HOSPITAL DEL ALMA 04-07-15

 

Por El Duque de Santo Ton

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Duque:

Creo que mis padres no me quieren. Tengo 14 años y todavía me pegan y nunca me regalan nada ni me dan dinero ni me dejan salir. Sólo estreno ropa cuando mis hermanos mayores desechan la suya ¿es posible que existan padres que no quieran a sus hijos?

 

René

Cintalapa

 

Querido René:

Sí, muy posible.

 

Querido Duque:

Durante toda mi vida he sabido que mi única tía solterona cosía muy bonito cuando era joven. No habría ningún problema por ello, si no fuera porque ahora que me voy a casar y me van a hacer un baile de primera, compré una revista Hola en la que sale una princesa con un vestido de noche precioso. Mi tía vio la foto y dijo que ella me lo podía hacer igualito, que, de hecho, a ella le quedaban mejores porque le encontró mil y un defectos al traje de la princesa. Me entusiasmó tanto, que terminé creyéndole, y gasté todos mis ahorros en comprar una tela finísima y bisutería Swarovsky para que mi tía me hiciera mi traje de bodas. No me lo vas a creer Duque, le quedó asqueroso, mal cortado y ni siquiera me viene. Nada tiene que ver con el original, pero ni se lo puedo comentar a mi tía, porque para ella ya se volvió una cuestión de orgullo y se pone furiosa cuando insinúo que el traje es una porquería. Una de mis amigas ricas me dijo que no me preocupe, que ella me puede prestar su vestido de novia, que ya lo han usado varias de sus primas pobres en Tuxtla, por lo que ya no quiere que se lo vean a la familia; dice que le va muy bien a mi tono de piel y que con un collar y unos aretes de perlas falsas me va a quedar sensacional. El problema es que mi tía va a sentir que se le romperá el corazón cuando me vea ir a la boda sin el traje que ella me hizo, no sé qué hacer.

Sophie

Tuxtla Gutiérrez

 

Querida Sophie:

Lo más importante es que tú luzcas guapísima la noche del baile, los sentimientos de tu tía son lo de menos ¿total? eso le pasa por inútil. Sin embargo, si la quieres y no deseas que se sienta mal, puedes salir de tu casa con el andrajo que te hizo, y luego te cambias en casa de tu amiga. Al regresar, seguramente ella estará dormida y ni se enterará de lo que te pusiste. Ya si ve las fotos y se da cuenta de la verdad, pues ya ni modo, pero no puedes ir hecha una mamarracha a tu boda.

 

Duque:

Mi mamá empezó a sentirse muy deprimida, muy ansiosa, muy sacada de onda. Solamente hablaba de la muerte y de la manera tan estúpida en la que desperdició su vida. Después de meses de estar como loca y angustiada, decidió no levantarse más. Me recomendaron un psiquiatra muy bueno y carísimo, pero como yo la veía sufrir tanto, decidí hacer un esfuerzo económico y llevarla a consulta. El doctor dijo que eran los últimos efectos de su climaterio, y le recetó unos antidepresivos, unos tranquilizantes y otros fármacos más (también muy caros). El cambio se produjo de inmediato, mi madre volvió a sonreír y la vida le volvió al cuerpo. Aunque me endeudé por la psicoterapia y por la farmacoterapia, no me importó con tal de ver a mi mamacita tranquila, pero a ella le encantó el doctor, le encantó la psicoterapia y le encantaron las pastillas. Empezó a comportarse muy rara, decía que se sentía joven otra vez, comenzó a vestirse de manera ridícula, con minifaldas y brillos. Se maquillaba excesivamente y le coqueteaba hasta con los repartidores del gas. Obviamente nadie la pelaba, hasta que la conocieron unos muchachitos que viven por nuestro rumbo, que aprovechaban las ocasiones en que se quedaba solita, y le hacían el amor uno por uno, además de que la maltrataban y le robaban sus cosas. Cuando me di cuenta, decidí cortar la psicoterapia y los fármacos. Entonces mi madre se puso peor que antes y hasta se me convulsionó. Ahora está internada en un hospital psiquiátrico, pero los doctores ya me dijeron que me la voy a tener que regresar a mi casa porque mi mamá no tiene remedio y ellos no pueden sostener enfermos incurables. Me siento en un callejón sin salida.

Macaria

Tuxtla Gutiérrez

 

Querida Macaria:

Los enfermos mentales que necesitan vivir con farmacoterapia deben ser estrictamente vigilados por un médico y no pueden quedarse solos, pues puede resultar peligroso para su integridad física y para la de los demás. Yo te recomiendo que recurras a la seguridad social. Si no estás afiliada a ninguna institución, entonces busca ayuda en el Sector Salud. Con toda seguridad el gobierno federal podrá hacer algo por tu mamá, si es que en Chiapas no existe la posibilidad de mantenerla internada de por vida. Nunca vuelvas a cortarle las drogas por decisión propia y sin la autorización de un doctor, pudiste haberla matado, mujer.

