POLÍGRAFO, Vergüenza nacional.

Por: Mtro. Julio César Cué Busto

El examen estrella, llamado también detector de mentiras o detector de nervios, lo he presentado cerca de treinta veces, pensé mucho si hacer ésta confesión no mermaría la apreciación de mis estimados lectores hacia mis comentarios, pero lo expongo para demostrar que soy experto en la presentación de este tipo de exámenes.

 

Lo he aprobado una sola vez cuando me lo aplicaron en la Procuraduría General de Justicia de este maravilloso Estado de Chiapas, estando en funciones de Agente del Ministerio Público de la Unidad Especializada en Delitos de Servidores Públicos. En esa ocasión, la poligrafista que me lo aplicó, me comentó que en su último curso de especialización en los Estados Unidos, a los participantes les indicaron que para elaborar la lista de preguntas no debían seleccionar cuestiones referentes a situaciones en las que ya hubiera tenido experiencia el interrogado, ya que el polígrafo, por ser un detector de reacciones, puede dar lo que se llama falso positivo en la respuesta.

En ese momento comprendí porqué nunca pasé este tipo de exámenes, el experto Tuvia Rosen en su libro Polígrafo Mitos y Realidades, publicado por el Instituto Nacional de Ciencias Penales, manifiesta que el polígrafo es un detector de reacciones por medio del sistema simpático y parasimpático (sistema nervioso). El autor señala que este examen no es la panacea, el hecho de que una persona apruebe el examen hoy, no significa que mañana no pueda cometer un delito, con el uso de un aparato de poligrafía es muy difícil valorar la honestidad de una persona.

Este autor israelita, director de una empresa dedicada a la aplicación de exámenes de poligrafía también indica que dicho examen no puede ser requisito sine qua non, ya que por la asociación de ideas da un componente que no necesariamente significa culpabilidad, deshonestidad o ilegalidad.

Daré uno ejemplo: hace años un subsecretario del gobierno federal mandó a exámenes de confianza a un amigo suyo de la infancia, cuando le enviaron los resultados fue informado que su amigo resulto No Apto porque en el polígrafo le detectaron fuertes indicadores relacionados con la delincuencia organizada en la especialidad del delito de secuestro; ya imaginarán la molestia de ese alto funcionario, ordenó de inmediato que se presentaran en su oficina el poligrafista, su superior inmediato y su compañero de infancia, del cual sabía que su conducta era intachable por conocerla de manera personal.

Al revisar las gráficas que se imprimen en el examen y realizar una nueva  entrevista al amigo del subsecretario, para identificar qué lo relacionaba con el tema de los secuestros, por fin dijo que hacía unos meses le habían secuestrado a un sobrino; es decir, los resultados lo vinculaban fuertemente como posible secuestrador porque al cuestionarlo  sobre el tema secuestros, él recordaba el secuestro de su familiar y provocaba una reacción en el polígrafo.

Otro defecto del examen de poligrafía es que toda persona que sepa mentir pasa el examen, en dos ocasiones siendo Fiscal Central de Homicidios de la Procuraduría General de Justicia del Distrito Federal, ordené se aplicara la evaluación a dos homicidas, cuyos crímenes estaban más que probados; pero lo que quería verificar era la eficacia del aparato de poligrafía tratándose de sujetos catalogados como psicópatas, esto es, criminales con sangre fría, cuál fue mi sorpresa que el resultado del examen fue que eran inocentes.

En otra ocasión se me ocurrió preguntarle a un experto de nacionalidad francesa que estaba impartiendo un taller sobre bandas criminales en la ciudad de Tapachula, sobre el uso del polígrafo, su respuesta fue que no servía para nada, que el que sabe mentir lo pasa. También recuerdo que en Inglaterra, país muy propenso a realizar toda clase de encuestas a su población, realizó un seguimiento y análisis sobre diez mil personas que fueron rechazados laboralmente por no aprobar el examen del polígrafo y la mayoría tuvo un buen desempeño laboral en otros trabajos.

Es decir, podemos concluir que es una tontería condenar a las instituciones a tener una vacancia de miles, cuando hay tanta necesidad de trabajo, por la terquedad de seguir aplicando un examen que lo único que hace es entorpecer el reclutamiento del personal en las áreas sensibles de gobierno federal, estatal y municipal.

La clave está en supervisar a las personas en el ejercicio de sus funciones por medio de controles estrictos, y no por la agresividad y severidad de unos exámenes de control de confianza que deben presentar y aprobar para su contratación. Hay que otorgar el beneficio de la duda a los posibles candidatos laborales, los condenan al no-trabajo sin ninguna prueba válida que soporte la negativa.

Para que ya termine este mito del polígrafo, se debe solicitar apoyo a la Universidad Nacional Autónoma de México y al Instituto Politécnico Nacional para que realicen un estudio objetivo del grado de eficiencia de este examen, para medir su beneficio y darle su verdadero contexto.

 

También debemos prever que no nos vayan a engañar a futuro con otras supuestas novedades de aparatos o máquinas para detectar la verdad por medio de los músculos de la cara o la voz, que están ahora en etapas experimentales; todavía no salimos de una y ya nos están preparando otras fraudulentas opciones.