75 días atrapado en Venezuela

Alfonso Nieto, canterano de los Pumas, vivió el capítulo más amargo de su vida en el país sudamericano, del que no podía salir, impedido por trámites burócraticos

Nota y foto: Excélsior

CIUDAD DE MÉXICO.

Hola, soy futbolista profesional, necesito ayuda”, escribió hace dos meses y medio Alfonso Nieto en su cuenta de Twitter. Esas seis palabras eran como la nota escrita en un trozo de papel adentro de una botella que lanza el náufrago al mar, esperando respuesta, una salida a su encierro. Esa es la historia del delantero que se formó en las fuerzas básicas de los Pumas y que a principio de año eligió continuar su carrera en el Carabobo de Venezuela, capítulo de su vida que terminó con 75 días sin poder salir del país sudamericano.

 

Sin poder salir de Venezuela estuve casi tres meses. Llegué en enero y en mayo se acabó mi contrato con el equipo que me llevó, el problema era que no podía conseguir el pasaporte de mi bebé de tres meses. No puedo hablar mucho por temas políticos, pero al final mi esposa y yo estuvimos luchando contra todo para poder regresar a México”, narra Alfonso Nieto.

 

El club venezolano que lo contrató le rescindió el contrato y lo dejó a su suerte. Con su esposa y un hijo recién nacido en territorio vinotinto, Alfonso Nieto tuvo que hacer válida la frase con la que se describe en Twitter: “Hombre que lucha”.

Había un obstáculo para salir de Venezuela: su hijo no tenía pasaporte y en la oficina de gobierno que expide el documento no había papel para imprimir.

Fueron meses, semanas, esperando que nos resolvieran. Al final mi esposa y yo nos decidimos, nos fuimos a vivir a Caracas, las últimas dos semanas, para poder resolver lo más pronto posible todo”, recuerda el jugador de 26 años.

La impotencia, el desamparo y la desesperación son el pasto diario en Venezuela, y eso lo comprendió Nieto.

“Por dos meses viví como un venezolano más, como uno de mis hermanos que me ayudaron en ese país”, cuenta el campeón de goleo Sub 20, con Pumas en 2011.

Con la burbuja que aleja de la realidad a los futbolistas profesionales reventada, el delantero, originario de la Ciudad de México, se refugió con las familias de aquel país, las únicas que le abrieron las puertas cuando le cerraron las de su club y las de la embajada de México que hay en aquel país.

En la embajada de México tuve que hacer una fila de casi dos horas y media para que en 15 minutos me despacharan y no me dieran solución”, cuenta.

Por ser futbolista, a veces uno está alejado de la realidad, pero en este caso me tocó estar cerca de la gente, convivir con familias venezolanas, que realmente fueron ellas las que nos echaron la mano. Tanto el equipo como el representante se olvidaron de mí, me tocó vivir como venezolano por mi hijo y era complicada la situación. No sé qué pasa exactamente allá, pero la gente venezolana es trabajadora, luchona; mi hijo es venezolano, lo digo con orgullo, no tengo nada contra ese país. Me gustaría que mi hijo jugara en la Vinotinto o en la Selección Mexicana. Me enamoré de allá por la solidaridad que hay entre todos”, agrega el canterano de los universitarios.

Con un recién nacido en un país en el que se estima que el déficit en medicamentos alcanza a nueve de cada diez venezolanos, mientras que los hospitales públicos pierden la mitad de sus médicos, los problemas aumentaron para Alfonso Nieto. No había medicinas ni vacunas para su hijo, pero la enfermera que cuidó de su esposa desde el parto consiguió todo lo necesario para que el niño no tuviera más problemas de salud.

Mi bebé necesitaba medicamentos, allá no había. Mi bebé tiene tres meses y no le pusimos las vacunas de los dos meses, nos esperamos a regresar a México. ¡Tratamos de conseguirlas, pero no había! Es complicado. Fue una situación difícil para nosotros. En México estás acostumbrado a que salimos a la calle y encuentras de todo. Allá fue complicado conseguir medicamentos, cosas básicas. Hubo una enfermera que casi fue como nuestra mamá, ella nos ayudó mucho”.

La tecnología y el trueque son las armas que utiliza Venezuela, que a diario es afectada por una inflación insostenible, para conseguir la canasta básica. Con una barra de jabón costando tres millones y medio de bolívares, lo mejor es el intercambio de mercancías. Así sobrevivió Alfonso Nieto, utilizando el WhatsApp para preguntar quién tenía medicina, alimentos y preguntando que necesitaban a cambio de esos artículos.

Entre contactos, entre vecinos se ayudan mucho. En Venezuela hacen grupos de WhatsApp, grupos de ayuda. Por ejemplo, si alguien necesita buscapina, lo pone en un grupo de WhatsApp, y entre familiares, médicos, entre todos se consiguen los medicamentos. Así pudimos lograr que mi hijo tuviera medicamentos, las cosas fundamentales”.

El capítulo de vida de Alfonso Nieto aún no cierra. Regresó a México y ahora tiene el tiempo en contra, pues con el cierre de registros cerca, lo que sigue es tratar de conseguir equipo para continuar jugando.

Venimos cansados, porque a la oficina de gobierno de allá teníamos que llegar a las cuatro de la mañana a hacer fila para que te atendieran a las ocho. Nos hacía falta la familia, pero no me puedo quejar, tengo que pensar rápido, ver si todavía me puedo colocar en algún equipo, porque el torneo ya empezó. Resolví esto, pero no me puedo quedar estático, es momento de buscar trabajo”.