HOSPITAL DEL ALMA 040619

Por El Duque de Santo Ton

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Querido Duque:

Soy tuxtleca, tengo 25 años de edad y voy a casarme en agosto.

De acuerdo a la tradición, a mi futuro esposo le corresponde pagar el traje de novia y me dio un dinero para que lo destinara a comprarlo o a mandarlo a hacer, pero la cantidad que me entregó no me alcanza ni para pagar el velo. Una de mis primas ricas, que tiene la figura parecida a la mía, me ofreció prestarme el traje de novia con el que se casó, siempre y cuando se lo cuidara y lo mandara a lavar a la tintorería después de usarlo. Se lo platiqué a mi novio y me dijo que se lo acepte porque sólo lo voy a usar un rato, que el dinero lo podemos usar en otras cosas. Duque: mí no me parece una buena idea, ya que mi prima es una sangrona a la que odio, pero al parecer no me va a quedar más remedio que usar su traje o ir a mi boda vestida de criada ¿qué hago?

Alina

Tuxtla Gutiérrez 

Querida Alina:

El día de tu boda debes vestir como una reina y no con ropa usada y además, prestada. Ni de broma vayas a aceptar el traje que te ofrece tu prima, porque te está sobajando, te está recordando que eres una pobre diabla, y que el baboso de tu marido es un papanatas. Si usas el vestido de novia de tu prima en tu boda serás la comidilla de toda la familia y la etiqueta de muerta de hambre no te la va a quitar nadie. Sinceramente, si fuera tú, yo no me casaría con ese hombre que no puede darte tu lugar y que seguramente jamás va a cambiar, ya puedo ver a tus hijos usando la ropa usada de tus sobrinos. La primera impresión es la que cuenta y me parece que el hombre que has escogido como esposo no es el mejor. Las mujeres que se respetan a sí mismas deben casarse con hombres capaces de dar la cara por ellas y no pedirles que se conformen con la miserable situación en la que están. 

Duque:

Tengo una tía que consiguió una chamba en el gobierno, en una dependencia relacionada con la atención a grupos indígenas, y le pagan muy bien. Siempre anda muy bien vestida y arreglada, pero cuando va a las comunidades o recibe indígenas en su oficina, llega a su casa a bañarse con gel antibacterial y pide que además de lavar, desinfecten su ropa, porque los indios son unos antihigiénicos. Lo chistoso del caso es que ella es morena, morena, casi negra, chaparra y regordeta, es decir, una india como todos nosotros. Yo no sé cómo hacerle ver que la está regando.

Rosalía

Tuxtla Gutiérrez 

Querida Rosalía:

Tu tía no la está regando, cobra un buen dinero por hacer lo que hace, es decir nada, y me parece que está tan acomplejada que ni siquiera puede distinguir sus complejos, mucho menos puedes pedirle que trate de luchar con ellos. Además, en la burocracia ningún cargo es eterno, y ya vendrá el tiempo en el que ella sea a la que traten como apestada. Lo que sí puedes decirle es que los indios no son antihigiénicos, antihigiénicas son el hambre y la pobreza en que viven. 

Duque:

Mi esposa acaba de cumplir 58 años y está muy guapa, al menos así la veo yo. Te juro que el tiempo no pasa por ella, usa la misma talla que nuestra nieta mayor, y se arregla como si fuera una princesa. Aunque no las usa jamás en público, tiene una colección de joyas muy finas que solamente se pone en ocasiones íntimas y a mí me encanta verla usando diamantes, perlas, rubíes y esmeraldas. Vamos a cumplir 40 años de casados y me sigue pareciendo la mujer más bella de Chiapas, no sé por qué Dios fue tan bueno conmigo y me dio una esposa así. Estoy enamorado de ella desde que la conozco y lo sigo estando.

Claudio

Tuxtla Gutiérrez 

Querido Claudio:

Me encanta que estés tan enamorado de tu esposa pero aunque parezca que el tiempo no pasa por ella, de hecho sí pasa, está a punto de llegar a los sesenta, y eso ya es decir. Si te preguntas el por qué Dios fue tan bueno contigo al darte una esposa así, simplemente recuerda quien fue el que pagó las facturas de los diamantes, las perlas, los rubíes y las esmeraldas. 

Querido Duque:

La mejor amiga de mi esposa me coquetea descaradamente y yo no sé qué hacer porque si no le hago caso la gente va a empezar a decir que soy maricón. Se me hace que con un buen arrimón que le meta será suficiente ¿no?

Gildardo

Tuxtla Gutiérrez 

Querido Gildardo:

Tú no tienes que hacer nada para demostrar a nadie tus preferencias sexuales, y mucho menos caer en las provocaciones de una mujer que al parecer no conoce lo que es la vergüenza. 

Duque de Santo Ton:

La otra noche me asaltaron en la madrugada, cuando iba caminando en el centro histórico de la Tuxtla. De pronto me rodearon tres sujetos, con el rostro cubierto, con navajas en la mano, y me pidieron que les diera todo lo que yo llevaba. Les di mi billetera, mi celular, mi esclava, mi cadena con medalla y mu reloj. Entonces me pidieron los tenis, primero, y luego la camida y los pantalones. La verdad es que no eran muy finos y me extrañó que los quisieran llevar pero para no correr riesgos se los di. Entonces uno de ellos, con voz de enojado, me dijo que también le diera mi bóxer ¿y ése para qué lo quieren?, le pregunté, y por toda respuesta me dio una cachetada con la mano abierta, tan fuerte pero tan fuerte, que de un solo tirón me quité los calzones y se los di. En pocas palabras mi Duque: me dejaron solamente con los calcetines puestos y pasé una vergüenza tremenda porque una patrulla me llevó a la Popular y jamás me dieron algo para cubrirme. Pasé cerca de dos horas desnudo. Todavía sigo preguntándome por qué me obligaron a quitarme los calzones.

Edgar

Tuxtla Gutiérrez 

Querido Edgar:

En realidad no creo que los ladrones hayan querido tus calzones para usarlos o revenderlos, más bien creo que quisieron dejarte totalmente inerme para darles tiempo de huir, además de que en su mente loca podrían haber considerado la trusa como un botín de guerra, que implica humillación, dominación, sometimiento.