Campañas a vuelo

A estas fechas, Las campañas políticas en la búsqueda del triunfo rumbo a las diputaciones federales deberían ya estar en la lucha abierta por la conquista de las simpatías de los electores que traerán como consecuencia, el día del sufragio, el primer domingo de junio, el voto necesario.

 

Sin que devenga en un asunto de incomodidad o mala leche, le preguntaría a los lectores de este editorial: ¿Usted ha visto el desenvolvimiento de los candidatos hacia la búsqueda del voto tratando de encontrar el contacto con los electores? Este editorial, hasta ahora, no ha podido ver una respuesta adecuada.

Fuera de descalificaciones de uno u otro partido, de uno u otro candidato insertos en lo que ha llamado la prensa nacional la guerra sucia que habrá de distinguir a este proceso electoral y que quiere llevar a punta de sombr erazos a los electores para que emitan el sufragio que por mandato constitucional les corresponde, ocupando los tiempos de transmisión de los partidos políticos para esta guerra de insultos ubicados en los tiempos oficiales que significan -y qué bueno- un gran ahorro inmediato porque no hay derrama presupuestal aparente pero sí un costo que absorben los concesionarios y permisionarios del cuadrante para decir improperios y denostaciones que a los electores ya los tiene hasta la madre y no ideas de propuestas inteligentes para visualizar el futuro nacional que si debería interesar a los ciudadanos, las actividades de los candidatos en todo el país se reducen a tener reuniones con la  gente, en mítines pobres de concurrencia y de ideas.

Parecería que le han dejado el desarrollo de las campañas en este breve tiempo electoral, a los improperios y respuestas inmediatas de lo contrario, a los partidos políticos a través de la fuerza de la electrónica y no en manos de quien debiera enseñar el talento necesario de su futuro arribo a San Lázaro y su rendimiento óptimo, para el único que lo puede hacer con su fuerza individual ante su realidad cuando esté solo frente a la urna: El elector de nuestro país que ya suma más de 80 millones con credencial en la mano. 

Esa preocupación, de las ideas que debieran existir en esta corta temporada electoral que debiera ser de inteligencia, la hace suya este editorial.

Los competidores deben estar ubicados en la arena electoral con los pies en la tierra.

Deben saber de tiempo atrás que hoy, llegar a San Lázaro, tiene que ser el compromiso más importante  que ciudadano alguno debiera asumir: parte fundamental en la construcción de México que se empeña en llegar a ser un país de competencia real ante el escenario internacional.

De ese tamaño. Ni una palabra más, ni una palabra menos.

Ese debiera ser el compromiso que hoy deben asumir los candidatos chiapanecos que aspiran a llegar al Congreso de la Unión, que aspiran llegar a la Cámara de Diputados. Debiera ser un compromiso muy grande, porque grande es nuestro país.

En la próxima legislatura queremos diputados participativos en la construcción del futuro de México.

Necesitamos diputados que nos representen bien a los chiapanecos, con dignidad, honradez y amor por su tierra. Con información absoluta de la problemática nacional, para obrar en consecuencia a la hora de actuar. Cuando eso sea, lo que diga o haga el futuro diputado, es lo que dice y hace el estado de Chiapas.

Eso significa que su participación en la tribuna más alta del país debe ser significativa.

Los diputados de Chiapas deben notarse en la Cámara de Diputados, como ciudadanos del pueblo que habrán de verter sus ideas en las comisiones y en el Pleno, con gran inteligencia y conocimiento. Solo así habrán de entregarle buenas cuentas a quien los eligió: la ciudadanía chiapaneca.

Al tiempo.

Mujer que si responde

El asunto de la equidad de género se ha convertido en un asunto de desigualdad de género, tácita y sobre entendida.

Es herencia secular.

En siglos pasados, la mujer no podía participar en muchas actividades que hoy pasan desapercibidas por todos. Los chuntá, por ejemplo, los representaban los hombres porque la mujer no contaba, era prescindible. Así pasaba en todas las regiones de México y en el continente americano. En cada región del país hay manifestaciones artísticas, sobre todo en la danza y el teatro, en donde el papel femenino estaba absoluta y totalmente desplazado. Los roles femeninos también eran representados por hombres vestidos de mujeres.

La equidad de género pues, carga con tradiciones milenarias impenetrables e ingratas.

Es hasta el siglo pasado cuando se empieza a ser particularmente consciente de este gran problema de discriminación para con la mitad del país, en todos los aspectos, incluyendo el de la formación profesional. Eran enormes las diferencias profesionales entre el hombre y la mujer. La primera ingeniera chiapaneca, por cierto, fue la hija del constituyente Amílcar Vidal, ya en el siglo XX.

Sin embargo, más rápido que lento, la desigualdad de género en México ha empezado a ser un asunto que tiende a disminuir. Lo vemos en los puestos de elección popular, lo vemos en el desarrollo de la ciencia y la tecnología, lo vemos en las fuerzas armadas. La mujer ha demostrado ser una profesional de inteligencia, responsabilidad y lealtad en los diferentes puestos que ha desempeñado en el servicio público y privado, a las órdenes de conglomerados humanos.

Hoy en Chiapas,  el Instituto de Elecciones y Participación Ciudadana, el IEPC, el que habrá de normar y regular las elecciones estatales que darán como resultado la presencia de una nueva legislatura en el Congreso del Estado y la renovación de todas las presidencia municipales chiapanecas, está encabezada por una mujer, la licenciada María de Lourdes Morales Urbina.

Es una joven abogada egresada de la universidad pública más importante del estado, la Universidad Autónoma de Chiapas, la ya legendaria y cuarentona UNACH.

Su presencia de mano firme, necesaria en procesos electorales, se ha notado con creces.

Ha dispuesto de sanciones y disposiciones propias del IEPC con prontitud y habilidad.

Se trata de una profesional que dignifica a la equidad de género.

 

Enhorabuena.