La diversidad del parque central de Tapachula

La plaza Benito Juárez se ha convertido en un espacio lleno de sincretismo y diversidad, donde se conjuntan los sabores y tradiciones de los pobladores locales y migrantes.

Los símbolos son diversos, en una ciudad que se viste de frontera 

Violeta Cancino

Tapachula 

El sincretismo y la diversidad se dejan expresar en la plaza Benito Juárez en Tapachula, cuando se realizan cultos por parte de la iglesia cristiana, el pastor gritando aleluya y exhortando a los cánticos y alabanzas, al lado del busto del prócer de la patria, Benito Juárez, uno de los grandes personajes históricos que promovió el México liberal y laico que separó la iglesia del Estado y permitió el desarrollo de país, alejando a esos primeros frailes evangelizadores que a punta de “espada y biblia” impusieron su voluntad. 

Los símbolos son diversos, los migrantes haitianos comienzan a vender sus platos tradicionales, las brochetas de pollo y puerco comienzan a levantar el apetito, los pequeños bancos rústicos instalados por las banquetas que cambian “chips” y dólares por pesos y las estéticas callejeras improvisadas al lado de las prostitutas de Tapachula de siempre, que incluso estaban antes de los haitianos y la congregación que se expresa en el parque. Haitianos y prostitutas ven y escuchan el culto con indiferencia.

La sociedad que brota en Tapachula, de un paso de frontera, deja entrever una sociedad compleja con muchas aristas, como la Iglesia de San Agustín que está por terminar su misa al lado del evento cristiano y el ex palacio municipal, ahora museo de la ciudad (MUTAP), donde se guardan otros dioses más antiguos, en la “Sala 3,000 años de urbanismo mexicano”, donde se resguardan algunas réplicas de los dioses de Toniná.

 

En el MUTAP se guardan otros dioses más antiguos, en la “Sala 3,000 años de urbanismo mexicano”, se encuentran algunas réplicas de los dioses de Toniná.