Infancias en riesgo en el corte de café

“En las fincas hay muchos riesgos para las mujeres, especialmente las niñas porque ahí los mismos trabajadores y el caporal violan a las mujeres…”

Violeta Cancino

Tapachula 

Jenni es una joven de origen guatemalteco que llegó a las fincas del Soconusco cuando tenía 12 años, en una época en que el “corte de café” era redituable para venir a trabajar hasta territorio mexicano.

Ella, sus cuatro hermanos y su mamá acompañaron a su padre a trabajar en las fincas cafetaleras en la región Soconusco de Chiapas.

La historia de su familia no fue la excepción a la explotación laboral e infantil que vivieron muchas familias guatemaltecas.

Relata que el trabajo era una de sus obligaciones familiares porque todos debían hacer aportaciones monetarias.

Se despertaban a las 5 de la mañana para alcanzar alimentos que a esa hora se servían; la jornada laboral comenzaba a las 6 de la mañana.

Cuando cumplió los 14 años intentó trabajar por cuenta propia a jornada completa y le pidió al caporal (capataz) que la contratara pensando que con sus ingresos su familia podría estar mejor, pero ese momento la edad impidió su contratación.

Cuando aparentó tener mayoría de edad pudo ser contratada formalmente solo que el contacto con más personas la puso en una situación vulnerable. El acoso sexual y los riesgos de violación por empleados y trabajadores de la finca se pusieron a la orden del día.

“En las fincas hay muchos riesgos para las mujeres, especialmente las niñas porque ahí los mismos trabajadores y el caporal violan a las mujeres…”

Jenni corrió con suerte, nunca fue tocada por nadie. Habla bien el español. Pero muchos guatemaltecos, la mayoría de la etnia mam, tienen dificultades con el idioma. Por eso, cuando se cansan de los abusos prefieren otros lugares para irse a trabajar.

Actualmente la afluencia de guatemaltecos para trabajar en las fincas es casi inexistente, con la pandemia por Covid-19 y el cambio de moneda, ya no les reditúa venir a trabajar a esta parte de Chiapas.