“UNA MENTIRA REPETIDA MIL VECES SE CONVIERTE EN REALIDAD…”

 Por Myriam Lagunes Marín 

“Una mentira repetida mil veces se convierte en realidad…” es la frase atribuida a Joseph Goebbels, quién fue una de las personas más cercanas a Hitler y encargado de la propaganda del partido nazi, se le conoce mayormente por haber difundido el discurso de odio que llevó a millones de personas a la muerte en los diversos campos de concentración o víctimas de las consecuencias de la guerra, aun así lo más sorprendente es la aparente pasividad con la que sus palabras fueron aceptadas por gran parte de la sociedad Alemana de aquel entonces.

 

En la actualidad sabemos gracias a la neuro mercadotecnia, la cual analiza el modo en que afectan ciertos estímulos en el consumidor, que la repetición de un mensaje claro y simple influye en nuestra manera de actuar, así que para convencernos de realizar alguna acción tendríamos que estar expuestos a una misma idea en repetidas ocasiones, parece algo demasiado simple, pero es el modo en que hemos construido las normas sociales que nos rigen.

El machismo es una constante en nuestra cultura, hemos cometido el error de pensar que afecta únicamente a las mujeres, en nuestro desarrollo hemos recibido diariamente y mediante varias fuentes reforzadores de dichas ideas machistas, una de las que más nos ha afectado es pensar que las tareas de crianza son exclusivas de las mujeres, tanto así que hemos creado leyes que dificultan que los hombres se involucren y su rol de padres sea valorado a la par que el de las madres de familia, es así como por medio de la repetición creamos todo un sistema que perpetúa situaciones de desigualdad.

Actualmente estamos viviendo momentos de transición, hay cambios graduales que comienzan a hacerse cada vez más visibles, el solo hecho se traer a las mesas de debate temas como el salario igualitario, acceso a la interrupción legal del embarazo, nuevas masculinidades, promover el acceso a guarderías para menores de edad dependientes de padres trabajadores, nos hace replantearnos esas mentiras que nos han repetido desde la infancia, la verdad es que el hecho de ser físicamente distintos no es sinónimo de ser desiguales en derechos y oportunidades.

Si bien todas las personas nos hemos visto influenciadas por nuestro entorno también tenemos la capacidad de tomar responsabilidad de nuestras acciones y colaborar para transmitir los valores de igualdad en las nuevas generaciones, es difícil, pero si algo nos ha enseñado la historia es que a largo plazo las mentiras salen más caras.