Flor al viento

Por Nizaleb Corzo

Sui géneris. Chiapas, el estado anexo al territorio nacional por decisión de sus pobladores, hace ya más de ciento noventa años. Está registrada la participación de mujeres, como estampa relevante de inclusión y conciencia ciudadana.

La entidad tan olvidada del centro y tan lejana de los norteños, se posicionó en la atención del país y el resto del mundo sino hasta que la guerrilla zapatista irrumpió la paz de las fiestas decembrinas de 1994 en San Cristóbal de las Casas y otros municipios. Turístico por excelencia. Principal proveedor de agua y energía eléctrica. Además de contar con una gran variedad de productos agrícolas y agropecuarios con calidad de exportación.

La contribución de esta entidad al PIB Nacional es de apenas el dos por ciento. Por encima de Zacatecas, Aguascalientes, Yucatán, Quintana Roo y nueve estados más. Por el otro lado, Veracruz le duplica en participación y Nuevo León por cuatro veces más. No obstante, las aportaciones federales se han venido incrementando para Chiapas desde 1996 –para el 2013 había crecido mil 227 por ciento, al pasar de cinco mil 447 millones de pesos a 66 mil 869 millones-, las condiciones de pobreza persisten siendo parte de los últimos tres estados del país, junto con Guerrero y Oaxaca, según estudios del Coneval.

Duele mencionarlo, pero la riqueza orgánica y cultural de ese estado no es proporcional con su crecimiento social e intelectual. No importa cuánto dinero se destine a las arcas gubernamentales si la conciencia ciudadana se encuentra anquilosada, detenida en un punto de la historia que no se adapta a la realidad de un mundo moderno, innovador y cambiante. Llegar a Chiapas, es encontrarse con una sociedad rígida, inflexible y por lo tanto, inocente. Por más extraño que parezca por su historia popular y esforzada. La cuna de Belisario Domínguez, Rosario Castellanos, Jaime Sabines, Enoch Cancino, Eraclio Zepeda y un sinnúmero de insignes hombres y mujeres, también está mancillada por una gavilla de políticos y gobernantes que se han encargado de sabotear al estado durante muchos años por una serie de decisiones equivocadas.

Son sabidas las historias de las grandes equivocaciones por falta de atención, interés quizá y por qué no decirlo, desconocimiento. Como en todo espacio aldeano, nos identificamos entre todos los chiapanecos y conocemos bien las historias a través de las generaciones. Por ejemplo, durante años la operación aeronáutica de la capital se llevó a cabo en una estación –la segunda de esa ciudad- que por su ubicación geográfica no era funcional en lo absoluto. Casi siempre, el microclima de esa zona provocaba un asentamiento de nubes y lluvia ocasional que impedía el buen funcionamiento de la pista de aterrizaje. El origen de su construcción siempre fue sujeto de burla y lisonja, pues era de conocimiento público que la decisión, aunque de ámbito federal, no pasó por los exámenes estrictos de vialidad e impacto ambiental; sino por el puro cálculo deductivo de algún funcionario. –Sólo en Chiapas-, se escucha con frecuencia. Frase irónica.

Con esa consciencia, la nueva oferta política para el estado debe buscar combatir el estatus quo de la historia reciente. Brindar la seguridad necesaria a la ciudadanía de que promoverá el progreso, con acciones fundamentadas en la honestidad y la rectitud. Algunas ya se llevan a cabo desde la Cámara Alta, el senador Zoé Robledo es uno de los que encabeza la lista de legisladores que buscan atenuar el impacto de la descomposición burocrática y despertar la razón de los políticos. Que también sea evidente que los ingresos personales dentro de sus mandatos sólo se vean incrementados por los ingresos percibidos a través de sus sueldos como funcionarios y no como el resultado de una serie de prebendas y actos ilícitos.

Vienen las elecciones intermedias, los partidos ya comenzaron a saborearse el pastel de las curules locales y las alcaldías municipales. Aunque el bocado fuerte de la federación cae en el erario estatal, una buena parte se distribuye para acciones de combate a la pobreza, desarrollo social y económico de las regiones chiapanecas. El jugoso importe termina por caer en manos de los presidentes municipales y otros intermediarios, conocidos como coyotes que lejos de ayudar a las comunidades y su progreso, termina funcionando para el engrosamiento de sus cuentas bancarias. 

Es el momento de que la ciudadanía analice los planteamientos de cada candidato. Los que busquen un espacio en el Congreso local, tengan en mente el cuidado de la Ley y la correcta aplicación de la misma. Aquellos que estén a la caza de un ayuntamiento, demuestren contar con la experiencia y capacidad para gestionar de manera eficiente el corto espacio constitucional con el que cuentan en materia financiera y administrativa.

 

Tengo ganas de ver un Chiapas con finanzas más saludables y estables. De mejores perspectivas para su población. Menos pobre y más productivo. Y sobre todo, menos corrupto. Que a pesar de ser el callejón donde ladraba el tiempo, también sea un ejemplo de modernidad, prosperidad y bienestar en todos sus aspectos sociales y económicos.