Comprar una empresa en la Bolsa, todo un arte

Agencia Excélsior

A propósito del Buen Fin, ¿cuánto estarías dispuesto a pagar por aquel televisor lujoso, 4k, gigante, brillante, que hará juego con tu sala y que será la envidia de todas tus visitas? Si eres como la mayoría de las personas, esa cantidad oscila entre cierto rango de precios. La decisión de compra sería sencilla: si el precio se encuentra por debajo del rango lo comprarías sin siquiera parpadear, caso contrario (por ejemplo, que se encuentre 7 mil pesos más caro), seguro lo pensarás dos veces antes de tomar cualquier decisión.

Al realizar nuestras compras buscamos precios de referencia que nos ayuden a tomar nuestras decisiones. Algo similar sucede cuando queremos comprar empresas dentro de la bolsa de valores. Queremos conocer si están a precio de remate, normal o caras. Dentro del análisis fundamental de acciones existe un indicador con un gran número de adeptos: la ratio precio-beneficio (o P/E Ratio). Consiste en una división sencilla del precio de una acción por los beneficios por acción de una empresa. Su uso por los inversionistas en valor como Benjamin Graham y Warren Buffett ha sido destacado múltiples veces ya que permite tener el punto de referencia que buscábamos.

Pongamos como ejemplo la acción de Walmart cuyo precio, al momento de escribir este artículo, es de 150 dólares y los beneficios por acción reportados son de 3.55 dólares en un año. El P/E Ratio de Walmart por tanto es de 42. Ello significa que cada dólar de beneficio de Walmart como inversionista nos costaría 42 dólares. Para evaluar si comprar o no la acción podríamos comparar su ratio contra empresas similares del sector. En nuestro ejemplo de la compra del televisor compararíamos si nos conviene comprar el que cuesta 42 dólares contra otro que cuesta 35 y tiene mejor tecnología y durabilidad.

Ese es el caso para una empresa, pero ¿qué pasaría si extendemos la noción para todo el mercado accionario estadounidense? En el famoso libro de Exuberancia Irracional, Robert Shiller presenta una ratio que más tarde llevaría su nombre. Consiste en dividir el valor del índice Standard and Poor's 500 y los beneficios de esas 500 empresas ajustados por inflación. Dicho índice y sus empresas comprenden alrededor del 80% del valor total del mercado accionario estadunidense, a la fecha de 48.5 trillones de dólares estadounidenses.

El Shiller P/E Ratio nos indicaría cuánto nos cuesta un dólar de ganancias del mercado. Lo que es más, un ratio elevado podría señalar que el mercado está inflado porque los beneficios de las empresas se venden muy por encima del promedio histórico. La capacidad de generar utilidades está limitada por la demanda y la oferta de los bienes y servicios que esas empresas proporcionan. El nivel del índice está limitado por las decisiones y emociones de los inversionistas. Hay un punto dónde ya no se está dispuesto a pagar mucho más por esos beneficios, y es ahí cuando sobrevienen las correcciones del mercado.

La pregunta natural es: ¿en qué punto nos encontramos y qué podría pasar en los próximos meses? El Shiller P/E Ratio tuvo un valor de 30 el Martes Negro (el crac del 29), de 27 previo a la hecatombe financiera de 2008, y más impresionante aún de 44.19 en el punto álgido de la burbuja de las punto-com. Históricamente, el ratio ha tenido una media de 15.86 unidades, actualmente nos encontramos en un valor de 39.85, muy por encima de todas las burbujas financieras sin considerar la del 2000.

Las razones de dicho nivel las conocemos: la redirección de los cheques de estímulo del gobierno estadunidense para hacer frente a la pandemia actual no ha ido solamente a la compra de bienes de consumo sino también al mercado financiero. El ahorro de los estadunidenses se encuentra en niveles récord, empujado por las ganancias boyantes de las empresas.

¿Es razonable pagar casi 40 dólares por un dólar de beneficio que genera el mercado? La respuesta dependerá de cada inversionista. Benjamin Graham acertadamente alertaba a los inversionistas que las acciones se vuelven más riesgosas mientras más alto sube su precio y no lo contrario. ¿Suena entonces probable y razonable una futura corrección del mercado? La respuesta es un rotundo sí.