HOSPITAL DEL ALMA 15/06/18

(Consultas gratis: [email protected])

Duque:

Soy un hombre con muchas cualidades, sé cómo tratar a las mujeres, pero no sé cómo hacer las cosas con cuidado.

Hace poco estuve chateando con una amiga que fue mi novia hace mucho. Ella es divorciada y tiene dos hijos, pero yo fui su primer amor. El caso es que nos pusimos a chatear, y a recordar los tiempos pasados. Después salimos a comer, pero ese día no pasó nada porque yo tenía la idea de llevármela al motel, pero no pasó nada. Después le hablé para preguntarle directamente si podíamos ir al motel, pero sacó muchos pretextos y me dijo que no. La semana pasada me mandó un mensaje diciéndome: “tuyo es mi amor”, pero mi mujer se dio cuenta, y como no es pendeja, se puso a investigar, hasta que dio con el nombre de la mujer. Ahora no me la acabo con mi señora, me reclama a cada rato ¿qué puedo hacer?

Héctor

Tuxtla Gutiérrez 

Querido Héctor:

Lo primero que puedes hacer es agarrar a tu señora a cachetadas por andar de metiche, a ver si así se educa. No hay nada peor que hurgar en la mensajería electrónica ajena. Con lo que respecta a tu ex novia, mejor olvídala pues seguramente está tan vieja como tú y como hombre, para un rato de cama, siempre podrás conseguir carne fresca y no andar exponiendo tu matrimonio por un plato de machaca. 

 Duque de Santo Ton:

Me invitaron a una fiesta de temática de “vida nocturna”, a la que va a ir la gente más rica y conocida de Tuxtla. Yo me quiero disfrazar de “conejita de Play Boy”, pero mi esposo dice que es como si fuera vestida de puta ¿verdad que es un exagerado?

Sara

Tuxtla Gutiérrez 

Querida Sara:

Ir vestida de prostituta a una fiesta de disfraces no tiene nada de malo, es algo muy común, pero los trajes de las conejitas del Play Boy fueron diseñados para mujeres gringas, con grandes senos, cintura de avispa, nalgas de diosa y piernas largas. Con toda seguridad tú tienes el clásico cuerpo de la mujer mexicana con años de casada: chaparra, panzona, senos aguados, nalgas caídas y patas cortas. En lugar de provocar entusiasmo vas a dar lástima, mejor disfrázate de criada, con bata de cuadritos, delantal de encaje, cofia y zapatos de hule. Capaz que así excitas a tu marido y te da tu segunda fiesta en la cama. 

Duque de Santo Ton:

Una vez fui a una excursión con unos ingleses que vinieron de negocios a Tuxtla. Yo era la guía para los paseos turísticos y tenía 21 años, pero uno de los ingleses, un señor como de 50 años, se enamoró de mí y me estuvo ruegue y ruegue hasta que me acosté con él. No lo hubiera hecho, como que al viejito le entró un segundo aire y a cada rato quería tener sexo conmigo. No iba a sus reuniones con sus socios con tal de acostarse conmigo y como se portaba muy generoso, me compraba todo lo que yo quisiera y me llevaba a buenos lugares, pues yo feliz porque cuando una pierde la virginidad ¿qué más puede perder? A mí él me gustaba mucho, aunque estaba bien aguado de todas partes menos de donde tú ya sabes (se le paraba a cada rato). Bueno, para no hacerte el cuento largo, una vez que estábamos en el hotel Ciudad Real de San Cristóbal, después de haber tenido dos relaciones casi seguidas, al hombre le empezó a dar un infarto. Se lo tuvieron que llevar en ambulancia aérea a México, y como se había portado bien lindo conmigo, me compré mi boleto de avión y me fui a verlo al hospital ABC, pero en cuanto llegué sus socios me acusaron con su esposa y la inglesa ya me quería desgreñar ¿verdad que yo no tuve la culpa de nada?

