HOSPITAL DEL ALMA 161118

Por El Duque de Santo Ton 

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Querido Duque de Santo Ton:

A mi marido le iba más o menos bien en un negocio que tenía, vivíamos cómodamente, pero empezaron a ir mal las ventas y él trató de arreglar la bronca pero no pudo.

Es muy trabajador, pero le fue tan mal que hasta pensó en cerrar su negocio. Entonces yo les pedí un préstamo a mis padres, que sin ser muy ricos, sí tienen dinero, lo cual nos ayudó mucho. Mi esposo pudo continuar trabajando, pero como la situación económica no ha estado bien, no hemos saldado la cuenta. Hemos dado abonos pero no todo lo que se sebe. Mis padres no insisten en que paguemos todo, ya que se dan cuenta de que estamos ahorcados, pero desde que nos dieron el dinero, se sienten con el derecho de intervenir en nuestra vida matrimonial. Quieren saber cuánto gastamos en comida, en gasolina, en la sirvienta, en ropa. Quieren saber si vamos al cine, si compramos hamburguesas o tomamos refrescos. Nos piden que les informemos si vamos a algún evento, si es boda o bautizo. Quieren saber qué regalo vamos a llevar y cuánto cuesta. Si invitamos a alguien a nuestra casa, dicen que desperdiciamos el dinero alimentando gorrones. Y así por el estilo. Quiero mucho a mis papás y estoy muy agradecida, pero creo que no deberían portarse así.

Eugenia

Tuxtla Gutiérrez 

Querida Eugenia:

Tienes toda la razón. Te sugiero que aunque logres reunir lo del abono, les digas a tus padres que no tienes para pagarles y que hagan lo que crean conveniente. Ante el susto de no recuperar lo prestado les dará hasta chorrillo, y tratarán de ser más cautelosos. Te suplico que ni tú, ni tu esposo, les otorguen nada en garantía ni les firmen ningún papel que los comprometa, para que tus papacitos se sientan inseguros y aprendan a tratar a bien a su familia, que es la que se encargará de ellos en los últimos días de su vida. El hecho de haberlos apoyado económicamente no les da derecho de intervenir en sus vidas. 

Duque:

Cuando tenía siete años de edad, fui violada por mi tío, el hermano de mi papá. Él me amenazó con matarme si decía algo, y cuando finalmente me decidí a hacerlo, mis papás decidieron que no lo hiciera para no dañarme más. Pasaron los años y ahora tengo 21. He luchado psicológicamente para superar la pesadilla. Mis padres me metieron a una terapia y a un grupo de apoyo, y poco a poco me he ido tranquilizando y superando el trauma. Sin embargo, pienso en que mi tío anda suelto, y en la familia hay niñas desde 2 meses hasta 10 años de edad y me horroriza pensar en que podría sucederles lo mismo que a mí hace años y estoy mucho muy preocupada. ¿Crees que tengo la obligación moral de hacer público lo que me pasó o mejor me quedo callada?

Paloma

San Cristóbal 

Querida Paloma:

Mejor cierra el pico; ya tienes suficiente con lo que te sucedió como para volverte redentora. 

Querido Duque de Santo Ton:

Por las respuestas que das a las cartas que te escriben, cada día estoy más convencida de que eres un caballero al que le gusta ayudar a las personas y aprovecho la ayuda que nos brindas. Yo me enamoré de un hombre cuatro años mayor que yo. Cuando lo conocí, él tenía 23 años y yo 19. Nos hicimos novios ante mi insistencia, pero no duramos ni el año porque él no me quería y así me lo hizo saber, hasta que comprendí que era mejor desistir. Han pasado cinco largos años y aún no lo puedo olvidar, pues lo amé de manera desmedida, hasta llegar al punto de la idolatría. Actualmente no puedo querer a nadie más. Posiblemente por el amor tan grande que le tuve a ese hombre se me haya acabado la fuerza, el néctar del amor y no sepa dónde encontrar de nuevo ese sentimiento para volver a sentirme plena y sedienta de amor como antes.

Edith

Tuxtla Gutiérrez 

Querida Edith:

Lo que tienes es una fantasía nefasta con un hombre que nunca te quiso. A ti lo que te hace falta es un buen revolcón en la cama y practicar el sexo en todas sus formas, para olvidarte de esas tonterías. 

Querido Duque:

Mi hermana mayor y yo dormimos en la misma recámara y como a mí me gusta mucho leer de todo, tengo la luz prendida hasta como las 12 de la noche y como a ella no le gusta la lectura, se enoja. Ella dice que leer mucho debilita la visión. Hasta ahorita no he notado nada malo, pero tengo 16 años, y como me lo dice todas las noches, comienza a preocuparme. No quiero quedarme ciega. ¿Será cierto?

Lucía

Tuxtla Gutiérrez 

Querida Lucía:

Eres contradictoria. No sé cómo puedes creer semejante idiotez, si dices que lees mucho. La burra debería ser tu hermana, no tú, ya que leer sobre el papel jamás le ha hecho mal a nadie. En todo caso leer en pantallas electrónicas sí puede afectar la cisión por obvias razones. Tener 16 años no es justificante para hacer preguntas tan babosas. 

Querido Duque:

Te escribo con un verdadero sentimiento de vergüenza, pero lo hago porque durante años he leído tu Hospital y conozco tu manera de pensar, que no juzgas y mucho menos condenas, y además por tu absoluta discreción. Mi problema es serio y me tiene acongojado, preocupado y sin saber qué hacer. Tengo 63 años, soy casado, soy padre y soy abuelo. Sin embargo, de unos meses para acá y por primera vez en mi vida, me he sentido atraído hacia un compañero que es bastante más joven que yo, tiene 40 años. Siempre me consideré a mí mismo heterosexual y estoy totalmente confundido acerca de mis sentimientos hacia este hombre. Fui criado en una época y en una familia cuando no era aceptable ser gay bajo ninguna circunstancia. Y ahora me hago todas estas preguntas: ¿estuve en negación todos estos años? Y si es así, ¿cómo no pude saber nada acerca de mis tendencias homosexuales? ¿Por qué estoy teniendo estas experiencias ahora, en un momento tan tardío de mi vida?

Sergio

Tuxtla Gutiérrez 

Querido Sergio:

No te alarmes ni te sientas culpable. Perteneces a una generación especialmente reprimida en todos los sentidos, y aunque en tu época se vivió mundialmente la llamada “revolución sexual”, en México no se sintieron sus efectos.  Hiciste bien en adaptarte a tus circunstancias y no luchar contra la corriente, pues de lo contrario la sociedad hubiera acabado contigo y lo más seguro es que estuvieras loco o se te considerara un fracasado. No obstante, la putería es paciente y puede esperar largos años para aflorar, como en tu caso. Al sentirte que ya cumpliste con las exigencias de la sociedad, ahora se te antoja ser mampo y puedes hacerlo sin que nadie te reclame.