 

Duque:

La otra noche mi marido me puso tal golpiza que a mí me querían llevar a la Cruz Roja y a él al Ministerio Público, pero un compadre nos defendió, les dio dinero a los agentes y nos dejaron en paz. Mi vecina le llamó por teléfono a mi hermano a Tonalá para darle la queja, y él me llamó a mí para decirme que me fuera para allá, con la familia, que no puedo seguir viviendo con un hombre que me trata así, pero, Duque, yo no puedo hacer eso, ese hombre es mi esposo, y yo no pienso dejar sin padre a mis hijos, para que no tengan quién los defienda. Además, Duque, yo tuve la culpa. Mi marido es un hombre acostumbrado a vivir bien, proviene de buena familia, pero desde que nos casamos cada vez nos va peor y prácticamente no tenemos ni en qué caernos muertos. La noche en que pasó lo que te platiqué, a él lo habían tratado muy mal en el trabajo, lo habían humillado, lo habían sobajado, lo habían hecho sentir un gato y cuando regresó a la casa me encontró hecha una furia y yo, la muy pendeja, empecé a gritarle que no me alcanzaba el dinero, que no tenía ropa, que nuestros hijos parecían limosneros, que teníamos que pagar la renta, que era un fracasado y otras cosas muy feas. Fue entonces que empezó a pegarme. Primero para que me callara y después para desquitar su rabia, su frustración sobre mí. Pagué el pato pero no me quejo porque, como te dije, yo fui la pendeja por no saber comprender a mi esposo. Debí reconfortarlo en lugar de acabarlo de madrear.

María del Rocío

Tuxtla Gutiérrez

 

Querida María del Rocío:

Adoro la frialdad que tienes para describir la conducta de tu esposo y para echarte la culpa. Me encanta que comprendas que tu marido estaba sufriendo una crisis, pero no me parece que te responsabilices de que él no sepa cómo comportarse ni controlar su ira. Por muy mal que le haya ido jamás debió agarrarte de “punching bag”, porque pudo haberte lesionado seriamente, te pudo haber dejado paralítica o sacado un ojo. Mira María del Rocío, los hombres que son así, que te ponen la mano encima, tarde o temprano lo vuelven a hacer, por lo que te sugiero que te separes de él. Sin embargo veo que no tienes muchas opciones porque sería terrible regresar divorciada y con hijos a casa de tus padres y se ve que eres una mujer poco productiva económicamente hablando. Creo que si empiezas a buscar trabajo o ingresos que te permitan vivir por tu cuenta encontrarás tarde o temprano la puerta de salida de tu matrimonio fracasado.

 

Duque:

Mi novio no se quiere casar conmigo por la Iglesia, porque dice que no cree en Dios; y mis papás dicen que si no hay boda religiosa no habrá boda. No sé qué hacer.

Julieta

Ocosingo

 

Querida Julieta:

Dile a tu novio que tú eres una mujer católica, que la boda civil no significa nada para ti y que si se quiere casar contigo debe hacerlo como Dios manda. Si no acepta, entonces mejor no te cases con él porque si te falla en una cosa tan importante, ahora que no viven juntos, imagínate de lo que será capaz cuando dependas de él.

 

Señor Duque de Santo Ton:

Jamás me imaginé que llegaría a escribirle, pero lo hago porque me gustaría conocer su opinión. Soy un hombre de 70 años de edad, y durante algún tiempo de la vida me fue muy bien en todos los sentidos. Tenía dinero, me casé con una buena mujer, logré que mi única hija estudiara una carrera y luego una maestría. Yo mismo la ayudé a conseguir el trabajo de alta ejecutiva que ahora tiene, pero un día todo cambió para mí. Me quedé sin empleo primero y sin dinero después. Sin darme cuenta empecé a depender del sueldo de mi hija, quien se encarga de pagar absolutamente todo. La situación es muy incómoda, tengo que pedirle dinero para comprar un periódico o permiso para usar su computadora. Obviamente ella ha cambiado mucho conmigo, ya no me respeta, me trata muy mal. Se ha vuelto cómplice de su madre y entre las dos me hacen sentir como si yo fuera un hombre fracasado y eso me deprime mucho.

Quique

Tuxtla Gutiérrez

 

Querido Quique:

Tanto tu hija como tu mujer son un par de malagradecidas, porque lo que tienen te lo deben a ti. Eres un hombre viejo que no se preparó para el retiro, eso es cierto, pero ante todo, los tres forman una familia y como tal deben apoyarse los unos a los otros como tú lo hiciste con tu hija cuando era estudiante y como lo hiciste siempre con tu mujer. Se me ocurre que les digas que vas a vender la casa porque necesitas el dinero para sobrevivir, a ver qué cara ponen. Oye, pero tampoco hagas concha, porque el hecho de que hayas pagado la educación de tu hija, ello no significa que ella esté obligada a pagar tus gastos de por vida. Trata de encontrar una salida para resolver tu situación económica, Dios siempre tiene algo reservado para ti.