Vivir del oficio en una vieja máquina de escribir

Don Héctor sigue prestando sus servicios en el centro de la ciudad, a un costado de la iglesia de San Agustín.

Don Héctor lleva cerca de 40 años ejerciendo esta actividad 

Violeta Cancino

Tapachula 

Un tecleo extraño se escucha a lo lejos. Es tan distinto el sonido a la tecla de una computadora. Don Héctor es un hombre que se aferra a su vieja máquina para escribir y sigue prestando sus servicios en el centro de la ciudad, a un costado de la iglesia de San Agustín.

Inmerso en una era digital, este señor de más de 60 años de edad continúa ofreciendo sus servicios para hacer oficios a personas que no saben usar una computadora.

Quienes lo conocen dicen que lleva más de 40 años haciendo ese trabajo en su máquina de escribir mecánica. Es bueno con el oficio, dicen, solo que la memoria parece no ser un aliada ya. Algunos señalan que “ya no está tan cuerdo”.

Pero don Héctor se sienta como si estuviera en una oficina y pregunta los datos de lo que debe redactar y plasmar en tinta negra en esas hojas de papel.

Durante los años que ha realizado este oficio le tocó escribir cartas de amor que se enviaban por correo, en aquel tiempo. Fue redituable su labor en cierta época. Hoy, son pocos los oficios que le toca redactar pero aún hay quien demanda de sus servicios. Generalmente es gente de la zona alta de Tapachula, de comunidades, que se mantienen al margen de los equipos tecnológicos.

Mientras se observa el transcurrir de cada tecla en el papel, se observa una hoja que fue toda una novedad para corregir los errores. Se trataba de un corrector que permitía la precisión del molde de la letra sin que se notara tachadura alguna.

Tener un ingreso de este oficio es muy difícil, menciona don Héctor, pero tiene que continuar en el intento, porque es la experiencia que tiene. A su edad ya no hay más ofertas de empleo. Mientras alguien pague unas monedas por su servicio, es posible sobrevivir.