No se puede seguir en la penumbra

Por Juan Ignacio Rivero Valls

 Para descubrir un fuego que arde y un árbol en una llanura, permanezcamos frente a ese fuego y a ese árbol hasta que no se parezcan, para nosotros, a ningún otro árbol ni a ningún otro fuego

 

 Guy de Maupassant

En el Senado de la República hay una Comisión Especial para dar Seguimiento a las Agresiones contra periodistas y medios de comunicación que preside el senador bajacaliforniano Marco Antonio Blásquez Salinas. Este personaje, postulado por el PRD, PT, MC y Morena, luego de afirmar que, de ninguna manera, su partido, el PT, quiere sacar provecho del asesinato múltiple de la Narvarte, acusa tanto al PAN como al PRD de querer hacerlo, al tiempo que asegura solicitará la comparecencia del gobernador veracruzano y de su jefe de seguridad pública al, que, por supuesto, afirma, se le debe destituir de inmediato.

 

Y es que cuando sucede una cosa así, de trascendencia nacional y, en ocasiones hasta internacional, todos quieren hacer su agosto, dejando de lado la cuestión policiaca para convertirla en un acto político y no es que no lo sea, por supuesto que sí, pero en estos momentos en que las investigaciones están en curso y que, desde luego, tienen relevancia en su labor periodística y sus nexos con el estado de Veracruz, habrá que esperar resultados antes de hacer juicios sumarios y radicales.

No se trata de defender a nadie; obvio no es esa la intención, es simplemente dejar que quienes investiguen, lo hagan de manera científica y vayan desechando hipótesis que no tienen demasiado sustento sin dejar de lado ninguna de las líneas de investigación. Todo lo demás que digamos son simples conjeturas basadas, algunas de ellas, en cuestiones lógicas y otras francamente fantásticas.

No abona, por supuesto, el hecho de que el gobernador veracruzano, con infinita torpeza, haya lanzado pocos días antes una suerte de amenaza en contra de los reporteros que “no se portan bien”, lo que no lo hace culpable, pero si sospechoso, en especial porque durante su mandato han muerto ya en circunstancias no aclaradas a satisfacción otros 14 periodistas, convirtiendo a Veracruz en uno de los sitios más peligrosos del mundo para ejercer el oficio y no hay reacción al respecto; esos homicidios siguen, en su mayoría impunes.

Entre el gremio se sabe que uno, en realidad, puede decir lo que quiera, criticar y hacer elucubraciones sin que nuestra vida corra peligro; no mientras no tengamos pruebas contundentes que involucren a poderosos en actos ilícitos porque, en el momento que se tengan, se corre verdadero peligro y ésa puede ser, tal vez, la línea más importante de investigación, pues el robo, como se planteó en un principio, suena ridículo ¿qué se le puede robar a un fotoreportero además de su cámara; o a una promotora cultural o una edecán que estudia para peluquera y manda 500 pesos mensuales a su madre hasta Mexicali?. Obviamente, riqueza no.

Queda solo una, Nicole, de la que no se tiene certeza de su nacionalidad ni de su actividad: ¿quién era en realidad, a qué se dedicaba? Ése es el verdadero misterio que la justicia tendrá que desvelar, porque quienes cometieron el dantesco crimen iban buscando algo que, por lo que se nota, no eran bienes materiales: ¿una foto, un documento, algo que involucre a alguien con el suficiente poder para hacer callar a un grupo de jóvenes inconformes?

Algo está podrido ahí y tenga o no que ver en el asunto el gobierno veracruzano, deberá aclarar su participación o su omisión en este y en los otros 13 casos que han costado la vida a periodistas a lo largo de la entidad, así como los atentados a los periódicos como el diario Presente de Poza Rica o El Buen Tono de Córdoba en el 2012, cuyas autorías intelectuales siguen sin conocerse

Curiosamente (obvio es un sarcasmo), la prensa veracruzana no hizo eco del crimen de la Narvarte; la gran mayoría de los periódicos jarochos dieron como principal a noticias inocuas, a pesar de que la prensa nacional y hasta la de otros países, pusieron en sus primeras planas el asesinato del fotoperiodista Rubén Espinoza y cuatro jóvenes más, ejecutadas con una misma pistola 9 milímetros, (de uso exclusivo de las fuerzas armadas), amordazadas y torturadas previamente y el departamento revuelto, lo que indica que algo estaban buscando.

Mientras el gobierno de Javier Duarte no dé la cara y enfrente los hechos de este horrendo crimen y los no menos horrendos de otros 13 periodistas y los culpables sean detenidos y condenados, la sospecha siempre estará presente y en el imaginario colectivo se tendrá la certeza de que es, precisamente, el gobierno quien ha mandado a acallar las protestas.

Todo esto cobra una relevancia especial al ver los indicadores económicos de la entidad: no hay obra pública de relevancia, el índice de pobreza crece y la deuda pública ahoga a empresarios y gente de la calle a la que, además, se le quieren imponer leyes y reglamentos que son a todas luces atentatorios contra sus derechos civiles.

No sé si finalmente el gobernador veracruzano será citado por el Senado como lo aseguró Blásquez Salinas, pero si lo es y tiene que acudir, deberá preparar muy bien sus argumentos pues los senadores de la oposición, como fieras hambrientas, se abalanzarán sobre él para devorarlo cuando, cada vez más, se acerca el proceso electoral que lo convierta en un ex gobernador sin margen de maniobra para imponer a su sucesor.