HOSPITAL DEL ALMA 21/08/18

El Duque  de Santo Ton (consultas gratis: [email protected]

Querido Duque de Santo Ton:

Hace dos meses cumplí 60 años, y la soledad está empezando a pasarme la factura, porque en estos últimos tiempos no me ha ido bien en el amor.

El hombre con el que tenía sexo me engañó hace más de un año, y desde entonces voy de tropiezo en tropiezo en el amor y no  encuentro a nadie que me complemente.  Lo peor de todo es que hasta mi familia ha empezado a notar que no salgo con nadie y piensan que estoy deprimida, pero la verdad es que no hay nadie que se fije en mí. A veces pienso que mi destino es quedarme sola, porque no tengo suerte en el amor y ese tren ya pasó por mi vida.

Esther

Tuxtla Gutiérrez 

Querida Esther:

Si tuvieras 30 años, te quedaría bien hacer ese tipo de dramas, pero a tus 60, mamacita, mejor cuida tu salud y ruégale a San Judas que te mande amores de ocasión para apagar el fuego que te consume. Te recomiendo que compres veladoras rojas en la tienda de don Cheo Jiménez, en la puerta del Mercado Viejo, y se las pongas al santito, verás que pronto no podrás contener a la hombrada que quiera sacarte “a dar la vuelta”. 

Querido Duque:

Soy madre primeriza y los pechos se me llenan tanto de leche, que a pesar de que mi bebé está muy bien alimentado, los senos me quedan muy llenos, al grado de producirme dolor. Antes usaba un “tira leche”, pero creo que la solución la encontré con un vecinito que es tan caliente, que cuando estoy sola en lugar de irse al Cobach, viene a mi casa, hacemos el amor y me chupa las mamas hasta hartarse. Le encanta la leche materna y es muy fogoso, hacemos el amor en todas sus formas y cuando mi marido regresa del trabajo, el bebé y yo estamos tranquilitos y a punto de dormir. Mi esposo me pregunta que cuándo podremos volver a hacer el amor, pero, por lo pronto, yo estoy feliz con mi vecino. Yo sé que esta situación tiene que llegar a su fin, pero por el momento no quiero.

Eloísa

Tuxtla Gutiérrez 

Querida Eloísa:

Sí, sí, todo suena muy bonito. El bebé tiene lo suyo; tu amante, el jovenzuelo, se alimenta con tu leche; dejas que tus pechos se liberen del exceso de líquido; obtienes satisfacción sexual novedosa y tu esposo respeta la abstinencia, sin dejar de proveer  al hogar. Parece que todo va sobre ruedas, pero seguramente tu marido reclamará lo que por derecho le corresponde, tú volverás a tener sexo con él y, por favor, no se te vaya a ocurrir querer conservar tu romance con el vecino ni mucho menos confesar la verdad en un arranque de franqueza. Lo que pasó, pasó. 

Señor Duque:

Soy de Jalisco, tengo 72 años, y por razones que no viene al caso mencionar, vivo en Tuxtla Gutiérrez, en una bonita casa con alberca, rodeado de todas las comodidades y sin necesidad de trabajar. Yo no sabía que la gente chiapaneca fuera tan caliente, y me he dedicado a la confortable tarea de disfrutar el sexo, sin restricciones de ninguna especie. Por lo general invito a mi casa a jovencitas y a jovencitos morenos, de carnes firmes, que me complacen en todo a cambio de unos cuantos pesos. Estoy cumpliendo cabalmente aquello de “disfruta mientras puedas”.

Mario

Tuxtla Gutiérrez 

Querido Mario:

Me encanta tu idea de disfrutar mientras se pueda, pero recuerda que el amor libre de ahora no es el mismo que tú disfrutaste cuando eras joven en los años setenta. Ahora hay que ser muy precavido, no para evitar la sobrepoblación de la tierra, como en aquel entonces ¿te acuerdas? sino para impedir la difusión de las enfermedades de transmisión sexual, algunas de las cuales son capaces de terminar con el disfrute de cualquiera. 

Duque:

Me casé con un viudo muy rico, que no tiene más defecto que tres hijos de lo más pesado y que se obstinan en verme como a una intrusa que quiere aprovecharse de la fortuna de su padre, en lo cual tienen parte de razón, pero, mi juventud también tiene un precio ¿no? El caso es que te escribo porque el mes pasado fue mi cumpleaños, y mi maridito me regaló un precioso collar de esmeraldas y brillantes engarzados en platino, que, desgraciadamente, perteneció a su difunta esposa. Yo usé la joya en la íntima fiesta que ofrecimos para nuestros amigos, pero mis hijastras, con una copas de más, me recriminaron por lo del collar y me exigieron que lo devolviera, lo cual, por supuesto, no hice ni pienso hacer, porque a mí me lo regaló mi esposo ¿qué opinas?

Maruca

Tuxtla Gutiérrez 

Querida Maruca:

Más vale tener un pájaro en la mano que ciento volando, por lo que te recomiendo que guardes tu collar en la caja de seguridad de un banco (pídele a tu esposo la factura de la joya o algún documento que acredite que te pertenece). Debes poner a resguardo todo aquello de lo que te puedas aprovechar, pues pienso que a la muerte del viejo te va a ser más difícil reclamar aquello que por haberte vendido al decrépito, te pertenece. 

Duque de Santo Ton:

El hermano de mi mamá se casó con una señora muy joven de la Ciudad de México, a la que ha hecho ver su suerte. El día de su aniversario, organizaron una comida, y pusieron una gran carpa junto a la alberca de la casa de mis papás y llegaron muchos invitados y un montón de políticos, pero mi tío no se apareció a ninguna hora. Muy digna, su esposa presidió el banquete diciendo a todos que su marido no tardaría en llegar, que ya le había avisado por el celular, lo cual nunca pasó. A mí me dio lástima y me senté junto a ella para brindarle mi apoyo, pero cuando menos me lo esperaba, por debajo de la mesa, mi tía política empezó a acariciarme el pene. Me sorprendió y no me sentí excitado, por lo que sin decir nada me levanté. A los pocos días mi tía perdonó a mi tío y todo volvió a la normalidad, y aunque ella me trata como si nada, a mí no se me olvida que me agarró el pajarito.

Rogelio

Tuxtla Gutiérrez 

Querido Rogelio:

Es preferible no recordar esas cosas y pretender que nunca pasaron, pero para la próxima vez no te asustes y deja que la mano furtiva se aproveche de tu inocente amiguito.