Ensayo espinoso

Por Nizaleb Corzo.

Arenga. El espacio público más democrático por excelencia, al menos por su naturaleza, hoy se exhibe mediáticamente ante una de sus crisis más severas en la historia del Instituto Nacional Electoral. En el centro de la discusión, el consejero Marco Antonio Baños, ungido apenas el año pasado por la cámara baja. Los temas: el origen de los recursos para la campaña del partido Verde Ecologista y por ende la permanencia de Alfredo Cristalinas al frente de la Unidad de Fiscalización del instituto.

La tensión política en México se ha recrudecido. La división de la izquierda es una dificultad para esa fracción, pues los debilita cada vez más. De tal forma que las propuestas –aunque muy parecidas-, provocan crudas diferencias entre el PRD, Morena y el Partido del Trabajo, por decir de la mayoría de las fracciones. Se ha provocado una competencia desmedida por el control social de esa coalición que ha otorgado fuertes posiciones en los últimos años. 

Por el lado de la derecha, el Partido Acción Nacional no termina de acomodarse después de doce años en el poder. Al interior se han enfrentado dos grandes grupos. Uno de ellos se asocia al actual presidente del partido, Gustavo Madero. Los otros, identificados por su preferencia hacia Felipe Calderón y su equipo. De ahí los desaires a Margarita Zavala y la incapacidad para levantar el vuelo en torno a las futuras elecciones federales. 

El PRI, siempre acompañado del Verde Ecologista, son los más sólidos por el momento. Y no por su oferta, sino por su posición de poder. Sortean dificultades también, pero hasta ahora fáciles de esquivar. Y para su suerte, son más fuertes los escándalos de la oposición. Su labor actual será deslindar las acciones de gobierno de las del partido. Es ahí donde radica la mayor crítica actual. Pues se han evidenciado las ligas entre los actos de corrupción y la labor electoral, mediante el uso de fondos para la promoción de personajes clave; así como el establecimiento de futuros compromisos con fuertes patrocinadores, unas veces en la sombra, otras veces desconocidos. 

Lo que es claro para todos es que se ha desatado fuertemente la carrera por la sucesión. Y cuando la democracia es la única esperanza para los que viven de ello, no es posible pensar que se pueda organizar nadie en torno de la autoridad máxima en la materia para inclinar la posición en favor de alguna de las opciones. Ante la más mínima evidencia de impureza en los procedimientos, el ambiente se convulsiona y todos brincan para deslindar responsabilidades. ¡Qué bueno que eso ocurra! Quiere decir entonces que no existe la influencia absoluta de ninguna de las fracciones.

La tarea del Instituto Nacional Electoral es garantizar votaciones limpias, imparciales y efectivas. No pueden permitir que se salga de las manos nada que ensucie la institución. Los mecanismos de protección deben activarse de inmediato. Perder la legitimidad del órgano sólo descompondrá un sistema que ha venido forjando su posición de imparcialidad durante muchos años. 

La piedra angular de nuestra adolescente democracia pasa por momentos muy duros. Espero que no sea por mucho tiempo. Porque se agotan los márgenes de maniobra y se acercan las votaciones de medio término. Los ciudadanos precisamos de acciones claras, transparentes, justas y objetivas. Es el único espacio público mediante el cual la sociedad puede expresar su nivel de satisfacción. 

Al cierre de esta edición, parece que la situación comienza a enfriarse y los principales partidos están abiertos al diálogo y la concordia con la consejería electoral. Es un gran reto para Lorenzo Córdova. El Presidente Consejero deberá poner en práctica todo lo que criticó del pasado y seguramente también lo que escuchó de su padre por muchos años, antes de ni siquiera pensar en convertirse lo que es el día de hoy.