Bernardo, ejemplo de que la ganadería se trae en la sangre

CHRISTIAN GONZÁLEZ/Ocozocoautla

 Desde hace 36 años, Bernardo Luna Coutiño salió de su tierra natal, Nueva Quechula, Tecpatán, y se estableció en Ocozocoautla de Espinosa, donde logró consolidar el rancho “El Progreso”, ejemplo de cómo se puede no sólo vivir de la ganadería, sino apoyar a más familias e incluso a investigadores y alumnos.

En una entrevista, recuerda que es ranchero desde que nació, pues sus padres poseían un rancho en Malpaso, pero, por una necesidad, lo tuvieron que vender.

Con la experiencia adquirida, Bernardo comenzó a dedicarse a la producción de leche, así como becerros para cría y sementales; “nos ha gustado la ganadería, es parte de nuestra vida y de nuestra familia”, confiesa.

Aunque su hato no es muy amplio (posee alrededor de 40 vientres), menciona que con ello ha logrado apoyar a otras familias que dependen de “El Progreso”, así como de una cenaduría, negocio que emprendió desde 1993.

Para él, todo lo que ha logrado no sería posible sin el respaldo de la Unión Ganadera Local, por medio de la cual se le han facilitado muchas cosas; “en la ganadería nunca se termina de aprender, de eso no cabe duda”.

INSEGURIDAD, UNA “PANDEMIA” QUE NO LO VENCIÓ

Pese a que durante el tiempo que ha estado en Coita han sido más las buenas experiencias, Bernardo está consciente de que también han tenido que sortear momentos difíciles, como la inseguridad ante la disputa de poder entre cárteles de la droga.

Sin embargo, el ganadero confiesa que, gracias a Dios, han librado varias situaciones, como lo que le ocurrió con la pandemia de la covid-19, “nos bajaron mucho las ventas, lo tenemos que aceptar, porque la gente no quería salir, ni comprar”.

Cuando ya había “retomado el paso”, lamenta que aparecieran los integrantes del crimen organizado a hacerle daño a las familias. Sin embargo, en la actualidad, considera que Chiapas está mejor, y ya pueden hacer sus actividades de manera normal.

Aunque otro tema que también ha impactado en los últimos meses es el regreso del gusano barrenador del ganado, puntualiza que, gracias a las acciones gubernamentales, no ha habido un impacto negativo en el hato de la región.

UN ESPACIO DE CONOCIMIENTO

En 12 hectáreas con las que cuenta “El Progreso”, Bernardo ha sabido consolidar la producción de leche y sus becerros y sementales, entre otras cuestiones que le han dado la posibilidad, incluso, de apoyar a más familias e incluso darle entrada a académicos y alumnos de carreras como Veterinaria, para que hagan sus tareas o investigaciones.

“Gracias a Dios me ha buscado mucha gente, no se le puede cerrar las puertas, y acá ha venido mucha gente de la Unach (Universidad Autónoma de Chiapas) que está haciendo su servicio social, y se les enseña muchas cosas, me preguntan y sacan sus resúmenes”.

Bernardo menciona que hay quienes llegan a “El Progreso” para obtener pruebas de la leche y conocer la calidad de la misma, entre otras labores.

Para él, dice, lo lamentable es que rancheros ya cada vez sean pocos, pues muchas veces los hijos se preparan en otras áreas e incluso se han ido de Coita, lo que sucede con al menos dos de sus tres hijos. “No es como antes, que eras ranchero desde pequeño, y en mi caso, mis hijos vienen sólo un rato y se van”.

No obstante, para él su futuro no tiene otro destino, más que continuar con su rancho, “porque aquí me voy a morir; me gusta, es mi pasión”.