Maestros saquearon tráileres  

Por ENRIQUE GUTIÉRREZ

 

Tuxtla Gutiérrez, Chis.- El magisterio cumplió con su plan de acción: Desde temprana hora integrantes de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE) bloquearon dos de los accesos a esta ciudad capital, uno de ellos “La Pochota”, en donde comenzaron a detener camiones y tráileres cuya mercancía, entre cajas de leche y otros artículos, era saqueada y luego la repartían a los habitantes de colonias aledañas e incluso automovilistas particulares.

 

Asimismo, en la parte oriente tuxtleca, a la altura de la Central de Abastos, los manifestantes, además de otros destrozos, incendiaron dos vehículos, uno del Instituto Nacional Electoral (INE) y otro de la Comisión Federal de Electricidad (CFE).

En “La Pochota”, comenzaron con el bloqueo parcial de la vía terrestre y luego el saqueo de los camiones pesados; en el transcurso de la mañana y parte de la tarde, se desarrollaba el reparto de lo que llamaban “despensa para el pueblo pobre”.

Mujeres y hombres de todas las edades hacían largas filas para obtener algún “apoyo”, mientras los profesores quebraban cámaras de seguridad y, además, repartían el producto entre la sociedad, misma que aceptaba gustosa, e incluso entre risas, los artículos obsequiados.

De repente, uno de los líderes, a través de un altavoz, exhortaba a los catedráticos en resistencia a no recibir los productos, pues afirmaba: “¡Son para el pueblo pobre, no para nosotros!”; además, en ocasiones amagaban con golpear carros lujosos, y alguno lanzaba un chiste: “Le vamos a dar su lechita, ¡pero pa’ dentro!”; en respuesta se escuchaban las carcajadas de sus compañeros.

“Hay que aguantar, ese camión trae molinos”, decía un joven, al parecer docente, a uno de sus colegas; la destrucción continuaba, además del desalojo de varios policías estatales que resguardan ese sector, a quienes no les quedó de otra que tomar sus mochilas y equipos y salir del lugar, custodiados por un grupo de maestros.

De vez en cuando, uno de los coordinadores recordaba su rechazo a los medios de comunicación: “Ahora sí, para que digan los reporteros que somos vándalos”, en referencia al saqueo de las unidades, en su mayoría, pertenecientes a empresas transnacionales.

 

La gente seguía en las filas en espera de alguna dádiva. El ir y venir de los pobladores era casi imparable. Señoras cargando cajas de leche; algunos de hecho se iban “surtidos” a sus hogares. La tensión prevalecía, porque “los garrotes estaban a la vista”.