La tragedia más grande en La Habana

Francisco nació en 1953 en La Habana, Cuba, y en sus 68 años no ha visto una destrucción tan severa como la vivida en el Hotel Saratoga el viernes pasado.

Agencia Excélsior

Francisco nació en 1953 en La Habana, Cuba, y en sus 68 años no ha visto una destrucción tan severa como la vivida en el Hotel Saratoga el viernes pasado.

El hotel, uno de los más emblemáticos de La Habana, había cerrado a causa de la pandemia. Los dueños aprovecharon para renovar el establecimiento y reabrirlo.

Los trabajos estaban prácticamente listos. El hotel volvería a abrir sus puertas este 10 de mayo.

Francisco divide su tiempo entre enterrar cadáveres en el cementerio Colón, muy cerca del centro de La Habana, y manejar un taxi, un destartalado Landa al que le falla prácticamente todo.

Este lunes, aún con el pantalón lleno de tierra del cementerio llegó puntual a la cita de las 12:00 para trasladar a quien esto escribe al aeropuerto de La Habana.

Es mucha desgracia, mucha tristeza”, es lo que dice este hombre que vio los albores de la Revolución Cubana.

Relata que en el cementerio, una hilera perfecta de tumbas severas, austeras, la gente se amontona para presenciar los entierros que han conmocionado a Cuba.

De acuerdo con fuentes oficiales, hasta el mediodía del lunes se contabilizaban 32 fallecidos por el estallido de gas.

El Saratoga está en una zona estratégica de La Habana, frente al Capitolio, cerca del Malecón, enclavado en plena Habana Vieja.

La zona atrae a cientos de curiosos, turistas y a cuerpos de emergencia que siguen buscando restos entre lo que queda de los escombros.

De acuerdo con Francisco, se trata del acontecimiento más estremecedor en una isla donde lo que se respira durante el día es calma y en la noche el ajetreo solo se vive en las playas.

Estamos de luto, hermano, estamos de luto”, lanza casi a gritos Beto, cuando se le pregunta sobre algún lugar para ir a bailar y beber algo la noche del sábado.

Beto, “guía de turistas” que se contrata junto con un taxi Chevy de los años 50 que funciona de milagro, tiene razón. Las calles de la zona hotelera (Habana Libre, Capri, Nacional), en Habana Vieja, en Habana Centro, no hay fiesta.

Es la cosa más triste, hay mucho dolor, mucha desgracia, por unos días en Cuba no hay fiesta”, dice Beto a gritos, manoteando.

En el hotel Habana Libre, que sirvió de cuartel general a los revolucionarios al termino de la guerra civil en 1959, y donde ondean banderas de varios países, la bandera de Cuba fue izada este lunes a media asta, al igual que en oficinas de gobierno y escuelas.

La tragedia es absoluta para Cuba, país caracterizado por las escasas noticias de desastres, donde incluso los huracanes más potentes generan pocas víctimas.

Gladys es trabajadora del sector hotelero. Relató que cuatro colegas suyos fallecieron en el estallido.

Acababan de concluir en Varadero una feria de turismo para relanzar a Cuba en el mercado internacional. La apertura del Saratoga estaba planeada para ser parte de la promoción de la isla en este verano.

En Cuba rara vez hay muertos por desastres, nos preparamos bien siempre para los huracanes. Esto (la explosión del Saratoga) fue una tragedia enorme para todos, un golpe duro para Cuba. En este país no pasan cosas así”, explicó Gladys.

El desastre del Saratoga golpeó a una Habana que apenas estaba recuperándose de los estragos de la pandemia de covid y que vive ahogada por el bloqueo económico de medio siglo.

En el mensaje que dieron el domingo los presidentes Andrés Manuel López Obrador, de México, el tabasqueño dio el pésame al presidente Miguel Díaz Canel por los fallecidos.

Tras dejar a este reportero en el aeropuerto, Francisco debía retornar a la zona centro de La Habana, esperando que ya no sea necesario ir de nuevo al cementerio a abrir tumbas para enterrar a más fallecidos en el Saratoga.