En la Mira

Héctor Estrada

Ex priistas, pablistas y verdes tras el Frente en Chiapas

 

 

Con los tiempos preelectorales agotándose, la etapa de las renuncias, destapes y definiciones ha acelerado su marcha en Chiapas. Muy viejos rostro de la política local han levantado nuevamente la mano para una contienda que parece ofrecer nada nuevo; la misma simulación de siempre, donde la ciudadanía ha quedado otra vez relegada de todo proyecto verdaderamente competitivo.

La renuncia de José Antonio Aguilar Bodegas al Partido Revolucionario Institucional (PRI), después de 40 años de militancia, no resulta tan inesperada como muchos aseguraron. Su influencia y poder sobre la dirigencia estatal del partido se habían debilitado desde el gobierno de Pablo Salazar Mendiguchía, desgastándose profundamente durante la administración de Juan Sabines Guerrero y la asunción de Roberto Albores Gleason.

Manuel Velasco le devolvió cierto protagonismo y presencia durante su administración. Su amistad y lealtad fueron esenciales para regresarlo al juego político de lo local. Aguilar Bodegas es un hombre de “colmillo”, experiencia e importante estructura militante que lo respalda. Pero sobre todo, era un interesante alfil al interior del PRI para la obstaculización de cualquier candidato o movimiento interno en contra del proyecto verde chiapaneco.

Por eso Manuel Velasco le permitió algunos reflectores y financió el fortalecimiento de su estructura estatal. Incluso, en las elecciones intermedias de 2015, negoció con Aguilar Bodegas la entrega de algunas alcaldías para reforzar su proyecto sexenal y contrarrestar el avance de Roberto Albores Jr. Era pues un acuerdo de conveniencia mutua que “garantizaba” la operatividad de un aliado al interior de priismo chiapaneco y la posibilidad de una ansiada candidatura para Josean.

Pero ahí las cosas tampoco resultaron como se esperaban. El peso de los aliados cupulares de Roberto Albores Gleason siempre fue más fuerte. No hubo insurgencia, revuelta o denuncia que lograra arrebatarle la presidencia del partido, pese a su evidente permanencia ilegal en el cargo. Aguilar Bodegas y sus aliados locales no lograron consumar la encomienda dictada desde Casa de Gobierno y los resultados hoy tienen en senda preocupación al proyecto verde.

Ni siquiera Manuel Velasco ha logrado imponerse a la cúpula priista. Por eso la permanencia de Aguilar Bodegas en al PRI era ya inviable para los objetivos personales del ex senador. José Antonio Aguilar sabe perfectamente que su vigencia en la política para aspirar a una candidatura al gobierno de Chiapas no puede esperar seis años más. La coalición “México al Frente” (antes Frente Ciudadano por México) era una posibilidad con la ha estado coqueteando desde hace meses.

Le permitiría no sólo la posibilidad de contender otra vez al gobierno de Chiapas, sino también jugar nuevamente el papel de obstaculizador a Albores Gleason en la contienda. Era simplemente la salida lógica ante el escenario que le tocó enfrentar. Del otro lado, este fin de semana, se confirmó en la contienda por “el Frente” de la controversial María Elena Orantes. Otra ex priista de cepa, exiliada entre los colores de partidos desesperados por figuras que inviertan en sus candidaturas.

Fue el propio Dante Delgado, dirigente de Movimiento Ciudadano, quien terminó formalizando un destape ya muy anticipado. Y tampoco sorprende la entrada formal de María Elena a la contienda. La ex priista es una experta en “jugar a perder”, a entrarle a eso de la simulación electoral. Ha aprendido perfectamente que ese rol de “comparsa” le garantiza una negociación de cargos públicos medianos para seguir viviendo cómodamente del erario público. 

A la lista se ha sumado el “pablista” Rubén Velázquez y otros más que estas dos semanas entrantes seguramente estarán formalizando sus aspiraciones, entre ellos algunos verdes abatidos a los que finalmente no les quedará de otra… así las cosas.