Debe prevalecer el diálogo en la familia: Arizmendi

Arizmendi Esquivel destacó que se debe trabajar diariamente para tener un hogar armonioso y en paz.

 

Se debe mantener la unidad como familia y evitar los gritos y regaños, debe haber comprensión y platicar, destacó el obispo de SCLC

 

Santiago López

San Cristóbal de Las Casas

 

Felipe Arizmendi Esquivel, obispo de la Diócesis de San Cristóbal, lamentó que en muchos hogares el papá esté ausente en su familia, violento o borracho; y la mamá saturada de quehaceres, malhumorada por tantas responsabilidades que le dejan, preocupada por la poca respuesta de sus hijos.

“Estos no se sienten a gusto en su casa y forman pandillas donde encuentran comprensión y apoyo; o tienen que trabajar desde pequeños, a veces limpiando parabrisas en las esquinas, aunque esté lloviznando. Se te desmorona el alma cuando ves estas escenas, que no podemos plenamente remediar. Una moneda sirve de algo, pero el problema familiar es muy profundo”, dijo.

Llamó a cuidar a la familia, pues “es lo más hermoso que tenemos, y lo que más se lamenta cuando no se disfruta de un hogar armonioso y en paz. En especial, que el papá sepa combinar su autoridad, siempre necesaria y educadora, con la ternura, la comprensión, la paciencia y el cariño”.

En su mensaje de media semana, exhortó a ser capaces de sentarse a dialogar con los hijos, sean pequeños, adolescentes, jóvenes y aún mayores, “no en plan de pleito y regaño sistemáticos, sino con apertura, con afecto, con serenidad, ofreciendo criterios humanos y cristianos, que les ayuden a crecer sanos y confiados, con la seguridad de que no están solos y abandonados de la vida, sino con ilusiones y con la confianza de que cuentan con alguien que les ama. Sólo así se refleja la familia que Dios quiere”.

Arizmendi Esquivel, contó que en un vuelo reciente, en el asiento delantero al suyo, iba un matrimonio con tres hijos, uno como de nueve años, muy tranquilo y sin dar mayores preocupaciones; una niña como de seis años, inquieta y preguntando por todo; y una pequeñita como de año y medio, que no dejaba en paz a sus papás: moviéndose de aquí para allá, caprichuda, que todo se le antojaba y nada le gustaba, sin importarle los demás pasajeros.

“Lo que quiero resaltar es la actitud de los papás: serenos, tranquilos, atendiendo a cada uno de los hijos; nada de gritos ni golpes. Y sobre todo la actitud del papá: ayudando en todo a la mamá, cargando a la pequeñita, con cariño y ternura, con paciencia y comprensión. Y la niña mediana, accediendo a los gustos de la pequeña. En fin, una familia normal, pero muy bonita, muy integrada, con la figura serena y madura del papá, que nunca relegaba todo a la mamá, sino asumiendo su papel de padre”, detalló.

En otro vuelo, dejo ver que igual, delante de él venían el papá con una de las hijas, como de seis años, y la mamá con otra como de nueve años, sorprendiéndole  el cariño de las hijas con sus padres, que reflejaba la confianza que éstos han generado en ellas.