Esperanza

Tuxtla Gutiérrez 

Querida Esperanza:

Mira tú no tuviste nada que ver con que ese hombre se haya calentado contigo y su cuerpo ya no haya resistido los embates de cama, al contrario, le proporcionaste algunos de los momentos más placenteros de su madurez. En lo único que no estoy de acuerdo contigo es en eso de que después de que una mujer ha perdido la virginidad ¿qué más puede perder? Hay algo que no conoces y se llama decencia, chula. 

Querido Duque de Santo Ton:

Nací en 1958 y fui siempre un muchacho hasta cierto punto normal; pero al cumplir los veintisiete años, en 1985, sufrí una crisis nerviosa que me llevó a un hospital psiquiátrico en el que permanecí casi un año. Al salir, me dediqué a la tarea de buscar trabajo, de ejercer la carrera que estudié en la universidad y lo conseguí. Sin darme cuenta fui volviendo a la normalidad y en apariencia el colapso quedó sólo como un mal recuerdo. Me sentía tan bien, que al igual que mis amigos de la infancia, empecé a consumir marihuana, cocaína, LSD, peyote, hongos alucinógenos,  mezcalina en polvo, hashis y hasta opio. De nuevo volví a caer en crisis y tuve que ser medicado nuevamente. De hecho me hice adicto a los tranquilizantes y a veces tomo antidepresivos. Hace unos meses cumplí 50 años y me pregunto ¿seré un caso perdido?

Rafael

San Cristóbal 

Querido Rafael:

A tus cincuenta años, perdido o no, eres un verdadero caso. Yo te recomiendo que si ya viviste la mayor parte de tu existencia tratando de esquivar la locura, lo sigas haciendo hasta morir, pues ya quisieran muchos como tú haber podido apagar cincuenta velitas en un pastel de cumpleaños y tú lo has conseguido. 

Duque:

Cuando terminé la preparatoria, uno de los mejores partidos de Tuxtla Gutiérrez me propuso que me casara con él y así lo hice. Yo no era pobre, pero sí una muchacha sencilla, poco acostumbrada a tratar a la gente rica. Mi suegra y mis cuñadas nunca me quisieron porque me consideraban inferior y mi matrimonio se fue poco a poco al fracaso, aunque yo me pulí bastante. Me divorcié poco antes de cumplir los 30  años, y traté de mantener el nivel de vida al que me acostumbré y acostumbraron a mis hijos. Mi ex marido compró una casa muy buena y la escrituró a mi nombre, pero la pensión que nos asignó no alcanzaba ni para colegiaturas ni para ropa nueva ni para carros nuevos ni para sirvientas ni para viajes ni para nada de nada. Un ganadero viudo de la Costa, de la edad de mi papá, empezó a pretenderme y me propuso matrimonio. Me dijo que me iba a mantener como reina, y a mis hijos como príncipes, pero que por respeto a sus propios hijos no iba a poner ningún inmueble a mi nombre ni iba a regalarme joyas costosas ni nada que pudiera hacerme pasar como una “caza fortunas”. No lo pensé dos veces y lo mandé a  volar, que se quede con sus ranchos, con sus vacas y con sus hijos. Si quiere tener una mujer de categoría debe saber que eso cuesta dinero ¿estás de acuerdo?

Hilda

Tuxtla Gutiérrez 

Querida Hilda:

Estoy totalmente de acuerdo. De nada te sirve meterte en la cama con un sapo pellejudo si no te va a dar la estabilidad económica y la seguridad que necesitas. No te desesperes ni te malbarates, hay muchos hombres ansiosos de colocarse bien en la alta sociedad chiapaneca y para ello no hay nada mejor que una mujer guapa, elegante y conocida, como seguramente serás tú. Recuerda que no debes entregar nada de la cintura hacia abajo hasta no firmar un contrato matrimonial y tener un anillo de brillantes en el dedo (con la factura correspondiente, claro).