo no le hablé a mi marido hasta que llegamos a Cancún, a nuestra luna de miel, y estuvimos cogiendo hasta que lo perdoné. Sin embargo, ahora que estoy nuevamente en Tuxtla me acuerdo de la ofensa y te juro que no me nace recibir a la señora en mi casa, estoy segura de que ya prepara el siguiente golpe. Mi esposo dice que soy una paranoica, pero yo no pienso exponerme a que me ofenda nunca más.

Mara

Tuxtla Gutiérrez 

Querida Mara:

Se nota que tu suegra es una mujer malvada y sádica, pero es la madre de tu esposo, y jamás él renunciará a ella por mucho que se encariñe contigo. Te sugiero que mejor trates de llevar las cosas en paz, averigües cuáles son los puntos débiles de la vieja y cuando se te presente la oportunidad le claves el puñal donde más le duela, tal como lo hizo ella contigo el mismo día de tu boda. 

Querido Duque de Santo Ton:

Se me hace que tienes mucha más capacidad que la que se necesita para estar haciendo consultorios sentimentales ¿por qué no te dedicas a otra cosa más productiva?

Vania

Tuxtla Gutiérrez 

Querida Vania:

Para mí no hay nada más productivo que hacer lo que me gusta y obtener respuestas tan inmediatas como la tuya. 

Querido Duque de Santo Ton:

¿Es posible contraer una enfermedad venérea en un baño público?

Andrea

Tuxtla Gutiérrez 

Querida Andrea:

Las infecciones de transmisión sexual son enfermedades contagiosas que pasan de una persona a otra durante la actividad sexual, que se pueden transmitir durante el sexo vaginal, anal u oral y, algunas veces, por contacto cercano piel con piel. Un temor común entre las personas es que las enfermedades venéreas se puedan contraer en lugares públicos, mediante el contacto con asientos de baño. Aunque en teoría es posible que algunas enfermedades sexuales se puedan transmitir de una persona a otra vía el asiento público de un baño, es extremadamente poco probable que se contraigan de esa manera. Las bacterias viven en membranas mucosas (vagina, pene, recto, y boca), y se transfieren mediante el contacto con estas membranas infectadas. Por otra parte, los virus pueden existir fuera de membranas mucosas (en la piel porosa alrededor de los genitales), pero en el caso de la hepatitis y el VIH, los virus no atraviesan fácilmente la piel intacta. Finalmente, por lo general los parásitos se transmiten durante contagio sexual, pero también se pueden transmitir mediante el contacto con la ropa, ropa de cama, o toallas de una persona infectada. El único tipo de enfermedad sexual que tiene posibilidades razonables de ser transmitida de persona a persona vía un asiento público de baño es una infección parasitaria muy fea de cuyo nombre no me acuerdo. Algunos médicos sostienen que los males venéreos se pueden adquirir por contacto con objetos húmedos o mojados como los asientos de baño si el área genital está en contacto con el objeto húmedo. La verdad es que los asientos de baño no proporcionan el ambiente ideal para que vivan o se reproduzcan los parásitos. Por supuesto, no está de más tener unas cuantas precauciones higiénicas adicionales cuando se usen asientos públicos de baño. Es razonable secar el asiento del baño y cubrirlo con papel higiénico o con cubiertas especiales, de ésas que venden en las farmacias. 

Duque:

Estoy más gorda que una cerda y no hago nada para adelgazar porque sé que no lo voy a conseguir. Sin embargo, me encantan los zapatos altos, altísimos y aunque me veo rara, casi siempre me los pongo ¿podrá eso afectar mi salud?

Candy

Tuxtla Gutiérrez 

Querida Candy:

Si para una mujer normal los tacones altísimos están contraindicados porque deforman la postura, una gorda como tú ni siquiera debería pensar en ellos, a ti lo que te convienen son las chanclas o los zapatos ortopédicos, de esos que parecen de paralítico, porque sostienen tu tobillo y protegen la articulación en la que recae todo tu tremendo sobrepeso. Ten lástima de ti misma, mujer.

Querido Duque:

Tengo una amiga que sólo me habla por interés. Ella pertenece a un círculo muy cerrado de señoras ricas y sangronas, que a veces le hacen el feo a mi prima, y entonces es cuando me llama para que salgamos y para contarme sus cosas; pero cuando se contenta con ellas y se encierra en su círculo, a mí ni me pela ni me invita a unirme al grupo.

Karla

Tuxtla Gutiérrez 

 Querida Karla:

Tu prima te está utilizando porque se nota que no le importas nada. De hecho, yo creo que hasta vergüenza debe sentir de decirles a sus amigas que tú eres su pariente. En mi opinión deberías buscarte tus propias amistades y no servir de muleta a nadie. 

Duque:

¿Podrías mandarme por Internet la dirección del muchacho que te escribe de Pichucalco?

Nena

Tuxtla Gutiérrez 

Querida Nena:

Claro que sí, pero debo decirte que yo no lo conozco y me libero de cualquier consecuencia que pudiera derivarse del contacto que eventualmente pudieras tener con él. Ten mucho cuidado y recuerda que el sexo seguro ya no se ve como una simple medida profiláctica sino como un nuevo estilo de ver la vida. 

Querido Duque de Santo Ton:

Yo no me siento identificada con mi madre, no tenemos nada en común y jamás me habla de mi padre. Según ella dice que se quedó viuda cuando yo era chiquita, pero entonces ¿por qué llevo yo los mismos apellidos que ella? A veces pienso que mis verdaderos padres están en otra parte y la que se dice mi madre tan sólo me crio.

Quecha

Tuxtla Gutiérrez 

Querida Quecha:

Seguramente tu madre no sabe ni quien fue tu padre e inventó el cuento de la viudez para que no te sintieras mal. Aunque la veas fea, debes quererla y estar agradecida con ella porque pudo haberte abortado o abandonado, lo cual no hizo, pero sí te dio de comer y te registró como si fueras hija de sus padres para que por lo menos tuvieras dos apellidos. 

Querido Duque de Santo Ton:

Yo vine a vivir a Tuxtla porque me casé con un rico comerciante, que me tenía viviendo como princesa. La verdad ni la ciudad ni el clima ni la comida ni la gente son de mi agrado, y por la crisis de la pandemia mi marido está en quiebra, y yo no nací para ser pobre, así que ya decidí dejarlo, dejarle la casa, los coches y hasta mis hijos, para regresar a Monterrey y rehacer mi vida. No soy quinceañera pero todavía soy joven y sé que puedo encontrar a alguien que me merezca.

Ana

Tuxtla Gutiérrez 

Querida Ana:

Me gusta tu optimismo pues si eres tan poco leal y petulante para abandonar a tu esposo e hijos en los tiempos difíciles, en realidad no vales nada, cualquier pepenador te haría un favor cargando contigo, por muy regia y pendeja que seas.