LOS NIÑOS Y LA BASURA 170519

 

Por Manuel Zepeda Ramos. 

Ahora que le cayó el chahuistle a la Ciudad de México y a doña Claudia Sheinbaum porque se le juntaron todos los problemas de contaminación en donde las ya famosas partículas PM 2.5 que surgen con los incendios forestales son dañinas, en serio para la salud, al grado que los habitantes de la defecana capital están seriamente preocupados porque no pueden respirar y se sienten como que se ahogan sin que se les apriete el gañote, apareció un mensaje en las redes sociales en donde podemos ver un informe de la Organización Mundial de la Salud que nos dice que la contaminación del aire provoca siete millones de muertes al año, debido a que “el 91% de los habitantes de la Tierra respiramos aire muy contaminado”.

 

¿No les parece un asunto de horror, como si viviéramos adentro de las películas de Mad Max?

El mensaje aparecido nos dice que la contaminación del aire “es responsable del 43% de las muertes por cáncer o afecciones pulmonares; 25% de las muertes por problemas del corazón y el 23% de las muertes por derrame cerebral. La contaminación afecta prácticamente todos los órganos y sistemas de nuestro cuerpo”

Cómo es posible que después de ver estas cifras, escalofriantes, exista hoy un presidente de Estados Unidos enemigo de preocuparse por el cambio climático y sí arengar a favor del uso sin control de materiales contaminantes con tal de quedar en muy buenos términos con sus seguidores duros -que en eso ven empleos seguros-, que pudieran reelegirlo en los próximos comicios norteamericanos del próximo año.

La revista Nature, prestigiada publicación reconocida en el Mundo entero, publicó en este todavía mes de mayo que la educación escolar en torno al cambio climático puede ampliar la conciencia de los padres ante este enorme problema que pudiera llevar a la desaparición de la especie humana.

Los investigadores de la Universidad de Carolina del Norte, quienes durante dos años estudiaron el comportamiento de 300 padres de familia y 240 alumnos, llegaron a conclusiones como que los padres masculinos son los menos preocupados por la contaminación ambiental y el cuestionamiento por parte de sus hijas resultó 28% mayor a la preocupación al respecto de parte de los hijos varones.

Hoy, los niños de esa región entienden que hay que reducir las emisiones de carbono en 45% para lograr impedir que el nivel del mar se llegue a elevar 0.76 cm. en el 2030, que pudiera provocar la desaparición de islas, tierras de cultivo y ciudades costeras.

Estamos hablando de un cobro de conciencia ante la adversidad que está por alcanzarnos, de niños por sobre los padres varones que habrán de convertirse en auténticos impulsores de medidas urgentes para la preservación de la vida. Las personas mayores, concluye el estudio, han vivido tanto tiempo con la contaminación asechando cotidianamente, que ha aprendido a vivir con ella, considerándola parte de la vida normal. Los niños, en cambio, tienen una mentalidad receptiva, sin ideas preconcebidas, al grado de que se han llegado a preguntar si vale la pena estudiar si para dentro de 20 años no podremos ni respirar.

Los niños del Planeta habrán de crear la conciencia necesaria que hoy el Mundo necesita.

Hace unos días, el único Ayuntamiento de Chiapas que acudió al llamado del gobernador del estado para pugnar por una ciudad limpia, fue su capital Tuxtla Gutiérrez: brigadas de voluntarios salieron a limpiar las calles y banquetas.

No basta.

Al igual que los niños y jóvenes de Carolina del Norte que están conscientes del gran problema que les espera, al igual que los niños europeos que se plantan cada domingo con mantas y carteles para denunciar la catástrofe que viene, los niños y los jóvenes de Tuxtla tienen que movilizarse para crear conciencia de lo que significa dejar la basura tirada en la calle porque habrá de escurrir inevitablemente hacia el río Sabinal y luego hacia el Grijalva para que llene, inexorablemente, de basura, porquería y millones de botellas de plástico a la hoy belleza natural de México más importante, el Cañón del Sumidero, que cada día habrá de tener menos visitantes de México y el Mundo porque los chiapanecos no sabemos cuidar lo que debe ser un flujo de divisas importante para el estado.

Ya arrancó Tuxtla, que a partir de ahora debe buscar a como dé lugar, sin descanso, el concurso de todos los niños de la capital chiapaneca, los realmente movilizadores de la conciencia familiar, que están esperando en cada escuela primaria la convocatoria urgente para empezar a luchar por la limpieza de su pueblo.

¿Cuándo lo harán los demás municipios que se sirven del Río Grande y lo único que le devuelven es mugre, basura, botellas de plástico y heces de residuos alimentarios desechados por el organismo después de la digestión?

A lo mejor, solo esperan a que el destino los alcance:

La destrucción de la tierra de sus ancestros.