Criaturas de un arcade escénico; teatro y videojuegos

En el montaje de Richard Viqueira se adaptó el escenario interactivo como un salón de maquinitas de los años 80

Agencia Excélsior

CIUDAD DE MÉXICO.

La libertad es el concepto más cuestionado en la obra de teatro Dios juega videojuegos y yo soy su puto Mario Bro$, del dramaturgo Richard Viqueira, un montaje que él define como un juguete escénico sadomasoquista que tendrá funciones en el Centro Cultural Helénico.

El escenario está adaptado como un salón de maquinitas de los años 80, un arcade escénico interactivo en el que los actores son manipulados, de forma individual, mediante botones y palancas, por lo que el argumento es incompleto y cada asistente construye su trama a partir de los fragmentos que visita.

La idea original de esta obra viene de los gamers y de esos personajes con los que crecí jugando, y lo que me interesaba era hacer una fusión entre lo escénico y los videojuegos, con la intención de hacer un juguete políptico escénico en el que puedes poner a golpear a dos personas sin ningún contratiempo ni consecuencia”, dice a Excélsior Viqueira.

Así que esta serie, abunda el director escénico, explora la responsabilidad moral y ética de poner a dos personas reales a golpearse sobre un escenario que alguien puede controlar. “Para mí era importante esa reflexión sobre la libertad, es decir, pensar si realmente somos libres o si alguien está controlando nuestros movimientos. ¿Acaso existe un dios o somos los únicos responsables de nuestra vida?, ¿o es que el presidente en turno sólo nos ocupa como monitos a los que golpea, como a Mario Bros, y con los cuales se divierte?”, expresa.

Así que es una pieza que tiene esa reflexión constante entre el opresor y el oprimido, entre el amo y el esclavo, cuyo argumento va rotando. Al final, la aspiración era hacer un discurso filosófico u ontológico, en el mejor de los casos, sobre dios o el gobernante en turno y los súbditos o las criaturas de ese dios celestial”, abunda.

¿No concibió un relato lineal?, se le pregunta a Viqueira. “Pasé diez años pensando y diseñando esta obra. Por supuesto, (en escena) utilizamos la idea de un videojuego más que la de un teatro o un cine y la diferencia está en los diagramas de flujo y en las ramificaciones sobre una decisión que se va multiplicando.

Mi idea original era que el espacio estuviera abierto las 24 horas y que si tú llegabas el actor pudiera recibirte en cualquier momento, pero eso en términos logísticos es complicadísimo. Entonces se establecieron tres horas o funciones continuas”, apunta.

Y el diseño de la experiencia teatral se concibió para que el asistente que acuda a una segunda o tercera función no se encuentre lo mismo, “ya que los diálogos van modificándose, porque los actores tienen distintos juegos que van alternando. Por ejemplo, el juego de peleas tiene 49 posibilidades o algunos otros tienen hasta 30 posibilidades. Si alguien quisiera verla completa sería muy difícil”.

¿Qué crítica le interesaba plantear? “Me gustan (los videojuegos) y por eso trabajo con ellos, pero me servían para marcar lo que me interesaba: el control y la dominación del uno por el otro.

Algunos han dicho que éste es el noveno arte, entonces quise llevar su estructura al teatro y me pareció interesante hacerlo uno a uno (actor-espectador), porque en este teatro interactivo, que ya existe, se forma una comuna donde maquinitas y espectadores juegan entre sí hasta que el jugador es jugado en el mismo juego”.

¿Es una crítica a largo plazo? “Pienso en una reflexión a posteriori. No sé si te hayan tocado algunos juegos donde decides la sexualidad de la persona. Ahí quería reflexionar sobre la trata de blancas y el esclavismo sexual que tú notarás o razonarás a través de la praxis”.

¿Qué será del mundo del videojuego? “Me parece que estamos viviendo la infancia del videojuego y que, incluso, su evolución nos parece loquísima, pero creo que en realidad está en ciernes. Además, hay toda una generación que juega online y que crea comunidades virtuales, las cuales desconozco, pero eso habla de la gama de posibilidades que existen. No soy experto en los juegos online, pero entre quienes conozco pueden hacer relaciones amistosas a través de un juego, aún sin conocerse”.