Se le cerrará la puerta al glifosato para producción de maíz

CHRISTIAN GONZÁLEZ/Tuxtla Gutiérrez 

Previo a cierre del 2022, las organizaciones que integran la campaña “Sin maíz no hay país” destacaron la autosuficiencia de México en la producción del grano y el cumplimiento del decreto de no importar más glifosato para 2024.

“Es, así, urgente la transición agroecológica, garantizar presupuesto y fortalecer el marco regulatorio para transitar hacia una agricultura libre de transgénicos y su paquete tecnológico”.

La campaña “Sin maíz no hay país” recordó que el maíz que México importa de los Estados Unidos pone en riesgo la cultura alimentaria y la diversidad biocultural, así como la salud de la población, en especial la de los jornaleros, y de los productores.

Incluso la Organización Mundial de la Salud (OMS) considera ese alimento como un probable cancerígeno. Se trata de un maíz totalmente diferente de los maíces mexicanos, ya que se desarrolla en laboratorios y es de carácter industrial, no alimenticio, pues se destina a la producción de etanol, de forraje y es un insumo para los productos ultra procesados.

“Se ha dicho que si México no importa maíz amarillo transgénico se pone en riesgo la alimentación; al respecto, es necesario recordar que nuestro país es autosuficiente en maíz blanco y en maíces nativos para tortilla, que es nuestro principal alimento”.

En los últimos reportes que la campaña solicitó a la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), reportó que la importación de glifosato técnico y formulado está por debajo de 50 por ciento de la cota establecida por Conacyt y disminuyeron de 2021 a 2022.

“Esto quiere decir que se cumplirá lo que marca el decreto de no importar más glifosato para 2024, sin que ello implique una baja en la producción de maíz, ya que, hasta el momento, no se ha reducido, con base en los números presentados”.

México es centro de origen, domesticación y diversificación constante del maíz. Lo que está en riesgo son los miles de variedades de maíces que siembran los campesinos y campesinas. Estamos hablando del acervo genético social vivo in situ más grande del mundo, precisaron las organizaciones.