Imaginar las ruinas del Ave Fénix, Pedro Ángel Palou

México, la más reciente ficción histórica del novelista poblano, inicia con la caída de Tenochtitlan y llega hasta el terremoto de 1985

Agencia Excélsior

CIUDAD DE MÉXICO.

“La Ciudad de México ha sido una curiosa ave fénix que se ha repuesto de la destrucción –cuando era Tenochtitlan–, de inundaciones, sismos y epidemias”, afirma el escri­tor Pedro Ángel Palou (Pue­bla, 1966), que lanza México, su más reciente novela, una ficción histórica de 500 años que inicia con la caída de Te­nochtitlan y llega hasta el te­rremoto de 1985.

La obra, que habla de frente con Carlos Fuentes (1928-2012) y lo homenajea con Ixca Cuautle, es conta­da desde la mirada de cuatro familias que cruzan sus ca­minos con personajes como Hernán Cortés, La Llorona, Alexander von Humboldt, Carlos de Sigüenza y Góngo­ra, Ignacio de Jerusalem, José María Morelos, Benito Juárez, entre otros, para retratar la historia de una ciudad tras bambalinas.

 (En esta novela, publica­da por Planeta) hay nostalgia, aunque hay diversos tipos de nostalgia de la ciudad. Una está ligada al espacio físico, a sus edificios, pero también está la nostalgia sonora, por­que, como digo en la Guía de forasteros, me extraña mu­cho que la novela mexicana, en general, sea tan silente”, dice a Excélsior.

¿Ixca Cuautle es un guiño a Fuentes? “Sí. Para mí Fuen­tes ha sido una figura tutelar, incluso antes de conocerlo. No es el novelista más me­galomaniaco y ambicioso que ha tenido México, sino el autor de la novela por exce­lencia de la ciudad con La re­gión más transparente”.

Me hubiera encantado terminar esta novela antes y que él la hubiera leído. Por eso digo en la Guía de fo­rasteros que me queda Silvia (Lemus), gran amiga y lec­tora. Quienes conocimos a Fuentes coincidimos en que después de conocerlo, es im­posible leer sus libros sin es­cuchar su voz; es como si te los recitara. Él es esa ima­gen del dios tutelar de la novela mexicana viéndote”, asevera Palou, aunque tam­bién acepta una segunda figura tutelar: Fernando del Paso.

En México, Palou em­plea a cuatro familias dis­tintas entre sí para contar los sucesos entre 1521 y 1985. Por ejemplo, los Cuautle, una fa­milia de tlacuilos indígenas que sobrevive y conserva el apellido, aunque con los años se convierten de tala­barteros, zapateros y en un arqueólogo. Le siguen los Santoveña, una familia de panaderos, con estatus y riqueza, que conserva su negocio familiar, para lue­go entrar en escena las fa­milias Landero y Sefamí.

Estas cuatro familias me cuentan a mí tam­bién la historia de la ciudad, no sólo a los lectores. Me cuentan una capital de una manera distin­ta, y por eso es un ave fénix de la que se repo­ne la capital y los seres huma­nos que la ha­bitan, ya que una y otra vez renacen, vuel­ven a creer en ella, a vivirla y a amarla”, ex­presa el también autor de Pobre pa­tria mía y Zapata.

Y apunta: “Creo que no hay nadie que haya vivido en la CDMX –que toda la vida ha sido de migrantes– que no la ame y la odie, aunque fi­nalmente es el amor el que gana, y ese amor hace que la gente se quede y viva de esa manera tan pasional como sólo sucede aquí”.

Finalmente, Palou acepta que para este libro constru­yó un soundtrack de la me­trópoli, el cual le acompañó en este recorrido nostálgico, junto con las crónicas (desde Hernán Cortés hasta Héctor de Mauleón). “Sin duda, fue un recorrido de cuatro siglos de cronistas y fue impresio­nante, porque así puedes pa­ladear y saborear la ciudad, mientras imaginas y extrañas su gastronomía y los lugares de antaño”.

Pero como dice Marcel Proust, añade el autor, no se trata sólo de lugares abstrac­tos o personajes notables, sino esas épocas que yacen sobre los pasos del presente. “En esos lugares también está mi infancia y las visitas que hice a casa de mis tías en la Narvarte, mis idas a la UNAM y mis pláticas con Luis Mario Schneider en el Instituto de Bibliográficas, o con Adol­fo Castañón en Parroquia,  donde estaba el Fon­do de Cultura Econó­mica (FCE). Para alguien que venía de la provincia, todos esos viajes a la ciudad fueron fundamentales por­que me hicieron querer y co­nocerla más”.

Este libro es una guía in­formal de la ciudad, para fo­rasteros, propios y extraños; una guía de turistas, para ver esquinas, tiendas y edificios que no hemos visto. Ésta es una historia social de la ciu­dad, donde están todas las clases sociales y todas las posibles mezclas y barrios, desde Tacubaya al Centro Histórico, la Portales, Tlate­lolco e incluso Ciudad Saté­lite”, concluye.