“El Piojo” es inocente

Por Juan Rivero Valls

 

Jojojo que le vaya bien el baile suerte macho llueve cuidado

Puede mojarse los zapatos con sangre barro mierda

 

Félix Grande (Blanco Spirituals)

 

El mismísimo día de la elección, algunos personajes del mundillo del espectáculo utilizaron sus cuentas de twiter para mandar mensajes favorables al Partido Verde Ecologista. De inmediato voces de opositores brincaron de sus asientos condenándolos y exigiendo castigo ejemplar, tanto para ellos como para el partido en cuestión, pero eso no es posible; cuando menos no por el hecho de poner en las redes sociales su preferencia electoral el día que les venga en gana.

Si nos atenemos a esta cuestión, simple y sencillamente mediática, vamos a encontrar que no hay delito que perseguir. En primer lugar, porque la Ley Electoral no tiene en consideración a la internet y, mucho menos a las redes sociales; tan es así, que si se quisiera castigar a quienes el día de la elección subieron a sus cuentas, tanto de twiter como de Facebook o Instagram su preferencia política, tendrían que multar a la mitad del país.

Es cierto que los cuestionados actores tienen una larga y nutrida lista de seguidores, pero cualquier usuario de red social tiene un promedio de 400 o 500 seguidores que, con un simple cálculo, podríamos encontrar que la difusión hecha por personas no famosas a través de las redes es mucho más amplia y efectiva que la que pudieron haber hecho “El Piojo” y otros personajes de cierta fama.

En mi propia cuenta de Facebook vi, el día de la elección, a más de uno de mis contactos mostrando su dedo marcado erigiéndose como un responsable ciudadano y exponiendo haber votado por tal o cual candidato y conminando a quienes ven esa foto a hacer lo mismo. ¿Esta acción no es tan reprobable como las de “El Piojo” o Andrea Legarreta?

Hay quien argumenta que el Verde Ecologista se aprovecha de algún resquicio de la ley para hacer campañas ilegales, pero en este caso no puede ser de esa manera, pues en lo que se refiere al uso de las redes sociales, en la ley electoral no hay lagunas, sino océanos; además, restringir la posibilidad de que el ciudadano posea un medio a través del cual manifestarse en el sentido que se le ocurra y en el momento que quiera, es un atentado en contra de la libertad individual y significaría un retroceso que nos podría llevar a una actitud totalitaria y retrógrada.

Recuerdo un mensaje de facebook que decía el día de la elección: “si votaste por el PRI, no lo andes diciendo, no ma…”; y aquí, me remito a los artículos anteriores en que hablé de la teoría de Noel Neuman sobre la “espiral del silencio”; como quiera que sea se trata de un acto proselitista y de intimidación captado por un buen grupo de seguidores de esta persona. ¿Cometió un delito electoral?

Es evidente que ni el entrenador de los ratones verdes y otros personajes del espectáculo, ni el Partido Verde violaron ley alguna; los que tuitearon en favor de los verdes, lo hicieron desde sus cuentas personales y sólo pudieron ser leídos por sus seguidores; y, sobretodo, es una cuenta personal cuyo contenido es única y exclusivamente responsabilidad del usuario y que no puede, no debe, ser restringido ni censurado.

Otro gallo cantaría si se llegara a comprobar que el partido verde pagó a los personajes y si ese pago, al ser considerado como gasto de campaña, excede el límite impuesto por el INE en estos casos, pues ahí si el Verde tendría que ser acreedor a las sanciones que la ley considera, pero hasta el momento únicamente se han presentado unas hojas de Excel donde se mencionan nombres y cantidades, pero que pudo haber hecho cualquiera.

Tratar de controlar, por otro lado, el contenido de los mensajes que los ciudadanos exponen a través de sus cuentas personales en las redes sociales, sería tanto como inmiscuirse en la privacidad de los ciudadanos y ejercer un control proto-fascista, similar al que se ejerce en países totalitarios y/o populistas.

Umberto Boccioni explica claramente esta situación, y cito: “el proto-fascismo ofrece algún asidero a quienes reniegan visceralmente del progresismo ambiental, a los desclasados ideológicos en busca de algo más sólido que una mera opción electoral o menos arduo que un análisis crítico sobre cada problema particular. Un sistema de certidumbres que, por añadidura, tiene el prestigio de lo melancólico y el sempiterno atractivo de la conspiración y la mentalidad de asedio. Muchos supuestos liberales de la “eclosión” no andan lejos de estas coordenadas”.

Es muy fácil, entonces, caer en la tentación al intentar limitar las libertades individuales argumentando el establecimiento de un “orden” que sólo beneficiaría a los “modernos reaccionarios”, que ven lo ilegal en el accionar del de enfrente y asumen posiciones mesiánicas, cuando ellos también violan las mismas leyes.

 

En pocas palabras, si castigamos y encarcelamos a quienes cometen actos de campaña a través de las redes el día de la elección ¿quién va a cerrar la puerta?