Audi Q7, va sobre rieles

Audi decidió actualizar la Q7 con tecnología que le permite al eje posterior modificar el ángulo de giro, para ofrecer un manejo más seguro al tomar una curva

Nota y foto: Excélsior

CIUDAD DE MÉXICO.

Justo a tiempo, Audi tomó la decisión de actualizar la Q7, su SUV más grande, lujosa y con­fortable, para ponerla al día y definir su estrella de Belén, la cual marcaría la dirección en que evolucionaría la familia Q, que agrupa a sus camionetas.

 

Entusiasmado, el equipo de Atracción viajó a los Alpes suizos. Corría el 2015, un año trepidante para la industria automotriz en el que la cien­cia ficción parecía ser, cada vez más, parte de la realidad y la frontera con la fantasía se hacía más difusa.

Era momento de poner­le las manos encima a la se­gunda generación de esta camioneta y experimentar (en el lanzamiento interna­cional) todas las maravillas que la marca de los cuatro aros prometía.

Una plataforma más lige­ra complementada con una generosa dieta de materia­les livianos como el aluminio, contribuía a reducir su peso en más de 380 kilogramos, para modificar por completo su comportamiento y hacerlo más a la europea para, a pesar de sus dimensiones (poco más de cinco metros de largo), ser más ágil.

La calidad de los mate­riales y acabados, así como la posibilidad de incluir una combinación de equipamien­to personalizado, le dieron a la Q7 la virtud de ofrecer una experiencia única, que era po­sible compartir con la familia, hasta en tres filas de asientos.

Llegó a México y de inme­diato nos dimos a la tarea de probarla. Percibimos algunas adaptaciones para el mercado nacional y, a pesar de haber perdido equipamiento extra­vagante, como la visión infra­rroja o el motor eléctrico de la versión e-tron, sentimos que estábamos frente a una espe­cie de nave espacial, en parte gracias al virtual cockpit (el panel de instrumentos más revolucionario de su tiempo), que marcó un parteaguas en la era de la digitalización.

Reflejar las funciones del teléfono móvil, conectarlo con el sistema de infoentreteni­miento y cargarlo de forma inalámbrica, es posible des­de hace mucho a bordo de una Q7.

BUSSINES CLASS

En este nueva oportunidad que tuvimos de probarla esperábamos algo más y lo buscamos en la mecánica. La tracción integral quattro y el brioso motor V6, 3.0 litros, sobrealimentado por un tur­bocargador, vinculado a una rapidísima transmisión auto­mática de ocho velocidades, nos permitieron movernos como si fueramos a bordo de un enorme sedán europeo y no en una camioneta, por lo que por momentos olvidamos los límites y pisamos el acele­rador sin temor a que la altu­ra de la camioneta jugara en nuestra contra.

Sólo a la hora de enfrentar los maltratados caminos de la Ciudad de México, llenos de topes y baches, y uno que otro empedrado cercano a las oficinas de Ciudad Imagen, cobramos consciencia que íbamos en una camioneta, y agradecimos la posibilidad de modificar la puesta a punto, gracias al sistema Drive Select.

Las torrenciales lluvias que cubren de agua los caminos, a la menor provocación, nos hicieron sentir privilegiados pues, más allá de los charcos, la amenaza de una inundación fue lo que nos hizo reflexionar que la popularidad de estos vehículos no es sólo parte de una moda.

La combinación de 333 ca­ballos de fuerza con una sus­pensión que por momentos filtra gran parte de las irre­gularidades del camino, pero que, en cuanto se va más rá­pido, más nos deja saber las condiciones del mismo, fue una de las experiencias más gratificantes que tuvimos a bordo de esta Q7.

Sin embargo, todo esto ya lo conocíamos, así que nos preguntábamos, qué haría la marca de los cuatro aros para actualizar su camioneta, una vez que, a bordo del nuevo A8 y de la Q8 la experiencia es una de las más seguras de la industria automotriz.

La respuesta no se hizo esperar y, para mejorar su desempeño, los ingenieros ale­manes colocaron a bordo de la Q7 algo más que un sistema de audio Bose, echando mano de un macanismo que le permite al eje posterior modificar su ángulo de giro, con la finalidad de trazar una mejor trayecto­ria y tomar las curvas como si las llantas fueran sobre rieles.

El grupo VAG ha tenido grandes avances en esta tec­nología en autos como el Por­sche 911 y el nuevo A8, cuyas características de conducción son muy particulares.

Con La Pera como sinodal (la curva más peligrosa de la autopista México-Cuernavaca) y con cuatro pasajeros a bor­do, decidimos poner a prueba qué tanto esta tecnología mo­difica la conducción de la Q7. Comenzamos a tomar la cur­va cambiando de carril para ir cada vez más rápido.

Desde la línea exterior ata­camos la curva con determi­nación, tratando de encontrar algún síntoma de pérdida de adherencia, la cual no ocurrió. Incluso antes de llegar a la mi­tad de la cerrada maniobra, la camioneta nos permitió llevar el acelerador prácticamente hasta el fondo para echar mano de las 324 libras-pie de torque, que vaya que nos empujaban.

Prueba superada y qué gran experiencia, aplausos para quien decidió que, más allá de algunos detalles de equipa­miento, la Q7 debía de recibir este tipo de tecnología, que hoy la pone a la vanguardia para mantenerla como refe­rente del segmento.

No encontramos carrete­ra lo suficientemente segura para saber si los 250 kiló­metros por hora que la mar­ca promete es la velocidad máxima a la que puede ir la Q7. Sin embargo, podemos asegurar que, alrededor de 200 kilómetros por hora, la experiencia no sólo es recon­fortante sino privilegiada por la forma en la que las asis­tencias actúan para hacerte sentir, en todo momento, en total y absoluto control de la situación.