RUMAYA

Por Manuel Zepeda Ramos 

Desde hace medio siglo me he dedicado a trabajar en las Instituciones de Educación Superior como docente, fundando carreras, haciendo tareas de extensión, fundando instituciones de investigación para la comunicación y la difusión de la cultura, haciendo intensamente comunicación de la ciencia e implementando los medios electrónicos para acercar la universidad al pueblo.

Representando a la Universidad Veracruzana, me tocó participar en la elaboración de dos Planes Nacionales de Educación Superior; uno presentado en la reunión nacional de ANUIES en 1978 y otro presentado en la correspondiente de 1984; en la primera se le dio a la Ciencia la misma importancia que a las Artes y a las Letras en asuntos de la tercera función sustantiva de las Instituciones de Educación Superior aprobada hace un siglo en Córdoba, Argentina, junto a la Docencia y la investigación cuando nació para el Mundo latinoamericano la Universidad Pública: la Difusión de la Cultura. En esa ocasión, en 1978, nació la Comunicación de la Ciencia como asunto fundamental de la Difusión de la Cultura en las IES, que habría de quedarse para siempre al servicio de la sociedad. En 1984, la Extensión de la Cultura y los Servicios vinieron a darle a las IES el lugar adecuado para poder servir a la sociedad más allá del Campus. Para mí fue muy grato poder trabajar en esas ocasiones al lado de los doctores Edmundo de Alba, Asdrúbal Flores, Ofelia Ángeles, Alejandra Jaidar, Lourdes Ruiz Lugo, Luis Estrada, muchos de ellos ya desaparecidos, entre otros trabajadores de la cultura y la ciencia al servicio de la sociedad a través de las universidades públicas de México.

Durante ese tiempo que le dediqué todo mi esfuerzo a la Educación Superior, en el que nunca perdí el entusiasmo para encontrar la manera de conectar a la universidad con la sociedad, con la paciencia para poder hacerlo de la mejor manera, no me había vuelto a encontrar a un universitario que como yo arriesgara todo en aras de poder servir a la sociedad, en el entorno en donde la Universidad pudiera ser útil a las mayorías, como me encontré a Luis Llórenz Báez, Marco Antonio Morales, Juan de Dios Palazuelos, Humberto Gallegos o Víctor Bacre Parra, todos grandes promotores, todos grandes amigos y compañeros de lucha, algunos de ellos rectores de sus universidades después de haber sido destacados directores generales de extensión universitaria.

Resulta que lo acabo de encontrar y eso me da mucho gusto. Lo acabo de encontrar en la Capital de Chiapas, en el seno de la UNACH. No lo conozco personalmente. Únicamente lo he visto en dos ocasiones, en sendas entrevistas en las redes sociales, ahora que anda en busca de la rectoría de la máxima Casa de Estudios de Chiapas, próxima a dilucidarse y en manos de la Honorable Junta de Gobierno.

De inmediato descubrí que ha adquirido el conocimiento suficiente de su universidad y lo que necesita, de lo que hay qué hacer y cómo, que su paso por otras universidades en donde se formó y en donde trabajó le dio el pertrecho suficiente para saber la función de una Institución de Educación Superior al servicio de la sociedad.

Estoy seguro, con solo verlo y oírlo, con la experiencia que traigo cargando de 50 años al servicio de la Educación Superior en nuestro país, con solo ver su vehemencia franca que posee una tremenda dosis de credibilidad y amor por lo que hace, que Víctor Fabián Rumaya Farrera es el rector que hoy es el que necesita la UNACH en el tremendo trance en el que se encuentra, pero también la enorme oportunidad de resurgir ante retos ya evidentes en un estado fronterizo como el nuestro, que mira francamente a Centro América y al sureste mexicano con su enorme potencial el que, con el apoyo y simpatía del primer presidente amigo que tiene Chiapas y Tabasco, habrá de generar un enorme trabajo de producción que convierta al Sureste y América Central en un enclave capaz de hacer que el Mundo de la industria agropecuaria y turística voltee a vernos al apreciar nuestra gran riqueza natural y humana.

La UNACH habrá de jugar un gran papel, importante, en la gran cruzada que se avecina. La UNACH y su descentralización natural habrá de poner los cuadros profesionales que el desarrollo necesita. La creación de nuevas carreras acordes con el reto que está ya a la vuelta de la esquina deberán de fundarse hoy mismo, así como las carreras que formen cuadros de las ciencias de la salud y de la industria turística en el sitio preciso del Chiapas multicultural, deberán hacerse presentes. Todo esto ya lo ha dicho Víctor Fabián Rumaya Farrera en su cruzada por la búsqueda de la rectoría.

La reconstrucción por el desastre del terremoto, todavía no resuelto, es una acción en donde las universidades de Chiapas deben ser las grandes participantes, de manera directa en la reconstrucción con una gran movilización para hacer del servicio social una verdadera acción comunitaria y no una entelequia que a nadie importa, en donde la primera escuela de ingeniería nacida en la UNACH tenga la obligación de diseñar, cuanto antes, un manual de construcción en una tierra que ya tuvo la amenaza de un terremoto de 8.2 Richter para que las estructuras construidas y reconstruidas no pasen por el trago amargo de la incertidumbre. La UNACH tiene grandes estructuristas egresados de sus aulas que, estoy seguro, se sumarían a esta gran cruzada necesaria e inaplazable en un estado de enorme pobreza.

Creo que vienen tiempos buenos para Chiapas. Nuestra tierra necesita a sus mejores estructuras y a sus mejores cuadros para enfrentar los tiempos buenos de los grandes retos. Sus universidades deberán de jugar un papel fundamental en esta odisea. Para ello, sus dirigentes deben ser los mejores: Aquellos que se conmueven con el dolor humano, los que saben qué hacer ante retos insoslayables, los que saben ver lo que hace falta, los que conocen las entrañas de la Educación Superior y su funcionamiento burocrático, aquellos que no van a lucrar con dineros que no son suyos. Ese es Víctor Fabián Rumaya Farrera. Vi su entusiasmo, su franqueza y su prudencia. Son cualidades fundamentales para encabezar una gran institución que se apresta a salir del bache en el que se encuentra para enfrentar su reto definitivo. Son tiempos de Chiapas que no se pueden desperdiciar.

Apuesto por Rumaya, extensionista de vocación y académico formado.

Hoy es lo que Chiapas necesita.